Delincuentes aterrorizan en la frontera con Perú

Un policía muestra el lugar donde quedó abandonado un minibús el 15 de julio.
Ocurrió el 14 de julio a las 23.00, era una de las noches más frías en la comunidad de Cohachi, en el municipio de Puerto Acosta, frontera con Perú. Como es costumbre en el área rural, la familia había empezado a descansar cerca de las 20.00. “Los seis sujetos aprovecharon que nadie estaba despierto”, relató uno de los dos policías encargados del resguardo en el vecino municipio de Carabuco.
En el domicilio dormían tres de los hermanos Quispe. Afuera, en su patio, tenían estacionado su minibús marca Toyota, modelo 90, de transporte público. Los seis hombres les gritaron, les apuntaron con las armas de fuego, que se presume habrían sido de calibre nueve milímetros, y les obligaron a levantarse de cama.
Los delincuentes repetían que trabajaban en la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) y la Dirección de Prevención de Robo Contra Vehículos (Diprove).
“Cuando vieron los uniformes, obviamente creyeron que eran miembros de la Policía o del Ejército, así que los amedrentaron”, dijo el oficial.
“‘Mi capitán’, así se hacía llamar el que parecía ser líder del grupo. Cada orden que daba era obedecida. Era alto y delgado, según declaraciones de los afectados”, agregó. Pasaron algunos minutos y los hermanos fueron sacados a rastras hasta el patio, a pocos metros del minibús.
Pero uno de ellos sospechó que no se trataba de policías o militares, porque el “capitán” portaba la insignia del grado en los hombros “y cualquiera sabe que los grados en un uniforme camuflado se llevan en la solapa del cuello”, continuó el policía.
Así que los increpó, pero de nada sirvió, porque a cambio sólo recibió un golpe en la cabeza que lo desmayó. De inmediato, los tres hermanos fueron maniatados, sin que de sus labios saliera una palabra más por temor a ser malheridos.
A cada instante los seis hombres acusaban a los hermanos de narcotraficantes, argumentando que a ello se debía su presencia.
Posteriormente el “capitán” les pidió los documentos del vehículo que tenían en el patio con el pretexto de que era “chuto”. Los papeles les fueron proporcionados, pero no conformes con ello, se llevaron seis garrafas, una motobomba, dos motosierras y otros enseres de uso doméstico.
De acuerdo con información recabada por la Policía, los seis presuntos efectivos estaban armados y su acento no era de extranjero.
Una vez con el botín en sus manos, los delincuentes se fueron del lugar en el minibús y en otro vehículo. Uno de los testigos declaró a la Policía que en el otro motorizado iban una mujer y un hombre que no vestían el uniforme camuflado.
Las víctimas quedaron tendidas y maniatadas en el suelo mientras veían a los supuestos policías alejarse. Hasta entonces nadie sabía que tenían planeado otro golpe, en una comunidad ubicada a 30 minutos.
Fue así que llegaron a Tanabaques, un pequeño poblado que también pertenece a Puerto Acosta.
Una vez más, ingresaron abruptamente a otra vivienda, de una familia que casualmente también apellida Quispe, y aplicaron el mismo modus operandi, sólo que en esta oportunidad se llevaron a sus víctimas consigo. “Ingresaron a la casa y alegaron lo mismo, que trabajaban en la FELCN y que tenían la sospecha de que la familia estaba involucrada en narcotráfico”, relato el policía.
Uno de ellos incluso les dijo que tenían pruebas del delito y les mostró una bolsa negra que, según los afectados, portaban los propios delincuentes; en ningún momento la abrieron para mostrar el contenido.
En esa vivienda había cuatro personas, entre ellas una mujer. Fueron golpeadas y maniatadas y hasta les rociaron con gases para inmovilizarlas. Luego las subieron a un minibús de propiedad de la familia, que se encontraba a unos metros de la casa.
Tras unos minutos de recorrido, los vehículos se detuvieron en una planicie y los cuatro miembros de la familia Quispe fueron abandonados en el lugar. Para entonces, el reloj ya marcaba treinta minutos pasada la medianoche y el frío era intenso.
Los Quispe lograron soltarse y contaron lo ocurrido a vecinos del sector que decidieron seguir en un vehículo a los presuntos uniformados, uno de los cuales disparó en su contra y destruyó las llantas delanteras del coche en el que viajaban.
Los vecinos dieron parte del hecho a los dos policías que se encargan del resguardo en el vecino municipio de Carabuco.
Llegaron al lugar alrededor de la 1.30, pero la falta de un sistema de comunicación impidió que se solicite ayuda o se reporte la dirección a la que se dirigían los atacantes. Al día siguiente, a las 15.00, uno de los minibuses robados fue encontrado en un cerro de la ex Mina Matilde. Su tanque de aceite estaba roto por un golpe, probablemente a causa del accidentado camino.
Los refuerzos nunca llegaron y aunque el Batallón de Infantería de Marina Chaguaya estaba enterado del caso, tampoco pudo intervenir.
Hasta este miércoles 27 de julio no había rastros de los supuestos uniformados. Una fuente del Comando Departamental de La Paz sólo dijo que peruanos ingresan al país por Puerto Acosta sin documentos.

Denuncian también el  robo de ganado  

Dos vecinas del municipio de Carabuco denunciaron también el robo de ganado, aunque no en gran proporción. “La verdad es que se pierden algunas vacas. Parece que es nomás parte de la gente que vive aquí”, dijo Rosa Ticona. La comunaria aseguró   que por las noches rondan por el pueblo delincuentes cubiertos con pasamontañas.”Nos da bastante miedo salir a la calles y nada raro que éstos mismos hayan sido los que robaron recién nomás los dos minibuses”, finalizó.

Nota : La Razon 

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