Algunas consideraciones sobre el racismo, la discriminación, la violencia simbólica y las relaciones de poder

El racismo es un fenómeno social

El racismo se genera y se desarrolla en sociedad. Una sociedad es un grupo organizado de seres humanos que viven juntos. Una primera aclaración: la sociedad es la que produce a los individuos a partir de determinados mecanismos de individuación, en consecuencia el individuo es, necesariamente, un producto social y no un dato natural.

Toda sociedad supone un conjunto de relaciones sociales, de intercambios lingüísticos entre agentes (sean personas individuales, o personas adscritas a una posición de sujeto) que poseen en común un conjunto de significaciones, de prácticas comunes que permiten la cooperación y la constitución de una comunidad. Las relaciones sociales, los intercambios lingüísticos, en una sociedad, están dirigidos a la producción colectiva. Una sociedad es aquella que coopera y a la vez, mediante esta cooperación, produce la realidad que ella misma vive.

Una relación social, entonces, es aquella que se desarrolla entre agentes (individuos y colectividades) que pretenden generar, producir una realidad determinada. Dicho de otro modo no hay sociedad sin la producción colectiva de la realidad a partir de la interacción mediante relaciones sociales. Existe una idea rectora en toda sociedad, que podemos llamar una aspiración al orden.

Toda relación social supone la existencia de una serie de relaciones simbólicas que interactúan en el seno de una sociedad como la nuestra para generar las condiciones de un posible orden soñado. Por ejemplo las normas de Derecho, y las estrategias organizativas de la economía se desarrollan en busca de esta pretensión de orden. Señalamos pretensión de orden, en tanto la característica de cualquier sociedad radica en el desorden, y en la desigualdad.

Una sociedad, entonces, supone la existencia de relaciones de igualdad y diferencia que sin embargo buscan la existencia de una pretensión de orden dentro de la sociedad. Esta pretensión de orden se desarrolla mediante la naturalización de la diferencia, es decir, señalando que las diferencias son naturales, y no se puede hacer nada con ellas. Dicho de otro modo, se encubre el desorden, se explica el desorden en busca de generar un efecto de orden. Los seres humanos que reciben un trato diferente, por ejemplo discriminación, tienden a naturalizar este trato, y en consecuencia la sociedad tiende también a ver estas prácticas como naturales, como cotidianas, en este sentido pasa por “normal” la discriminación a determinados grupos de seres humanos, pues dada su diferencia estos grupos asumen este “así ha sido” como el orden de la sociedad: así nomás ha sido y así nomás debe ser.

Las relaciones sociales, en tanto relaciones de poder

Inicialmente debe mencionarse que el poder sólo existe de manera relacional, es decir se precisa una relación de dos o más agentes (individuos y/o colectividades) para poder estudiar las distintas formas en las que fluye el poder. Entonces, se estudia al poder en sus efectos en el interior de las relaciones sociales, que como se señalaba antes, toda relación social supone una relación simbólica.

Todo símbolo es una entidad bi-plana, es decir que contiene dos aspectos: el significante y el significado. El significante hace relación a un signo, una seña, y el significado al contenido, al desarrollo muchas veces conceptual de ese significante. Así el símbolo “$” posee su expresión en la letra S atravesada por una raya y su significado en nuestra cultura puede ser por ejemplo: dinero.

Entonces el símbolo es una relación que se encuentra en el lenguaje, se inscribe en el lenguaje. Cuando hablamos de lenguaje no sólo se hace referencia al habla, sino a la lengua, y también a la lengua escrita, y en realidad a todo aquello que como signo y seña le damos un contenido, así lo simbólico puede encontrarse en la vestimenta, el color de la piel, un determinado comportamiento, el género, la forma o manera de hablar, etc.

Esta correspondencia entre el significante y el significado es arbitraria, es decir no existe una necesidad universal ni necesaria de correspondencia entre significado y significante, aunque los participes de una relación simbólica lo consideren connatural, por esta razón existen tantas lenguas y formas de hablar, tantos símbolos.

Las relaciones de poder, y sus explicitaciones simbólicas se las encuentra generalmente en eventos sociales como el lenguaje, el habla, las lenguas, la lenguas escritas, las formas de hablar estas lenguas, las vestimentas, los comportamientos, el color de la piel, etc. De esta manera se puede decir que las relaciones sociales son relaciones de sentido, en la que una o mas personas comprenden la existencia de un sentido en sus relaciones sociales.

Estas relaciones de sentido no son sólo relaciones de coordinación, sino relaciones de poder (que son necesarias para estas relaciones de poder, y para las formas de producir la realidad), es decir relaciones en las que se pueden analizar prácticas específicas de ejercicio de violencia, como la discriminación; entonces, si estas prácticas de poder son entendidas como parte del sentido de las relaciones sociales, los agentes (seres humanos) insertos en estas prácticas pueden llegar a considerarlas como parte natural de su relación en sociedad.

Entonces, la discriminación, y el racismo, puede ser naturalizada por los agentes que la sufren, así la discriminación puede ser tomada como natural, como parte del sentido de una sociedad que pretende orden, pero que en realidad desarrolla un conjunto de relaciones de violencia que los agentes que la sufren las aceptan como normales, lo cual puede pasar inadvertido en un estudio sobre discriminación, puesto que los agentes no verían las discriminación como algo contrario a lo natural, a lo normal.

También puede naturalizarse la discriminación como práctica normalizada cuando el agente discriminado tiende él mismo a justificar esa discriminación; así se acepta que se está discriminando, pero se está discriminando al que siempre es discriminado, en consecuencia es una práctica normalizada. Tómese por ejemplo la regularidad de la discriminación a personas con VIH-SIDA, indígenas, homosexuales, discriminación que casualmente es dirigida regularmente a los grupos mencionados, en los nueve departamentos de Bolivia, según las encuestas sobre discriminación que se pueden revisar en los años 2006, 2007 y 2008 1.

Violencia simbólica como parte de las prácticas de discriminación

¿Pero, cómo se construye esta tendencia normalizadora de la sociedad?

Para responder a esta pregunta podemos analizar el concepto de habitus. Cuando un sentido de las relaciones sociales y en consecuencia relaciones de poder se internaliza en un ser humano o agente, se dice que este agente ha adquirido un habitus mediante el cual las relaciones de poder y la violencia implícita de éstas se normaliza y se naturaliza y pasa a ser denominada violencia simbólica.

La violencia simbólica ocurre, entonces, con anuencia y aceptación del agente (ser humano) que la sufre, y en consecuencia el trabajo sociológico se habilita para deconstruir (tomar un entramado simbólico y desmenuzarlo en sus partes) las relaciones de poder, que incluso tanto los agentes que la ejercen como los que la sufren no la perciben como “anormal”.

Por ejemplo la dominación de una clase social sobre otra depende del dominio económico; esto es algo sabido, pero también depende del dominio simbólico Quienes poseen el capital simbólico tienen el poder de hacer cosas con palabras, esto es:

•    Construir la verdad e imponer una determinada visión del mundo social;

•    Establecer los criterios de diferenciación social;

•    Clasificar y construir los grupos sociales.

La realidad social no es solamente un conjunto de relaciones de fuerza, es también un conjunto de relaciones de sentido (relaciones simbólicas). Estas relaciones de sentido constituyen la dimensión simbólica del orden social.

La dimensión simbólica habilita la existencia de situaciones de injusticia, ¿y cómo lo hace? El plan puede surgir de los mismos oprimidos, estos aceptan la dominación, consideran que la injusticia les es natural a ellos. En este caso esta violencia se inscribió en el cuerpo del oprimido, entonces esta violencia tiene razones de opresión y éste las acepta, son razonables -piensa.

La violencia simbólica es aquella forma de violencia que se ejerce sobre un agente con la anuencia de éste.

El sustento principal del ejercicio de la violencia simbólica es la acción pedagógica que se lleva a cabo por tres vías: la educación informal (grupos de amigos, vecinos), la educación familiar, la educación institucionalizada (la escuela, la universidad). En estas tres vías se inscribe en el cuerpo del sujeto la opresión, se la pretende naturalizar, hacerlo culpable de su incapacidad.

La violencia simbólica —más que la violencia física o cualquier otra forma de coacción mecánica— constituye el mecanismo principal de la reproducción social, el medio más potente del mantenimiento del orden. El núcleo de la violencia simbólica se encuentra en la doble naturalización que es consecuencia de la inscripción de lo social en las cosas y en el cuerpo. Por ejemplo, en la escuela se imprime la cultura socialmente legítima, los saberes socialmente legítimos, los gustos estéticos socialmente legítimos. En consecuencia se opera un tipo de violencia a aquello que no se encuentre en la cultura socialmente legítima.

Una cultura, cualquier cultura, selecciona significaciones no universales y arbitrarias y las presenta como universales y objetivas.

La violencia simbólica se define como una violencia que se ejerce sobre los individuos con su propia complicidad. Los agentes desconocen que esa violencia es tal y por eso puede ejercerse.

“En virtud de que nacimos dentro de un mundo social aceptamos algunos postulados y axiomas, los cuales no se cuestionan y no requieren ser inculcados. Por esta razón los análisis de la aceptación dóxica del mundo, que resulta del acuerdo inmediato de las estructuras objetivas con las estructuras cognitivas, es el verdadero fundamento de una teoría realista de la dominación y de la política. De todas las formas de <<persuasión clandestina>> la más implacable es la ejercida simplemente por el orden de las cosas” (Bourdieu citado por Flachsland, Bourdieu y Capital simbólicio, España, 2003: página 61).

Entonces la violencia simbólica pude ser también una discriminación sin actores, es decir contenida al interior de las relaciones sociales. La discriminación se encripta, pasa como normal, o en algunos casos el conjunto de agentes de una comunidad social (una empresa, una oficina de la administración pública, una institución) se declara no discriminador pero que en la práctica, como parte “normal” de sus prácticas sociales desarrolla una serie de prácticas discriminadoras, este puede ser, por ejemplo el caso de una institución en la que operada una encuesta a sus directivos y personal acerca de que sí discriminan o no, el resultado pueda ser que no, pero que en una investigación sobre los puestos y cargos laborales se pueda encontrar que mujeres e indígenas ocupan los cargos y puestos más bajos y mal remunerados en la empresa.

La discriminación tiende a volverse sin actores cuando la misma tiende a institucionalizarse, es decir a considerarse regular y cotidiana, entonces aunque el país se vea asimismo como discriminador 2 la gran mayoría no se aceptan como discriminadores y tampoco se consideran discriminados 3.

Entonces ¿Cuándo, entonces, se exterioriza la discriminación? Cuando la misma desborda los límites de esa pretendida “normalidad”, y cuando la misma es deconstruida o indagada.

También se exterioriza la discriminación cuando el discurso de la igualdad y dignidad del ser humano se hace visible en una sociedad, entonces los agentes toman conciencia de su posición y status dentro de la misma, sin embargo tienden a utilizar su apreciación en tercera persona “La sociedad es la discriminadora, no yo”, “en la sociedad hay discriminación, pero no conmigo”.

¿Qué hacer contra la discriminación y el racismo?

La presencia del discurso contra la discriminación y el racismo, las acciones de instituciones gubernamentales y no gubernamentales son importantes. Visibilizar y preguntarse sobre el racismo y la discriminación es también algo positivo, el hecho de que casi un 80% de las noticias de prensa, radio y televisión, estos últimos días, se hayan concentrado en el tema del racismo y la discriminación es también un avance positivo, así los debates hayan tratado de menguar los efectos perversos de la discriminación y el racismo o se haya vulgarizado el tema.

No considero que la penalización de la discriminación y el racismo pueda ser una respuesta, siempre se ha tendido a penalizar aquello que no se puede solucionar de otra manera, o aquello que desconocemos, ya pasó esto con la penalización de la brujería, la penalización del aborto o del tráfico de drogas, y a la fecha ni el aborto se ha reducido, ni el tráfico de drogas se ha eliminado. Y qué podemos decir de la brujería. Entonces hay un riesgo muy grande de politizar una de las realidades más duras de nuestra sociedad, y que se desarrolla de manera silenciosa en el juego de las relaciones sociales cotidianas.

El hecho de habilitar una norma penal sobre el racismo y la discriminación que pueda tener un tipo penal muy abierto, es decir una descripción poco clara de la conducta punible, puede ser utilizada de manera política, al ser lanzada a la arena política para imputar a aquellos enemigos políticos, ya que al tener una descripción poco clara de la conducta punible, se puede especular mucho acerca de cuando se cometió o no un delito. Sin embargo, el sólo haberse cuestionado si se debe o no sancionar las conductas discriminadoras o racistas, considero que ha sido algo positivo. Pero, a la vez es necesario recalcar que tratar el problema del racismo y la discriminación desde lo jurídico eclipsa los problemas de configuración de la estructura política de nuestra sociedad. Lo jurídico no puede modificar en el fondo la construcción política de nuestras sociedades.

Considero que es necesario tocar la construcción política del Estado, de las correlaciones de fuerza que son en si el núcleo duro de esta manera en la que se ha configurado el racismo y la discriminación. Esto pasa por un largo proceso político de empoderamiento, de apertura de espacios democráticos, de procesos de movilización constante, de movimiento, y de cambio de las relaciones de poder. Pasa por un largo proyecto de descolonización llevado a cabo por los sujetos que son víctimas de la colonización, no por otros, que a nombre de ellos generen programas de descolonización que pueden ser otras formas de colonización.

No hay una respuesta simple, no hay una respuesta para mañana, pero considero que lo importante radica en que, pese a los errores que se está teniendo, se está buscando respuestas porque se ha podido plantear el cuestionamiento.


*    Es abogado y epistemólogo.
1    Algunas de las encuestas de discriminación que se desarrollaron en los años 2006- 2007 fueron publicadas por el Defensor del Pueblo, véase: Para entender la discriminación. 2008. La Paz - Bolivia: Publicaciones del Defensor del Pueblo.
2    Las referidas encuestas presentadas por el Defensor del Pueblo, presentan que un 75% de los encuestados considera que la sociedad boliviana es discriminadora.
3    En las referidas encuestas presentadas por el Defensor del Pueblo, un 73% de los encuestados no se sienten discriminados.

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