La semana que pasó fue de alegrías para los potosinos, no sólo por los festejos del bicentenario de sus gestas libertarias, sino porque una vez más mostraron al país, al mundo, la capacidad de sus habitantes para destacar en diferentes áreas; nos quedamos cortos con la lista de una anterior nota.
Por un lado, fue el ciclista Oscar Solís, el primer boliviano que logró juntar las medallas a los primeros puestos en diferentes momentos de la vuelta nacional, aún cuando fue una escudería colombiana la que lo amparó. Hoy sueña con bicicletear en citas continentales, europeas, mundiales. Nacido en el sur del país, en región de montañas y maizales, es un ejemplo para el deporte nacional.
El otro galardonado es un periodista, Juan Carlos Salazar, también nacido en la región de los Chichas, en la bella Tupiza que sigue sacando desde sus entrañas a notables como fueron Alfredo Domínguez, el Maestro Ugalde, la zaga de los Aramayo. Salazar, “Gato” como le apodamos, recibió en su tierra natal las primeras lecciones para amar la palabra, la creación, la estética.
Orgulloso de su tierra potosina, “Gato” vivió lejos de su patria chica la mayoría de su vida. Llegó a La Paz como otros jóvenes con deseos de estudiar y comenzó a escribir para la Agencia de Noticias Fides. Le tocó ser parte de los cronistas que retrataron para el mundo los sucesos durante la guerrilla de Ñancahuazú, aprendizaje de un periodismo de combate, pero supremamente cuidadoso con el dato de la realidad.
Comprometido con el socialismo, fue persona de confianza de Marcelo Quiroga Santa Cruz desde la época de la nacionalización de la Gulf hasta el asesinato del líder político en 1980; él se encargó de recopilar y editar textos y discursos de Marcelo. Por su militancia fue uno de los muchos periodistas perseguidos por la dictadura de Banzer.
Como otros compatriotas salió al exilio, primero a Argentina, después a México, a vivir por años a salto de mata, con esposa, hijos, libros y máquina de escribir. Desde entonces comenzó a trabajar en la agencia alemana DPA, de la que llegó a ser director en Madrid, España, en las últimas décadas.
En cada pascana, el “Gato” se convirtió en el verdadero embajador para los bolivianos, sobre todo para los perseguidos, para los periodistas, para los jóvenes y fueron cientos los que pasaron por su hogar o recibieron el espacio necesario para difundir noticias, ideas, polémicas.
Juan Carlos Salazar pertenece a la generación de oro del periodismo boliviano, la de los años 70. De todos sus méritos, el mayor es la capacidad de combinar el compromiso social con la estética, la calidad del trabajo. No practicó una crónica estridente, ni de propaganda o de aplausos innecesarios. Mesurado, prudente con el mensaje masivo- más aún en una agencia de noticias- logró difundir los hechos y sus causas más profundas, sobre todo en relación a Bolivia, a Latinoamérica.
Por todo ello, este 10 de noviembre, fue reconocido en Madrid, España, como uno de los 100 latinos notables que viven en ese país. Un boliviano que logra distinciones y premios, aunque en su humildad prefiere el anonimato. A su turno, la agencia DPA también ha alabado a este corresponsal que consiguió conquistar páginas enteras en periódicos europeos para las noticias de nuestro continente moreno.
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