Población en Bolivia teme que inflación se desboque tras el 'gasolinazo'

  • Se juntan el afán de la gente por comprar a precio viejo y el de los vendedores por guardar para cuando los precios suban
Se cree que 'todo va a subir' tras el aumento del 80% de la gasolina el día de ayer
LA PAZ, BOLIVIA (27/DIC/2010).- Sara Antezana, ama de casa, cuenta sus monedas en una pequeña billetera. Salió a comprar alimentos alertada por los rumores y  los augurios de que todo va subir tras el aumento de más de 80% en la gasolina decretado la víspera por el gobierno del presidente Evo Morales.

En las calles de La Paz, semiparalizada por un paro de buses, todo el mundo cree que el alza en la gasolina trae inflación, y por eso se juntan el afán de la gente por comprar a precio viejo y el de los vendedores por guardar para  cuando los precios suban.

Y es que la primera reacción de rechazo a la medida oficialista fue una  huelga general e indefinida del transporte público en todo el país.

El gobierno de Morales adujo que el incremento fue necesario para acabar con una subvención anual de 380 millones de dólares a los combustibles, que en buena parte se desviaban al contrabando hacia Perú, Chile, Argentina, Brasil y  Paraguay.

Por ahora los choferes exigen un inmediato aumento en el precio de los  pasajes -sin precisar porcentajes- mientras que sólo taxis y minibuses de 12  pasajeros realizan el servicio, aunque a un precio mayor.

Debido a la huelga en La Paz sólo se observa un reducido tráfico vehicular  por sus angostas calles y avenidas mientras que el grueso de la población casi  se ha visto obligada a trasladarse a pie.

"Ha subido todo, no hay azúcar, he querido comprar y no quieren vender;  parece que tienen la esperanza de vender después más caro", dice Sara,  una mujer de 47 años y madre de dos hijos.

"Yo creo que el presidente no está pensando que van a subir todos los  productos; los afectados vamos a ser las amas de casa, la gente que tiene pocos  ingresos", agrega, mientras recorre a pie el popular mercado popular de Villa  Fátima, un populoso barrio en el norte de La Paz.

"Los precios van a subir", se queja a su lado Natalia Marcos, otra ama de  casa, de 40 años, quien también se encuentra en un popular mercado de venta de  alimentos al menudeo y se entera de que su dinero ya no es suficiente.

"Es como de costumbre, es un dictador, imponente, ignorante", se refiere  con rabia al presidente Morales.

Este lunes era de desconcierto pues todavía no se sabe cuál será el efecto  del alza, aunque varios temen un aumento sensible de la inflación, que este año  cerrará en un 5,8% según el gobierno.

"Por hoy está normal la venta de carne pero para los próximos días el  panorama va a cambiar", explica la vendedora Beatriz López.

Los transportistas que no acataron la huelga han aumentado los precios, en  algunos casos como el del pasaje en bus de La Paz a Caranaví (a 160 km de  distancia), que pasó de 50 a 100 bolivianos (7 a 14 dólares).

"Nos ha afectado el incremento de los combustibles; es muy alto, nos ha  sorprendido el gobierno", se queja Santos Mendoza, chofer de minibus.

"Nosotros estamos obligados a subir el precio de los pasajes, ya no nos  alcanza", se justifica.

Tanto en La Paz como en El Alto, Cochabamba y Santa Cruz -que concentra el  75% de los 10 millones de bolivianos- se veía el mismo panorama de  incertidumbre.

El ministro de Economía Luis Arce llamó este lunes a la calma y dijo que la  subida del precio de los pasajes no debería ser más del 25%.

"Un incremento de 23.25% es absolutamente racional; lo que es irracional  es lo que hemos visto que algunos transportistas están cobrando 66%, inclusive  80%", aseguró la autoridad en rueda de prensa.

A la par de las explicaciones, el gobierno ha desplegado una intensa  campaña publicitaria, por radio y televisión, para justificar su medida,  mientras sectores empresariales, sindicales y civiles han condenado el  "gasolinazo" en todos los tonos.

Nota : El Informador

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