Reafirmación: “Un pueblo en los umbrales de una nueva fase de su proceso transformador”. Es la conclusión de esta cobertura. Las siguientes 10 páginas testimonian la magnitud de las discusiones acerca de la transición que atraviesan el Estado y la sociedad bolivianos. América XXI pudo observar que el país recorre una instancia de definiciones en la radicalización de su proceso revolucionario, donde la principal certeza es que no habrá marcha atrás. El fallido intento de Huelga General convocada por la COB, el infantilismo izquierdista, expresan distorsionadamente esa realidad. Testimonios y percepciones aquí recogidos por dos enviadas especiales permiten comprender el momento que transita la búsqueda del camino propio al socialismo en Bolivia.
La plaza Murillo se cubrió el 22 de enero con el colorido de las comunidades campesinas e indígenas, con sus vestimentas multicolores, música e instrumentos de viento y percusión. Pese al mal humor aún presente por el efímero decreto que aumentó la gasolina en diciembre de 2010, una multitud se congregó para escuchar las palabras del presidente Evo Morales en la apertura del período 2011-2012 de la Asamblea Nacional. Pobladores y militantes de diversas regiones y departamentos del país se congregaron para esta fiesta de participación combativa. |
Las multitudinarias actividades que acompañaron el primer aniversario de la Asamblea Legislativa Plurinacional confirmaron el liderazgo del Jefe de Estado, pero también dejaron al descubierto dos ejes de profundo debate: los objetivos colectivos por encima de históricos –y legítimos– reclamos sectoriales y la convicción de que es y será la conciencia popular la que marque el ritmo de los acontecimientos.
El Decreto Supremo de fines de 2010 disparó el precio de los combustibles y los alimentos, aceleró la intensidad de las controversias dentro del propio movimiento revolucionario y la percepción de que lo que está en juego es el rumbo ideológico y estratégico del proceso boliviano. Ante la reacción popular, Morales derogó el decreto, reafirmando la necesidad de la medida pero convencido de que debe “mandar obedeciendo”.
Al abrir la Asamblea Legislativa, el vicepresidente de la nación, Álvaro García Linera, graficó la complejidad del proceso al referirse a los distintos niveles de contradicciones y tensiones experimentados en los primeros cinco años de la Revolución Cultural y Democrática. En el nivel superior de la lucha por el cambio mencionó las “contradicciones antagónicas”, como las que enfrentó el pueblo entre 2000 y 2009 con sus enemigos del Imperio, que se resolvieron por métodos revolucionarios. En cambio, denominó “tensiones creativas” a las contradicciones secundarias, que son parte del pulso del desarrollo histórico y que deben afrontarse a través del diálogo y el consenso. El vicepresidente puso como ejemplos el monopolio decisorio del Estado y la democratización y descentralización expresadas por los movimientos sociales; el choque entre los intereses colectivos, comunitarios y los intereses particulares; entre la lucha común, comunitaria y comunista y la búsqueda del interés individual. El proceso de cambio y su vanguardia, dijo, “siempre tendrán que llevar por delante la bandera del común, de la comunidad, sin olvidar la satisfacción gradual de los intereses más locales y sectoriales”.
El presidente de la Asamblea Plurinacional reforzó su tesis al sostener que la voluntad industrialista y del Vivir Bien, así como la utilización de los recursos naturales sin dañar la naturaleza, son generadoras de tensiones. “En esas tensiones dialécticas y no contradictoras está la vitalidad del proceso de cambio sobre las cuales habrá de expandirse la revolución democrática y cultural en los siguientes años”.
A modo de síntesis, García Linera marcó que la contradicción fundamental antagónica continúa siendo entre la unidad popular y el imperialismo, que se resiste a reconocer la soberanía del pueblo y su capacidad de autodeterminación en la construcción de su propio destino, al Estado Plurinacional, a la autonomía y la industrialización.
Bronca residual
A su turno, el presiente Evo Morales ofreció un informe de más de tres horas sobre los dos últimos períodos legislativos. La presentación, reproducida en una inmensa pantalla ubicada en la plaza Murillo, mostró cifras contundentes de mejoras macroeconómicas sustantivas (ver Solidez macroeconómica). Fuera del Palacio Legislativo, algunas voces críticas plantearon un exceso en el despliegue de datos y cuadros estadísticos y porcentajes de difícil comprensión y alertaron sobre la necesidad de que esos números se traduzcan en las condiciones de vida y acceso a la canasta familiar de las poblaciones más vulnerables, para salir de la pobreza.
En los primeros fragmentos de su discurso, el presidente Morales pidió “al pueblo boliviano acabar la bronca para pensar en el desarrollo del pueblo”. La bronca a la que aludió el mandatario tiene su raíz en los resabios del llamado “gasolinazo”. Pudo percibirse el reflejo negativo que dejó aquella norma: es que, si bien fue derogada, permanecen los aumentos de precios y las maniobras especulativas con los alimentos que, a diferencia del Decreto 748, no retrocedieron.
Morales admitió que la inversión en las refinerías disminuyó y que, en consecuencia, la producción de hidrocarburos líquidos (gasolina y diésel) pasó de 48.546 barriles por día en 2006 a 42.668 en 2010. Reiteró que aquella decisión del 26 de diciembre de 2010 que aumentó los precios de los carburantes en un 83% tenía el objetivo de incentivar la producción de petróleo y anular la subvención de carburantes, a la que denominó como un “cáncer para la economía nacional”.
El Presidente reafirmó la necesidad de una discusión nacional sobre este tema, en extremo sensible para las organizaciones populares. Unos días después, en la primera semana de febrero, Morales y García Linera reiteraron que no habrá aumento de la gasolina hasta que no se cumpliera con una discusión participativa de la sociedad. No obstante, la Central Obrera Boliviana (COB) convocó a un paro el pasado viernes 18, en demanda de un aumento general del 20% y un salario mínimo de 8 mil bolivianos, equivalente a 10 veces el monto actual, algo que Morales calificó de “descabellado”.
Entre los desafíos para los próximos años de la Revolución se anotan la profundización de la participación de las organizaciones y movimientos como parte del conjunto del pueblo y su relación con el Gobierno. Conceptualmente el proceso se expresa en las ideas del socialismo comunitario; el Vivir Bien; socialismo del siglo XXI; nacionalismo indígena; desarrollo autonómico cerrado; desarrollismo sustentable; capitalismo de Estado. Todas estas interpretaciones, de manera neta o combinada, son parte del debate. El escenario es un pueblo en los umbrales de una nueva fase de su proceso transformador.
Diferentes voces, una conclusión
La reacción popular de fines de 2010 evidenció que lo que está en juego es el rumbo ideológico y estratégico de la revolución boliviana. Eduardo Paz Rada, profesor universitario y colaborador en Bolivia de América XXI, detecta una sensación de malestar social, de desgaste. El “gasolinazo” mostró problemas precedentes. Pero Paz Rada también señaló que entre los sectores críticos al Gobierno, incluidos aquéllos que fueron parte del Estado, no hay fuerza capaz de oponerse: hay planteamientos de demandas, pero no muestran una línea clara sobre el camino a seguir. Remarcó que están dadas las condiciones para que ocurra el salto esperado en el proceso revolucionario. En ese sentido, los sucesos de fines de 2010 abrieron las puertas a la profundización de la Revolución Cultural y Democrática.
Más allá de la bronca popular, no son pocos los que comprenden los motivos que esgrimió el Poder Ejecutivo para alumbrar el fugaz Decreto Supremo. Para Andrés Soliz Rada –ministro de Hidrocarburos en 2006, año de la nacionalización, el tema petrolero es central. Explicita que “la línea de las empresas es no permitir que se organice el sector petrolero en Ypfb”; y que “esa es una tarea pendiente”.
Soliz Rada considera que en aquel momento se podía conformar un equipo para avanzar en esta materia y que era preciso realizar auditorías a las empresas, a los campos petroleros y, a su vez, la fiscalización de los auditores. Reconoce que la disyuntiva entonces era dramática: no se avanzaba en la nacionalización si no se tocaba a la brasileña Petrobras. “Pero estaba en marcha la ofensiva de la oligarquía de Santa Cruz. Quizás Evo tenía entonces razón con sus decisiones” argumenta, aunque lamenta que se podría haber avanzado al menos en la formación del equipo.
“Evo ha aniquilado a esa oligarquía, tuvieron miedo cuando vieron la ofensiva campesino-indígena”, continúa Soliz Rada y se pronuncia de manera contundente: “Yo estoy con Evo”.
Aún así, recorriendo las calles de La Paz y otras ciudades, prevalece el sentimiento de desconcierto y desmoralización tras aquel resistido aumento de combustibles. Los consultados expresan sorpresa por la forma y por el momento del anuncio y la falta de previsión sobe las consecuencias sociales inmediatas que esto generaría en las mayorías populares.
El director del semanario La Época, Hugo Moldiz, aportó otro ángulo de análisis al observar el problema de la conformación de una nueva burguesía y burocracia, incluso en los movimientos sociales. “En 2010 el Gobierno fue administrador más que transformador”, dijo, y planteó la necesidad de pasar de la revolución política a una revolución social. El otro desafío es “cambiar la matriz productiva”.
En relación a los reclamos de varios pueblos indígenas sobre un Socialismo Comunitario, Moldiz sostiene que “la idea es socialismo desde la clase obrera y comunidades, desde los pueblos, síntesis de la lucha de clases y la lucha por la identidad”. El periodista razonó que en las raíces indígenas está la noción de propiedad colectiva y en el campesino la propiedad individual, la idea comunitaria acerca del comunismo.
Para contar con una herramienta que pueda actuar ante la ofensiva imperialista, los entrevistados expresaron su apoyo a la convocatoria de un Encuentro de partidos y organizaciones de izquierda y progresistas, que se realizará en Caracas a mediados de este año. Interpretan que ese papel hace tiempo no lo cumple el foro de São Paulo.
El director de la Escuela de Gestión Pública del Estado Plurinacional (Egpp), que depende del Ministerio de Educación, Iván Iporre, planteó la necesidad de acentuar la formación y capacitación sobre el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y la unidad latinoamericana a nivel de ministerios, cuadros militantes y dirigentes medios, movimientos indígenas y campesinos. Puntualizó, además, que hay nuevos conceptos, como el término plurinacional, que deben ser discutidos y comprendidos en profundidad, así como las ideas y posiciones en torno al desarrollo social comunitario.
Iporre remarcó que una de las tareas de la Escuela es el encuentro con los movimientos indígenas. A su vez transmitió sus expectativas en el Congreso del MAS, que tendrá lugar durante este mes de marzo. Para el director de la Egpp, pensar en Bolivia es pensar en el gran debate: la Perspectiva revolucionaria para América Latina.
Desde La Paz,
enviadas especiales
|
|
|
Nota : America XXI
0 Comentarios