Brasil gran mercado de la droga boliviana

Según un reportaje del periodista Eduardo Teixeira de la revista Veja de Brasil, la ideología del presidente Evo Morales es promover el uso tradicional de la coca, el problema es que aunque se masticasen una montaña, los bolivianos no consumirían tantas hojas de coca.


No hay país en América Latina, en que el discurso políticamente correcto y demagógico puede producir resultados tan desastrosos, como en Bolivia. No hay país de la región que pueda ser tan afectado por esa causa, entre ellos Brasil.
En el poder desde 2006, Evo Morales predica una versión local del socialismo, el movimiento indígena y el bolivarianismo. Los resultados se observaron cuando se nacionalizaron las refinerías de gas, propiedad de Petrobras.
Otro de los recursos naturales que Evo Morales defiende con vehemencia es la planta de coca, típica de la región andina, utilizado desde la época precolombina. La hoja, masticada por los bolivianos -aumenta la resistencia a la altura y al trabajo físico; sin embargo, nada comparable a la euforia que causa uno de sus derivados más poderosos y nocivos, la cocaína.
El presidente boliviano trabajó como productor y hasta ha masticado hojas de coca en una reunión de la ONU en Viena. En la nueva Constitución escrita bajo su gestión, la planta ha adquirido la condición de recurso natural renovable de la biodiversidad en Bolivia y un factor de cohesión social.
Hasta aquí ningún problema, salvo por el hecho de que las hojas destinadas al uso prohibido, como materia prima en la cocaína, sobrepasan en gran cantidad al uso permitido para el masticado tradicional. En cuatro años, la pasta de coca y cocaína en Bolivia aumentó un 41%. La mayor parte es traficada hacia el territorio brasileño, donde abastece al vicio, la criminalidad y la corrupción. Mucha droga ingresa a Brasil, proveniente de los países vecinos y es destinada a otros consumidores, pero la que mayormente ingresa es la boliviana. De las 40 toneladas de cocaína que se consume anualmente en el país, más del 80% son de Bolivia.
Este próximo 6 de diciembre, Evo Morales se juega la reelección, prácticamente sin oposición. La vida de la mayoría de los bolivianos mejoró mucho, poco o nada, más el estilo populista y la identidad aimara -uno de los grandes grupos indígenas de Bolivia- alimentan su popularidad. La defensa de la coca también.
El principal reducto electoral de Morales es la región del Chapare, donde está la mayor parte de los cultivos de coca. Fue allí donde él, empezó su carrera política al luchar contra la erradicación de las plantaciones de coca. Con bloqueos y protestas, ayudó a derrocar a dos presidentes.
Incluso después de su elección, mantuvo la posición de liderazgo de las seis federaciones de productores de coca. En sus discursos, sostiene que está a favor de la coca y en contra de la cocaína. En la práctica, más del 95% de las hojas cultivadas en el Chapare van destinadas a la fabricación de droga. Para atender el uso tradicional, bastarían 7.000 hectáreas. Morales ya anunció que el límite legal debería ser de 20.000 hectáreas. “El Presidente prometió que ampliaría los cultivos de coca y lo está cumpliendo”, constata Franklin Alcaraz, director del Centro Latino-Americano de Investigación Científica (Celin), el autor de un trabajo sobre la receta proporcionada por la hoja de coca, sea esta legal o ilegal.
La medida más drástica adoptada en el marco de la promoción de la coca fue expulsar a la DEA norteamericana en noviembre del año pasado, bajo la falsa acusación de promover el golpismo. La agencia apoyaba a la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn), unidad de la Policía boliviana responsable de la erradicación de cultivos ilícitos y laboratorios.
La DEA completaba el sueldo de la policía, pagaba la factura de teléfono y el combustible de vehículos. Sufragó los gastos de formación e incluso de los uniformes de los efectivos. Con la Felcn fuera de acción, los resultados eran predecibles.
Desde 2007, la refinación de la droga ha tenido que pasar a manos de especialistas traídos de otros países, como ser los traficantes colombianos. Sus rivales en brutalidad y conocimiento de la materia, son los mexicanos, también están explorando el territorio. En sus países, el tráfico en alta escala, provocó niveles de criminalidad y de destrucción de las instituciones que amenazan la propia existencia de la sociedad / REVISTA VEJA

Disminuyó la lucha y aumentó la cocaína

“Como la producción de coca aumentó y disminuyó la lucha, era evidente que más droga llegaría a Brasil”, dice el oficial Dórea Luiz de Castro, coordinador de la ejecución de Estupefacientes de la Policía Federal.
Desde que Morales llegó al poder, la incautación de cocaína a manos de la Policía Federal de Mato Grosso do Sul, se ha casi duplicado. En Mato Grosso, se cuadruplicó. Para compensar la expulsión de la DEA, la Policía Federal ha llegado a acuerdos con el Gobierno boliviano para entrenar a la Policía, además del intercambio de información. “Podemos ayudar, pero es imposible sustituir el trabajo que fue hecho por la DEA”, dice Dorea.
En el Chapare, el programa antidrogas, ahora extinto, también tenía un brazo social, a través de Usaid, que financiaba proyectos sociales y promovía las plantaciones de de piña, cacao, café, melón y plátano.  En un año, las exportaciones de frutas de la región, cayeron en 41%.
La coca boliviana
Con apoyo oficial la plantación de coca, la producción destinada al uso tradicional y al tráfico están en ascenso en Bolivia.
Área de cultivo de coca
(En hectáreas)
Antes de Evo Morales (2005)- 25.400
Después de Evo Morales (2008)- 30.500
Aumento de 20 por ciento
Producción de cocaína y pasta de coca (En toneladas)
Antes de Evo Morales (2005)- 80
Después de Evo Morales (2008)- 113
Aumento de un 41 por ciento

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