Estudio revela que el 92% de la soya que se produce en Bolivia es transgénica

Un estudio revela que el 92% de la soya producida en el país es transgénica y que el producto fue sembrado, en la gestión pasada, en 780.000 hectáreas (ha), equivalente al 88% de la superficie cultivada del departamento de Santa Cruz.



El dato fue reflejado en la investigación “Bolivia: Desarrollo del Sector Oleaginoso 1980-2010”, del doctor en Economía Agrícola, Hernán Zeballos. El libro fue expuesto en el foro del mismo nombre organizado por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo).
El presidente de la Anapo, Demetrio Pérez, corroboró la información contenida en el estudio y aseguró que el 90% de la producción es transgénica y que el 10% se la produce de manera agroecológica. Del cultivo de soya se elabora la torta de soya y los aceites y es uno de los principales productos de exportación de Bolivia.
El productor cruceño añadió que el 30% del total de la producción del producto “es consumida en Bolivia en harina, aceite y torta de soya, mientras que la cascarilla es el principal insumo para el sector lechero”.

AHORRO. Zeballos explicó que el 92% de la superficie sembrada con soya cuenta con variedades transgénicas resistentes al herbicida Glifosato, desarrollado para la eliminación de hierbas y arbusto. Añadió que estas variedades han mostrado un rendimiento de 2,3 toneladas (t) por hectárea y significan un ahorro de $us 80 por ha.
Según los datos de Anapo, citados en el libro, la Exposoya del 2011 presentó seis nuevas variedades de semillas de soya transgénica resistentes a las plagas y el clima. Las semillas transgénicas son: Mahogany, Asai, Paraná, Niágara, Po 637 y la Tornado.
Hoy en día en el país hay 48 variedades de soya transgénica cultivadas en Santa Cruz y una parte en Tarija. Pérez informó que desde el 2004 y de forma abierta el país incursionó en el cultivo de soya transgénica. “El uso de transgénicos nos ha permitido superar los problemas para producir soya, teniendo en cuenta los altos costos de producción que se deben hacer con la semilla convencional, que es difícil controlar por la maleza y las enfermedades”, explicó el productor.
La Ley de la Revolución Productiva promulgada el 26 de junio establece la creación de institutos agropecuarios en cada departamento para formar técnicos y promover la biotecnología, lo que no significa el fomento del uso de transgénicos. Además, el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria (Iniaf) realizará la certificación de las semillas que se hagan uso para la producción de alimentos.
El artículo 15 de la norma prohíbe la introducción de organismos modificados en paquetes tecnológicos o transgénicos que pongan en riesgo la biodiversidad, el patrimonio genético, la salud de la población y la vida.
Sobre los daños a la salud que pueden causar los productos transgénicos, Pérez señaló que “no existe un estudio serio o una investigación de un centro certificado que compruebe los efectos en la salud (...). En el mundo ya se producen 73 millones de hectáreas con soya transgénica y 47 millones con maíz transgénico. El Gobierno central debe incentivar este tipo de producción para garantizar la seguridad alimentaria”, sostuvo.
El productor cruceño acotó que en un futuro los productos que utilizarán este tipo de semillas serán las del arroz, girasol y la caña de azúcar.

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