Desde hace bastantes años, el fútbol en nuestro país tiene efectos frustrantes, especialmente cuando actúan nuestras selecciones y equipos en acontecimientos regionales y mundiales, con resultados que, para los técnicos y los mismos jugadores, se convierten solamente en una especie de entrenamientos que nos llevan a tener "contacto y experiencia internacional", premisa que se mantiene aún en estos días.
Cambios de técnicos, ingreso de nuevos jugadores, algunos de ellos provenientes de cuadros de otras latitudes, son la constante, con entrenamientos y compromisos que, a la hora de la verdad, no nos están llevando más allá de encontrarnos en la cola de las tablas de posiciones, como ha sucedido en el campeonato de la Copa América.Hace algún tiempo, unos dos años, nuestra selección goleó a su par de la Argentina, por seis goles a uno, ante el entusiasmo público y la protesta de los argentinos, haciéndonos creer que ya terminó el tiempo de las goleadas y de las frustraciones, que han sido las características en este deporte, pero, al final, el resto de los encuentros nos llevaron nuevamente al fondo de la tabla.
En los últimos encuentros, empezamos empatando con el mismo país, haciéndonos prever en una mejor actuación, pero Costa Rica nos doblegó, lo mismo que Colombia, encontrándonos con las mismas explicaciones de que la selección se preparaba para el próximo mundial. Pero qué es lo que sucede, nos preguntamos, ante la indignación de los bolivianos, muchos de los cuales viajaron a campos deportivos vecinos, para salir amargados de esas contiendas.
El discurso, las recomendaciones periodísticas y los análisis que se hicieron y se hacen todavía, nos inducen que se debe alentar y preparar a nuevas generaciones de futbolistas bolivianos, lo que, al parecer, se hace, pero no en la forma sistemática y recomendable para estos casos, ya que los seleccionados siempre son veteranos, evidentemente con mucha experiencia pero que no nos ofrecen los resultados que esperamos.
Debemos recordar que hace años las selecciones de Venezuela y de Chile se encontraban por debajo de la calidad del fútbol boliviano, pero ahora las mismas se encuentran encima de él y con mayores perspectivas para cambiar el panorama latinoamericano del balompié, mientras nosotros no "despegamos" aún de la frustración y, por qué no decirlo, de la mediocridad.
Es cierto que debemos actuar con patriotismo y alentar a nuestros jugadores, en las buenas y en las malas, pero a este paso solamente lo hacemos en las malas, costumbre ya inédita pero que no deja de indignar a la hinchada.
Las autoridades del fútbol, con la experiencia que tienen, están obligadas a buscar salidas y soluciones a este gran problema nacional, el que parecería que no tiene importancia pero que sí tiene efectos sicológicos demasiado impactantes.
¿Se tratará sólo del cambio de técnicos, de mayores refuerzos externos, de la creación de una escuela de fútbol, de dar oportunidades a los jóvenes?, o no será que nos falta una política en este deporte y en general en todos, para solucionar los problemas que tenemos y que se encuentran como un ejemplo en la vida deportiva nacional.
Nota: Jornada
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