Riesgos ambientales, a la seguridad alimentaria, a la salud y la perspectiva jurídico constitucional debieran reflexionar a la ciudadanía boliviana, aseguran en la entidad ambientalista “En términos ambientales, sería extremadamente peligroso introducir transgénicos en Bolivia, por que podríamos arriesgar la diversidad nativa y la seguridad alimentaria, debido a la contaminación horizontal de pólenes y genes que afecta a la biodiversidad y a los cultivos tradicionales”, aseguró Carlos Pelaez daza, Presidente de Directorio de la Liga de Defensa del Medio Ambiente, Lidema.
“La posición nacional debería promover la producción orgánica y eliminar los transgénicos de los procesos productivos nacionales, no sólo porque podrían sumir a los campesinos empobrecidos en una gran dependencia; sino porque nos dejaría sin posibilidades de competir con nuestros productos en el mercado internacional y dirigirnos a mercados justos que pagan buenos precios por productos orgánicos”, acotó Pelaez al asegurar que “por ejemplo, la soya orgánica boliviana tenía un buen mercado en Colombia y otros países de la CAN, que se perdió al transformarse en transgénica”.“En términos de seguridad y soberanía alimentaria, los trasgénicos las ponen en riesgos porque nos hacen más dependientes de semillas y agrotóxicos ligados a ellas. Es decir, nos hacen dependientes de las grandes transnacionales productoras de semillas transgénicas y los agrotóxicos asociados a ellas”, sentenció el Presidente de Lidema.
En relación a la salud, Pelaez afirmó que “sigue en debate el elevado riesgo que los transgénicos implican para la salud humana, debido a que se siguen utilizando partes de genes de organismos altamente patógenos, que son virus de alta toxicidad, por su alta capacidad de recombinarse, y que actualmente están provocando epidemias como el caso de las coliformes en Europa”, aseguró Pelaez. “No debemos olvidar que los transgénicos vienen asociados al uso intensivo de agrotóxicos, como el glifosato, cuyos funestos impactos en la salud humana han sido ampliamente demostrados”, acotó.
En materia jurídico constitucional, “la CPE señala , en su art. 409, que la producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada por Ley; en tanto que el Art. 255 señala que la negociación y suscripción de tratados internacionales se regirá por los principios de: inciso 8, seguridad y soberanía alimentaria para toda la población; prohibición de importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados o tóxicos que dañan la salud y el medio ambiente”, aseguró.
“No se entiende el espíritu de los legisladores al redactar la CPE, ya que, por una parte, prioriza la seguridad y soberanía alimentaria y prohíbe los transgénicos y, por otra, abre la posibilidad de su utilización a partir de ley específica. Es necesario recordar que la primera versión de la CPE prohibía la introducción y utilización, por lo que nos preguntamos, a qué se debió esta modificación final”, cuestionó.
Pese a haberla solicitado, Lidema no habría podido acceder al anteproyecto de Ley, lo que para Lidema “muestra que no hay apertura para manifestarse sobre su contenido”; pero la posición de LIDEMA al respecto es que “los transgénicos son una especie de caja de pandora, por las incertidumbres que su uso implica, y por ello apelamos al principio precautorio que señala que no se pueden dejar de tomar decisiones en ausencia de certidumbres científicas, debido a que ello puede tener impactos irreversibles aún no conocidos”, aclaró Pelaez.
“No es razonable que las autoridades planteen que hay que demostrar los daños antes de pensar en su prohibición, porque una vez que los daños se vean, será tarde para remediarlos. Esto contradice la defensa de la Madre Tierra y el derecho a un ambiente sano, señalados por la CPE”, acota.
“Los que se beneficiarán de esta medida son las grandes transnacionales, como SINGENTA y MONSANTO, las logias y las roscas, en desmedro de la seguridad alimentaria, ya que la producción proveniente de estos emprendimientos no va a la mesa de los bolivianos, por lo que no aporta, sino socaba la seguridad y soberanía alimentaria”, asegura Pelaez
Además, “en base a estos cultivos avanza la frontera agrícola, especialmente sobre bosques nativos en buen estado de conservación, porque los productores no invierten en el mejoramiento de suelos, ya que deforestar les es más barato que cuidar el recurso suelo”, advirtió.
“También preocupa que el gobierno esté apoyando los intereses de las grandes corporaciones del Oriente, que son las más interesadas en la introducción de transgénicos, ya que su uso les ahorra mano de obra y supuestamente aumenta su producción”, concluyó.
La Riqueza de agrobiodiversidad nativa de Bolivia incluye más de 1400 variedades-ecotipos de papa; más de 3.000 de quinua, más de 1400 de maíz.
Nota: Santa Cruz Hoy
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