Paceñismos como waskiri o cauca se imponen en la lengua

Los paceños convirtieron el americano hot dog en “jádoc” y, por lo tanto, quienes los preparan en las esquinas de La Paz pasaron a ser “jadoqueros”.



    Wara Vargas/Página Siete
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    Varias palabras que se forjaron en La Paz y fueron utilizadas inicialmente sólo en este departamento terminaron ganando terreno en otras latitudes hasta hacerse parte de un patrimonio que comparten los bolivianos. Pero, además, la forma de hablar de los paceños también ha conquistado a extranjerismos para conjugarlos a su manera y renovar el lenguaje. “Cuando las formas lingüísticas trascienden el ámbito local y se extienden a otras ciudades, llegan a transformarse en bolivianismos, a condición de que cumplan con los requisitos de extensión y permanencia en el uso”, recordó Raúl Rivadeneira, académico de la Lengua. “Por ejemplo, las palabras de origen aimara alasita y pascana (feria de venta de objetos en miniatura y lugar de descanso del viajero, respectivamente), se usan en toda Bolivia y en parte del Perú y el norte argentino” y fueron incluidas en el Diccionario de Americanismos 2010, según el investigador. Múltiples transformaciones El investigador llamó la atención sobre “la interesante transformación de algunos extranjerismos en paceñismos”. “Por ejemplo: hot-dog se dice en La Paz jádoc, de donde se ha formado el sustantivo jadoquero, así como de whisky derivamos wiscacho y de sándwich sanguchero”, dijo Rivadeneira. No obstante, hay paceñismos inconfundibles “como la exclamación interrogativa ‘¿acasooo?’ y la interjección exclamativa ‘¡yaaaa!’, tanto para expresar duda y asombro como para burlarse o mofarse de algo o de alguien”. “En La Paz llamamos trancazo a una formidable borrachera y trancadera al embotellamiento de vehículos”, dijo Rivadeneira. Paceñísimas voces No obstante, hay varias palabras cuyo origen es inconfundible, pues llevan el sello de los habitantes de La Paz. “De vieja data son varios términos y alocuciones que bien podrían denominarse como ‘paceñísimos paceñismos’, que a veces conservan su estructura morfológica y fonética como chairo, imilla y tunta o que siendo voces aimaras o quechuas se castellanizan, por ejemplo, chasquearse, acullicar o canchearse”, dijo el académico. Alasita, acullico, aguayo, cachaña, chacharse, chairo, chiwiña, chucuta, chuño, tunta, chamuña, ekeko, cauca o kauka; khelli, khotu o cotu; llaucha, mariconearse, muruimilla, mockochinchi, pascana, pasankalla, quimsacharani, sultana, tabear, thantawawa, thinkazo, thunkuña, thusu, waskiri, wislulo y yungueño (cóctel de naranja), son palabras también consideradas “paceñismos”. Y, por supuesto, el investigador no olvidó algunas alocuciones típicas del departamento, de peculiar composición, como “‘así diciendo ha dicho’, ‘¿qué diciendo ha venido?’, ‘bien mal me ha ido’ o ‘bien harto ha llorado’”. 

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