Hay otra Sucre en la zona norte. Esta jurisdicción vive una realidad distinta a lo que muchos capitalinos están acostumbrados a ver. Otra Sucre se erige a pico y pala y con mucho esfuerzo en una zona donde el agua es un tesoro y los vecinos hasta pagan por conseguirla. El polvo y las piedras tienen fuerte presencia en un paisaje casi desértico donde los niños crecen jugando con la tierra y comparten el bullicio con las ovejas y los perros.
La zona norte es una realidad que no acobarda a los miles de migrantes que han empezado a ocuparla. Las centenas de construcciones que se alzan en las ordenadas calles dan cuenta de ello, en un lugar sin comodidades donde los bordillos o aceras son un anhelo y en donde son habituales sólo los coches duros. El aterrizaje o despegue de los aviones es un pasatiempo ya común en la zona norte. Su ubicación tiene una vista privilegiada de toda la pista del aeropuerto Juana Azurduy.
Hay mucha gente del norte de Potosí y de las provincias. La cultura del tinku y la música autóctona de provincias como Chayanta están arraigadas entre sus moradores; gente que llegó a Sucre en busca de una mejor vida.
Don Román, por ejemplo, natural de Ocurí, ve que el clima de Sucre es “mejor” que las gélidas temperaturas potosinas. Se vino con toda su familia hace un año y ve con mucha esperanza el crecimiento de su barrio Cerro Verde. Su hija mayor vende gelatinas y yogurt en bolsita, para ayudar en la economía familiar.
En esta zona de la ciudad no es muy común ver propiedades delimitadas con muros. El parket, el vidrio, el mosaico o la teja colonial son materiales inalcanzables. Los más pudientes tienen tanques de almacenamiento de agua destinados al tesoro más preciado del lugar. No falta algún taxi Toyota Corolla en la puerta de algunas viviendas. Hay unas pocas de dos pisos. De ahí en más todo es esperanza.
Los 26 barrios de la zona norte son colindantes y están muy bien delimitados. Todos tienen sus estandartes y sus dirigentes comulgan en una dirección supra barrial bajo una presidencia de la zona norte. Están bien organizados, según comenta orgulloso el presidente de la zona norte, Dionisio Durán.
La pujanza y la unidad les han permitido hacerse escuchar en varias oportunidades ante las autoridades municipales y las empresas de servicio. De a poco y a paso lento, la atención va llegando. De la energía eléctrica no se quejan porque CESSA ya ha llegado a cubrir sus principales demandas, aunque hay otros sectores que han empezado a extenderse y pronto requerirán más conexiones.
El transporte es aún insuficiente. La única línea que llega hasta esta zona es la “Q”. Según algunos vecinos, los micros pasan cada 15 minutos y, a veces, cada media hora y lo hacen por la avenida principal; de allí distan varias cuadras para que los norteños lleguen a sus barrios. Esa arteria, la principal, se llamará “Avenida Evo Morales”, autoridad con mucha pegada en la zona. La Alcaldía tiene luz verde para gestionar un crédito para construir esa obra.
Cuando escasea el agua, se secan las pilas comunales. Los vecinos tienen que hacer largas colas, respetar los turnos o, finalmente, apelar a las cisternas privadas que, a llamado, acuden y llenan cada turril por Bs 8.
En época de lluvias se vive otra epopeya. Se debe combatir el barro y las enfermedades. Los que más sufren son los niños que recorren grandes distancias para llegar a las escuelas. Así, lo relata Luis David, de 13 años, que acude a la escuela de Horno K’asa.
Otro problema: la inseguridad. Los barrios de Miraflores, Bicentenario, Artemio Camargo, Alto Munaypata, Villa Guadalupe, Roberedo, Villa Tunari, Tokio, entre otros, han colgado muñecos en los postes de luz en señal de advertencia a los antisociales, “Ladrón que sea encontrado infraganti será quemado”, reza uno de los letreros que acompañan a los señuelos. María Luz, una adolescente del barrio San Sebastián, recuerda que esos muñecos fueron colgados, no tanto por los ladrones, sino más bien porque se produjeron muchas violaciones.
Teléfono fijo, internet y Tv cable son algunos lujos que, por lo pronto, son inaccesibles para estos habitantes de la Capital del Estado.
ALCANTARILLADO Y AGUA AVANZAN
Hasta hace algunos años, la zona norte de la ciudad no estaba ni siquiera dentro del área de servicio de la empresa local de agua potable. Fue el ex ministro de Agua René Orellana quien hizo gestiones a través de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua, para incorporar a la zona norte en el área de influencia de ELAPAS, pero sobre todo para conseguir financiamiento.
La primera conexión de agua llega a la zona norte desde Cajamarca, mediante el proyecto Khatalla. Este proyecto ha posibilitado que se extiendan pilas comunales a los barrios de esta área. Una segunda fase de intervención de ELAPAS fue inaugurada ayer y estará a cargo de la constructora Delgado, que no debe tardar más de nueve meses. El costo es de Bs 1,8 millones. Se trata del tendido de la red secundaria que, a futuro, posibilitará llevar el agua hasta los domicilios. Esto será posible una vez que se materialice el proyecto de dotación de agua a la ciudad mediante el Sucre III, desde Sasanta, según detalló el gerente general de la empresa de agua, Gonzalo Tirado. Actualmente, en la zona norte, también se construye el alcantarillado.
Los norteños están contentos con las obras, sin embargo. Ayer, durante el acto inaugural organizado por ELAPAS y que contó con la presencia de la alcaldesa interina de Sucre Verónica Berríos, no ocultaron su anhelo de que el agua llegue a sus casas. Armaron arcos y caronas multicolores y bendijeron el inicio de obras, empero, también pidieron “conexiones domiciliarias”.
Los compromisos están sobre la mesa y serán honrados, les respondió la Alcaldesa que llegó al barrio Molle Molle A en silla de ruedas y donde rompió un cantarito con chicha, alegoría con la que “challó” el inicio de la obra. Hubo comida, música, bailes y fiesta.
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