La marcha social más multitudinaria en 20 años de democracia avanzó hoy desde cuatro puntos de la capital hacia el centro de Santiago, donde los manifestantes intentaron acercarse al Palacio de La Moneda, la sede del gobierno chileno.
Miles de chilenos protestaron en forma completamente pacífica con colores, bailes y batucadas por una reforma profunda al sistema político y económico, a la educación y al fin de las desigualdades en el país.
Por primera vez se vio marchar a dirigentes políticos de la oposición que fueron increpados por algunos asistentes a la manifestación. Un fuerte contingente de Carabineros bloqueó los accesos al palacio de Gobierno, pero los manifestantes insistieron y se congregaron en la Alameda con San Martín, a tan sólo dos cuadras de La Moneda.
Los manifestantes se sentaron en la calzada, en señal de paz, pero también con la convicción de no retroceder. El gobierno cifró en 9,1 por ciento la adhesión al paro, mientras que la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, precisó que más del 80 por ciento de los trabajadores públicos paralizó sus labores.
La mayoría de los hospitales, consultorios de salud, oficinas del Servicio de Impuestos Internos y el Registro Civil, entre otros, funcionaron con turnos éticos. El ministro de Economía, Pablo Longueira, señaló que el paro es "inútil" pero reconoció que si no pudiera pagar la educación de sus hijos "también estaría marchando".
El presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, destacó que "este movimiento ha dado un nuevo salto en la calidad de sus reivindicaciones políticas y en la masividad con que las manifiesta".
Por su parte, la presidenta de la Confederación de Estudiantes de Chile, Camila Vallejo, sostuvo que "la educación es un problema social y también de nuestras familias" y anticipó que "se está pensando en nuevas convocatorias y no se descartan" mientras no haya una respuesta del Gobierno.
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