Blooming entró en una mini crisis porque le falló el "10", el mediocampista ofensivo que trajo como refuerzo para el segundo semestre de la temporada. ¿Es para tanto? Y, sí. En el fútbol, sí.
El "10", número mítico en el fútbol aún en estos tiempos en los que se empezaron a utilizar numeraciones ridículas. Pelé y Maradona se encargaron de convertirlo en un símbolo de la excelencia futbolística.
Es, era, el número que utilizaba el jugador creativo, talentoso, genial en algunos casos; el encargado de darle un toque de distinción al juego. Hábil, técnico, buen lanzador y con visión de juego, o "panorama" futbolístico. Una especie de director de orquesta que ayuda a funcionar mejor los demás.
Por eso, no es cosa menor en un equipo de fútbol cuando le falta ese jugador, el "10", o si no funciona como se espera. Cuando el "10" no rinde, un equipo está cojo, no hace pie, le cuesta ordenarse y jugar bien. Ahí está este Blooming como ejemplo de ello.
Para la Academia se ha convertido en un dolor de cabeza encontrar el jugador distinto, aquel que supo tener en diferentes épocas de su historia, para que le aporte esa cuota de jerarquía y talento que requiere todo equipo de tres cuartos de cancha hacia adelante.
Hagamos un poco de memoria. De los 70 para acá, podemos empezar por el brasileño Moscatelli en la era asociacionista, pasando luego por Carlos Enrique "Lalo" Huguenet, Emilio Albacetti y Cándido Orihuela, cuando arrancó la Liga.
Después otros nombres ilustres. En los 80, Gastón Taborga, Ángel Guillermo Hoyos, Adriano Custodio Mendes y Víctor Hugo Andrada. Los años 90 con Julio César Amarilla y Celio Alves, hasta llegar al "reinado" indiscutible de Limberg Gutiérrez. Después vino el ciclo exitoso de Joselito Vaca, quien al marcharse dejó un vacío que Blooming no puede llenar.
Hoy, Limberg Gutiérrez ni el argentino Egardo Díaz colman las expectativas. Por eso la Academia colocó nuevamente un letrero en su puerta: Se busca director de orquesta.
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