ROBERTO LASERNA
ECONOMISTA, SOCIÓLOGO Y CIENTÍSTA POLÍTICO
CIUDAD NATAL:
Cochabamba
FECHA DE NACIMIENTO:
4 de mayo
HIJOS:
Dos mujeres y un varón
ESPOSA:
Myrtha Fernández
FORMACIÓN:
Sociología y Ciencia Política en la Universidad de California, Berkeley.
Es el investigador que ha desmenuzado el carácter del rentismo. Y también el pensador que orienta creativamente sobre el futuro. Afirma que nuestra economía es hoy, más vulnerable y dependiente de lo que venía siendo en anteriores gestiones.
Comencemos definiendo brevemente qué es el rentismo.
R.L.: El rentismo es un comportamiento orientado a la extracción y aprovechamiento de las rentas. Las rentas son aquella parte del valor económico que proviene de una riqueza preexistente. Es positivo cuando permite que los recursos existentes sean puestos a disposición de los productores. Si la dueña de la tierra fuera una anciana que no la puede trabajar, ponerla a disposición de un agricultor beneficia a ambos, pues ella obtiene un ingreso y el agricultor cultiva la tierra sin inmovilizar su capital comprándola.
El rentismo es negativo cuando atrae de tal manera los esfuerzos y la creatividad de la gente, que termina absorbiéndolos y limitando su capacidad productiva. Esto ocurre cuando no están claros los derechos de propiedad sobre la riqueza preexistente, ya que en ese caso la gente se obsesiona por las rentas y en su disputa puede llegar al conflicto y la violencia.
La gestión de Evo Morales ¿ha profundizado el esquema rentista? ¿Qué tipo de modelo económico es al fin éste, del “proceso de cambio?
R.L.: El 2005 publicamos un libro describiendo “La Trampa del Rentismo” y advertimos que el país podía caer en ella. Teníamos una institucionalidad estatal débil y una alta desigualdad social, con una práctica de corporativismo y conflictividad muy fuertes, y crecientes expectativas de consumo. Solo faltaba que aumentara el flujo de dinero de la explotación de nuestros recursos naturales para que la trampa estuviera armada y cayéramos en ella, como ya lo hicimos antes, desaprovechando las riquezas de la plata y del estaño.
Pero nos deslumbró el dinero y, tal vez sin quererlo, volvimos a caer en ella. Con la nacionalización concentramos las rentas del gas en el Estado en momentos en que, además, nos embarcamos en su reforma integral, debilitando aún más la institucionalidad. Así, se agravaron dos de las condiciones que hacen a la trampa: la concentración de la renta y la debilidad institucional. Era previsible la creciente conflictividad social y las serias dificultades de gestión que tiene el gobierno, incluyendo el despilfarro y la realización de “inversiones” improductivas. Vivimos un boom como cualquier otro, que nos permite importar hasta comida japonesa para mascotas, pero que no está fortaleciendo la capacidad productiva a fin de darle sostenibilidad al crecimiento.
¿Es posible pensar en la perspectiva de generar mayor crecimiento económico y, con ello, reducir la pobreza?
R.L.: Podíamos haber evitado la trampa del rentismo si hubiéramos obedecido el principio constitucional de que los recursos naturales pertenecen a todos los bolivianos. Es decir, si hubiéramos reconocido a todos los bolivianos la propiedad de esa riqueza y por tanto el derecho de recibir directamente la parte que le corresponde.
Con una renta asegurada y seguros de disfrutar de nuestro derecho, los bolivianos no necesitaríamos organizarnos en sindicatos, juntas o regiones para hacer valer nuestro derecho a disponer de una parte de las rentas, bajaría la conflictividad y la presión sobre el gobierno, y dedicaríamos nuestros esfuerzos a algo más productivo que bloquear, marchar y hacer paros.
El gobierno, a su vez, se libraría de ese tipo de presiones, y se fortalecería a partir del cobro de impuestos para dar los servicios públicos en la proporción y calidad que la gente soporte. Cambiaría la relación entre la sociedad y el Estado, de manera que este, en vez de distribuir favores, sería un verdadero servidor público, dependiente de los ciudadanos, sus contribuyentes.
En Fundación Milenio evaluamos la factibilidad de estas ideas con proyecciones y modelos de simulación diversos, encontrando que de ese modo tendríamos más crecimiento y la pobreza caería más rápidamente.
Si nos ponemos en la perspectiva de los defensores del actual modelo económico, nos dirán que se está haciendo mucho en mejorar la salud de la economía y favorecer a los pobres. De hecho, varios indicadores los respaldan. ¿Cuán sustentable es esta visión?
R.L.: Hay indicadores que alientan cierto optimismo, pero nuestra economía es hoy más vulnerable y dependiente.
Es la bonanza exportadora más grande y prolongada de nuestra historia económica pero no la estamos aprovechando. Las exportaciones se han multiplicado varias veces con respecto al pasado y acumulamos reservas en un nivel extraordinario, pero crecemos menos que nuestros vecinos y en rubros claves de la producción, como el agrícola, estamos estancados.
Si algo ha funcionado ha sido la entrega de bonos. Es eficaz porque llega directamente a la gente y esta lo usa, como lo hemos comprobado en nuestras investigaciones, con prudencia y sabiduría. Sobre todo la Renta Dignidad, que es una ampliación del Bonosol. Yo estimo que entre uno y dos puntos de crecimiento del PIB se deben a los bonos, por su efecto multiplicador en los mercados, que abren oportunidades también a productores pequeños. Eso tiene un impacto más productivo que un satélite chino, por ejemplo, o que los aviones y helicópteros que se están comprando. No entiendo por qué las transferencias, que son buenas en lo económico y también políticamente rentables, no se amplían al resto de la población.
¿Cuál es la ruta correcta para crecer económicamente e ir reduciendo la pobreza?
R.L.: Los bonos nos recuerdan que el desarrollo no lo generan los Estados, sino la gente. Cuando los Estados dejan de distorsionar la estructura de incentivos y permiten que la gente despliegue sus capacidades productivas, aparecen los innovadores, se crean nuevos emprendimientos, se aprovechan las oportunidades. La gente responde a estímulos. Si el estímulo proviene de las rentas que concentra el Estado, la gente se vuelca a la arena política y lucha por capturarlas. Eso dura lo que duran las rentas, y daña el funcionamiento de la economía a largo plazo.
Para encontrar la ruta correcta tenemos que liberarnos de la trampa del rentismo. Liberar al Estado de las presiones sociales que le impiden actuar con racionalidad, y liberar a la gente de la ansiedad por capturar esa parte de las rentas que le pertenecen. Cuando eso ocurra encontraremos el camino del desarrollo, porque el Estado estará al servicio de la gente, y la gente tendrá seguridad de que puede contar con las riquezas naturales como base de su propia iniciativa. ¿Cuál será esa ruta?
Es imposible saberlo pero estoy seguro de que la encontraremos, porque será producida por la interacción creadora de millones de bolivianos libres en busca de su bienestar.
'Si algo ha funcionado ha sido la entrega de bonos. Es eficaz porque llega directamente a la gente y ésta lo usa, como lo hemos constatado en nuestras investigaciones. En especial la renta dignidad'.
Investigador a tono con la tecnología
ROBERTO LASERNA EXPONE TAMBIÉN SUS PUNTOS DE VISTA A TRAVéS DE SU CUENTA EN LA RED SOCIAL TWITTER @ROBLASER DONDE TENÍA HASTA AYER 1.048 SEGUIDORES.
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