Standard & Poor’s (S&P), Global Ratings empresa de servicios financieros, rebajó la calificación de Bolivia de ‘CCC+’ a ‘CCC-‘ con perspectiva negativa y consideró que la capacidad del país para pagar su deuda externa se verá afectada por los elevados pagos de ese servicio a partir de 2026 y el acceso limitado a los mercados de bonos externos.
Según el reporte, “las disputas políticas en medio de las próximas elecciones limitarán la capacidad del gobierno para abordar los desequilibrios macroeconómicos, como una brecha cada vez mayor en el tipo de cambio paralelo y el aumento de la inflación”.
“La perspectiva negativa indica el riesgo de una rebaja en los próximos seis a 12 meses si el perfil externo de Bolivia se erosiona y perjudica aún más su capacidad para pagar su deuda comercial”, remarcó el informe.
El informe recomienda asumir políticas decisivas que mejoren la liquidez externa de Bolivia y apunten a un perfil fiscal más sostenible.
“Abordar el deterioro de los desequilibrios macroeconómicos sería un primer paso para mejorar la confianza de los inversionistas y obtener un mejor acceso a los mercados de deuda externa”, se lee en el informe de S&P.
En abril, Moody’s Ratings anunció también la rebaja de la calificación de emisor y deuda del gobierno de Bolivia de Caa3 a Ca. Esta decisión responde a lo que la agencia califica como “una gobernanza muy débil” que elevó el riesgo de una crisis de balanza de pagos y de un posible default.
S&P
Los informes se dan en un contexto en el que el Gobierno está afectado por la falta de dólares y las trabas en la Asamblea Legislativa para aprobar créditos para pagar la deuda externa, comprar combustible y atender el voto en el exterior para las elecciones generarles de agosto.
Como ocurrió en varias oportunidades, el Gobierno rechazó los informes de Mood’ys argumentando que la medida “no refleja de forma precisa la realidad económica y financiera de Bolivia, en un contexto internacional adverso y de profundas transformaciones”.
Sin embargo, el propio presidente Luis Arce alertó el 17 de junio, que Bolivia está en riesgo de incurrir en un incumplimiento del pago de su deuda externa si no consigue nuevo financiamiento.
«Estamos procurando no entrar en ‘default’. Tenemos toda la intención de pagar nuestra deuda, ¿pero si no tenemos los recursos?», señaló el mandatario en una entrevista con AFP.
Según cifras del Gobierno, se necesita hasta diciembre 2.600 millones de dólares para la importación de carburantes y el pago de la deuda externa.
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