El múltiple campeón mundial de ajedrez visitó el país

Tablas en todo. Evo Morales le regaló un juego de ajedrez a Anatoly Karpov y éste retribuyó con otro. Lo único diferente: las piezas de los juegos. Del Presidente boliviano, con rasgos indígenas, el peón tenía el rostro de un campesino. El de Karpov, fichas modernas, ésas que tienen imán en la base y no pierden nunca la verticalidad. Imbatibles, como lo fue él en su época de campeón mundial.
Después, frente a frente, divididos por el tablero, en el Salón de los Espejos, en el Palacio, otras tablas ya en el juego. Doce movimientos y empate, con un tinte de diplomacia y amistad.
Morales jugó con blancas y abrió la partida. Karpov no hizo daño y buscó la igualdad. Tres minutos de juego y sonrisas al final. El visitante ruso, de 59 años, estuvo vestido con un impecable traje beige. Morales con su tradicional traje negro, sin corbata.
Cuando Morales le ‘comió’ un peón, los asistentes aplaudieron. Una nube de periodistas siguió la partida de ajedrez. Así fue el ‘duelo’ deportivo-cultural entre Morales y Karpov, ayer en el Palacio Quemado.
Karpov, ex campeón mundial de ajedrez y actual candidato a la presidencia de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), realiza una gira por Sudamérica. Está en campaña porque busca la presidencia del organismo internacional.
El ajedrecista ruso se ha vuelto un impulsor de este deporte en el mundo. También es un Embajador de Unicef. Tiene escuelas en muchos países.
“Mi primer escuela fue inaugurada en Rusia, pero ahora tengo otras por todo el mundo, en particular en 26 países, sin fines comerciales, son gratis. Lo más importante del ajedrez es que ayuda en el desarrollo mental de los niños”, expresó Karpov, quien espera que Bolivia se sume de manera activa a este proceso.
Morales agradeció su visita. Recordó que de niño, cuando aprendió a jugar ajedrez en su pueblo natal, Orinoca, nunca soñó que algún día llegaría a jugar con un campeón mundial como ocurrió ayer.

Un estímulo para iniciar programas
Campeón en altura
Anatoly Karpov no dejó de lado la altitud de la ciudad de La Paz. Manifestó  que “ningún campeón del mundo va a llegar a tanta altura”. La expresión fue celebrada por el presidente Evo Morales y los asistentes.

Impulsar el tablero
El viceministro de Deportes, Miguel Rimba, dijo que en Bolivia se abrirá un programa de impulso de la práctica del ajedrez, gracias al incentivo que da el ex campeón mundial Anatoly Karpov con su presencia en el país.

Con traductor
Karpov es una persona afable y sencilla que sonríe siempre que puede. Lleva una vida metódica. El trato con él es cordial y se hace querer. Habla español un poco, por eso recurrió a un traductor en su estadía.

El agua fría le salvó la vida a Karpov
Anatoly Karpov, ‘Tolia’ para sus amigos, nació en Zlatoust, Rusia, en plenas montañas de los Urales, el 23 de mayo de 1951. Sus padres pensaron que se iba a morir, por lo que sus abuelos, temiéndose lo peor, lo bautizaron según el rito cristiano ortodoxo, que consiste en sumergir al niño en agua fría. Ese bautizo le salvó la vida, ya que hoy se sabe que su enfermedad se cura dándole un susto al niño. No obstante, nunca se ha podido librar de un engañoso aspecto enfermizo.
Aprendió a jugar al ajedrez a los 6 años, aunque nunca fue un niño prodigio. Cuando tenía 13 fue entrenado por el antiguo campeón del mundo Mijail Botvínnik y a los 15 consiguió el título de maestro soviético en un torneo celebrado en Leningrado (hoy San Petersburgo). Ingresó en la Universidad de Moscú donde estudió ciencias económicas, inglés y español. Fue, en su época, el jugador más joven que ha conseguido el título de maestro soviético. En 1967 se proclamó campeón de Europa Junior y consiguió el título mundial en 1975 al no presentarse el estadounidense Bobby Fischer.

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