¿No sería mejor que el Estado identifique requerimientos, cree las reparticiones apropiadas y luego busque a los funcionarios mejor calificados..?
?Después de haber estado a la sombra, o por lo menos en silencio total, durante varios meses, el ex ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana reapareció como director de una oficina creada para él: la Agencia para el Desarrollo de Macrorregiones y Zonas Fronterizas.Desde que se hizo el sorpresivo anuncio de que la burocracia estatal estaba creciendo todavía más y que ya no bastan 20 ministerios, sino que era necesario crear un superministerio, el Gobierno nacional ha estado dando explicaciones.
La primera sospecha que surgió en la opinión pública nacional, dada la reputación de Quintana, es que el ex ministro y también ex militar iba a ocuparse, de veras, de las macrorregiones fronterizas, de las que están cubiertos los territorios de ocho de los nueve departamentos del país. Es decir que iba a tener bajo su tuición los proyectos de desarrollo de Cobija, Guayaramerín, Puerto Suárez, Yacuiba, Bermejo, Villazón, Uyuni, Pisiga y Copacabana, cubriendo todo el perímetro de Bolivia. Eso implicaba la posibilidad de que, mediante esta jugada, el Gobierno central estaba quitando de la soberanía y del control de las gobernaciones todas esas regiones.
Fue entonces que el Gobierno aclaró que no, que sólo se trataba de una oficina que se ocuparía de migraciones internas, al estilo de la política de los mitimaes aplicada durante el imperio inca.
Con la experiencia que se tiene de Pando y la inmigración obligatoria que allí se produjo, los departamentos comprendidos en esta medida poco podían esperar, que no sean situaciones violentas. Pero ahí surgen muchas preguntas, comenzando por el rol que cumplen las gobernaciones en el manejo de las fronteras de los departamentos de su jurisdicción. Además, habrá que preguntarse si los ministerios del Gobierno central no tienen tuición sobre las políticas fronterizas.
En el curso de los días siguientes se ha informado, aunque no con la seriedad que necesitan estas decisiones, que la oficina principal del Director de la mencionada agencia estaría en la ciudad de Montero. Una información precisa no ha habido todavía.
De ello emerge la pregunta mayor: ¿Las decisiones del Estado boliviano van a ser tomadas pensando en crear oficinas para algunos personajes? ¿No sería mejor que el Estado nacional identifique requerimientos, cree luego las oficinas o reparticiones apropiadas y, después, en una tercera etapa, se proponga buscar a los funcionarios mejor calificados para esa tarea?
Estas preguntas surgen de la sospecha, o el temor de que haya sido el propio ex ministro Quintana quien definió su nuevo rol en la estructura del Estado nacional y se ocupó incluso de definir las funciones y elegir el nombre para la oficina. Y luego, mediante un decreto, como se ha hecho costumbre en el Gobierno, sin acudir a la Asamblea Plurinacional, el presidente Evo Morales atendió el deseo del ex dignatario.
Se ha anunciado que tendrá oficinas en todos los departamentos que tienen fronteras con países vecinos, es decir en ocho de los nueve. Un Estado sobreendeudado decide aumentar la burocracia a pesar de que nunca antes Bolivia había tenido 20 ministros en el Ejecutivo.
El Gobierno está necesitando un aporte, aunque sea mínimo, de racionalidad.
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