Calama: un oasis lleno de historias

Calama, CHILE 13 SEP (ABI).- Chile celebra el bicentenario con múltiples actividades y remembranzas de lo que han sido estos 200 años de historia y Calama no está ajena a los festejos y recuerdos, señala un reportaje publicado el lunes por El Mercurio de Calama.

    Es por eso, que a través de este reportaje viajaremos al pasado para conocer los inicios de esta ciudad y los personajes que formaron parte de esta Tierra de Sol y Cobre.

    No existe una fecha exacta sobre la fundación de Calama y hay pocos registros en textos o libros de cómo se formó esta ciudad, pero hay antecedentes que ya en 1825 Calama era un pueblo conocido como ?de paso? de la actividad comercial entre Cobija y los pueblos del interior.

    Desde 1825 hasta 1879, perteneció al igual que la provincia de Antofagasta a Bolivia, siendo conocida esta tierra como Vicecantón de la Provincia de Atacama y cuya ciudad capital era Cobija.

    Fue tal la importancia que llegó a tener Calama como lugar de abastecimiento y comunicaciones, que en 1833 se instaló una administración de correos, que estaba ubicado donde actualmente se encuentra el Colegio Guadalupe de Ayquina.

    Siete años después, el gobierno boliviano nombró a un inspector de caminos y postas arrias, el sargento mayor del ejército Gregorio Michel, quien comenzó a entregar terrenos a los pobladores de Calama para que comenzaran a realizar edificaciones, formándose poco a poco esta tierra nortina, utilizando la plaza como punto de partida para las construcciones de viviendas, locales comerciales y bodegas.

    Así, este poblado en medio del desierto, pero reconocido por su magnífico oasis, fue obteniendo prestigio, incluso hay registros que indican que en 1870 Calama contaba con 800 habitantes y en sus calles se podían apreciar posadas, hoteles, como también extensas bodegas donde los comerciantes guardaban productos que venían desde Cobija y otros puntos, caracterizándose la zona por el trabajo minero, la agricultura y la ganadería. Era tal el intercambio comercial que existía en estas rutas que un empresario francés, Augusto Servier, le presenta al gobierno nacional la propuesta de fundar una carretera desde Calama a Cobija, que generó mayores ganancias a la zona y que logró opacar otras localidades como San Pedro de Atacama y Chiu Chiu.

    Este progreso comenzó a llamar la atención de los empresarios e industriales de distintos puntos, incluso muchos extranjeros vieron en Calama un poblado donde poder surgir en torno a la minería y el comercio.

    La fama de Calama como lugar para poder progresar rápidamente se extendió por todos lados, tanto fue así que muchos hombres extranjeros (españoles, franceses, yugoslavos y bolivianos) no lo dudaron y se instalaron en este árido lugar, a pesar de las crudas condiciones y se dedicaron específicamente al área de los servicios para abastecer a las salitreras, como a las minerías que estaban siendo explotadas en las cercanías.

    Fue esta mirada de negocios, que les permitió a algunos ambiciosos hombres amasar una gran fortuna en la zona, haciendo crecer su empresa en pocos años.

    Uno de los personajes que dejó su nombre en la historia de la ciudad fue Eduardo Abaroa, el mismo hombre boliviano que participó en la Batalla de Topáter y que falleció luchando por su país. Abaroa fue un reconocido negociante que se dedicó, entre otras cosas, a comercializar carne de ganado que trasladaba desde Argentina a Calama para vender a las salitreras.

    A esto se sumaba haber sido el descubridor del borato de cal en Tambillo, sitio que se encontraba en las cercanías de San Pedro de Atacama.

    El olfato por los negocios, que fue seguido por su hijo Andrónico, permitió a los Abaroa convertirse en una de las familias más acaudaladas de la ciudad.

    Otra familia, cuyo apellido es conocido hasta a nivel nacional actualmente son los Tomic y fue Esteban Tomic quien llegó en el siglo XIX a la zona norte y comenzó poco a poco en el mundo del comercio, sobre todo en la adquisición de terrenos. Uno de sus negocios más reconocidos, que se ubicó en las calles Vivar con Vicuña Mackenna, fue una fábrica envasadora de sal llamada ?Sal Gemma Tomic?, mientras que otro de sus negocios fue vender gasolina.

    En tanto, la agricultura, el comercio y la crianza de animales fue el sustento de la familia Yutronic, quienes tenían una tienda en la esquina de Abaroa con Sotomayor donde comercializaban productos de todo tipo, edificio que se mantiene en pie hasta el día de hoy. Estos negocios, le permitieron adquirir terrenos, siendo conocidos por ser dueños de la actual Villa Ascotán y algunas fincas cercanas en la ciudad.

    Los yugoslavos también formaron parte importante de Calama, dedicados especialmente al comercio, crearon su fortuna tras trabajar arduamente por varios años y el dinero también lo invirtieron para hermosear la ciudad, construyendo diferentes edificios, de los cuales, aún se mantienen en pie el Club Croata y el Instituto Previsional Social, ex INP, ubicado en la Plaza 23 de Marzo.


Nota : Abi

0 Comentarios

Publicar un comentario
Noticias Similares : × +