Los países desarrollados acusan a los emergentes de intervenir sus monedas para no perder competitividad, mientras que para el mundo en vías de desarrollo el eje de la cuestión son los planes de expansión monetaria. El gran problema de este inmenso conflicto global es que todo derive en una verdadera guerra comercial, con consecuencias difíciles de predecir.
Mientras el mundo aún está reponiéndose de una de las peores crisis financieras globales desde la Gran Depresión de 1930, la economía del planeta está en riesgo ante un nuevo fenómeno que, en los debates de los líderes mundiales, se ha denominado la guerra de las monedas. Así, algunos países, como fueron los casos de Japón, Brasil o Corea, han abaratado sus monedas con el fin de obtener cierta ventaja en sus exportaciones, coinciden los analistas.
Los países desarrollados acusan a los emergentes de intervenir sus monedas para no perder competitividad, mientras que para el mundo en vías de desarrollo el problema son los planes de expansión monetaria. La debilidad en el crecimiento de los países desarrollados unido a la firme expansión de los emergentes han provocado grandes desbalances a nivel global que buscaron ser equilibrados a través de la intervención sobre las monedas de cada país. La disputa entre los países por el tipo de cambio fue bautizado por el ministro de Economía de Brasil, Guido Mantega, como "guerra de monedas". En medio de la contienda por las monedas, persiste el fuego cruzado entre emergentes y desarrollados, señala un informe de la consultora Abeceb.com.
En este contexto, el sistema financiero pasó a convertirse en una suerte de talón de Aquiles de la economía mundial. El gran centro de todo este debate es la cotización del yuan, la moneda china, que según Estados Unidos y otras potencias occidentales está infravalorada para sostener las exportaciones del gigante asiático, lo que afecta la balanza comercial de esos países con China, consigna la agencia AFP-NA. De su lado, China respondió la semana pasada acusando a Estados Unidos de cargar sobre las espaldas chinas sus dificultades económicas internas.
El miércoles pasado, el Banco Central chino subió las tasas de interés por primera vez en tres años, en una decisión que sorprendió a los mercados y provocó una subida inmediata del dólar.
Pero el alza de las tasas de interés podría atraer a China capitales especulativos en busca de mercados con buen rendimiento, lo que complicaría los esfuerzos de Pekín para evitar un aumento de la cotización del yuan con respecto al dólar norteamericano.
En tanto, las voces de advertencia contra las consecuencias nefastas de la "guerra de la divisas" se multiplican. El director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy, criticó el martes la "búsqueda de beneficios individuales a corto plazo".
El temor es que se imponga un todos contra todos. Esto trasladaría el problema hacia un enfrentamiento mayúsculo en el que cada país buscaría tener una moneda más barata que la de su vecino como un mecanismo de aliento a sus exportaciones. Ello se traduciría, indefectiblemente, en un conflicto comercial generalizado.
¿Y la Argentina?
El lunes pasado, Brasil, el principal socio del Mercosur, volvió a aumentar (por segunda vez en menos de un mes) el impuesto que cobra por los ingresos de capitales.
Para la Argentina, mientras más dificulte Brasil la entrada de fondos, más presión tendrá el peso para apreciarse a nivel local, dado que muchos inversores de cartera eligen a la Argentina como segundo destino luego de la segunda economía de Sudamérica.
La Argentina y Brasil rechazaron de plano en la Asamblea del FMI y el Banco Mundial la recomendación de las potencias para que las naciones de Latinoamérica dejen apreciar paulatinamente sus monedas. Sobre esa "guerra de devaluaciones", el ministro de Economía, Amado Boudou, consideró que "la Argentina podrá mantenerse al margen de esta discusión porque tiene mucha solidez fiscal, existen gran cantidad de reservas en el Banco Central y también hay superávit comercial". El titular del Palacio de Hacienda señaló que "las decisiones de Argentina se toman en Argentina". Y agregó: "por suerte durante el Gobierno de Néstor Kirchner le pagamos al FMI. O sea que chau FMI, tus recomendaciones no las queremos", consigna NA.
La posibilidad de que Brasil, el principal socio comercial de la Argentina, devalúe su moneda desvela a los empresarios locales e incluso al Gobierno, dado que si eso ocurre los precios de los productos locales de exportación -principalmente los industriales- se encarecerían frente a los producidos por los sectores manufactureros del país vecino. El Gobierno de Lula da Silva parece estar dispuesto a sostener los valores actuales del real, pero la administración de Cristina Kirchner observa con cautela qué ocurre con las monedas de la Región y el mundo, aunque con tranquilidad porque cuenta con superávit comercial y reservas suficientes para devaluar en caso de ser necesario. En ese contexto, la sorpresiva decisión de China de mover sus tasas generó buenos ánimos en la región e incluso Mantega reconoció que la medida oriental va "en la dirección correcta" y ayudaría a aliviar la presión sobre el real.
Así, la denominada "guerra de divisas" parece tener una tregua tras generar tensión entre los países desarrollados y los emergentes, debido a que los primeros tienden a mantener débiles a sus monedas respecto del dólar para ganar competitividad comercial tras la severa crisis mundial.
Nota: la gaceta
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octubre 25, 2010
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