En los concursos de fotografías gana una o varias imágenes sobre las bellezas naturales del departamento de Potosí, al sudeste de la nación boliviana. En las estadísticas, desde hace cinco siglos, la economía nacional gira en la explotación de las mina, mayormente potosinas. La construcción de la Nación se desarrolló desde el eje de influencia del Cerro Rico.
A pesar del pasado, del presente, del futuro que tiene el nombre de Potosí, el poder central no reconoce todo lo que los bolivianos le deben a los potosinos. No es exagerado decir que ciudades como Charcas/Sucre, La Paz, o poblaciones como San Borja, la propia Lima y el mundo en general, dependieron mucho de la existencia de Potosí, de su Cerro y de su plata.
Este 10 de noviembre se conmemoró el Bicentenario del movimiento independentista contra la corona española. El 7 de noviembre se recordó también el aniversario de la decisiva batalla de Suipacha, donde se destacaron los chicheños, héroes populares poco realzados más allá de Tupiza, de su región original.
Potosí no es sólo los paisajes impresionantes de los Lípez, o la inmensidad del Salar de Uyuni; tampoco es sólo las minas de plata, estaño, zinc en Uncía, Catavi/Siglo XX, el Complejo Central Sur, San Cristóbal, o el litio, o la producción de papa y de trigo. No es sólo la riqueza natural que le tocó.
Sus habitantes, junto con los orureños, son los más amables del país, los más cálidos y sencillos. Su aporte a la cultura y al saber es una lista de varias páginas.
Por ejemplo, en artes plásticas; Cecilio Guzmán de Rojas que no sólo pintó como un dios sino que fue el maestro de toda una generación, la más brillante del Siglo XX. Enrique Arnal, también potosino, es otro orgullo nacional.
O en la música, de todos los géneros: Alfredo Domínguez, Luis Rico, Gerardo Arias y sus hermanos, Edgar Ramírez- además dirigente y archivista-, Willy Alfaro, decenas de interpretes en el norte potosino, en Chayanta, Uncía, Macha., el norte y el sur de los alegres Chichas.
La literatura nacional tiene su antecedente mayor en la historia novelada de Bartolomé Arzns Orzúa y Vela, que inicia una saga aún vigente donde los cronistas encuentren al paisaje potosino, a la vida en las minas, al poblador potosino como fuente de inspiración. Autores como Jaime Mendoza se inspiraron en esa zona. Potosí, cuna de historiadores, archivistas, ensayistas.
La lista de escritores abarca tanto a nativos como a narradores que ahí vivieron y que desde su ficción nos permiten conocer a la patria, como Carlos Medinacelli, Modesto Omiste, Lucas Jaimes Freyre y su hijo Ricardo, Raúl Bothelo, Arturo Costa du Rels. Uyuni, Uncía, Potosí colonial son escenario para relatos de viajeros y novelistas. El mayor movimiento literario boliviano, Gesta Bárbara, empezó ahí.
Tampoco podemos descuidar el aporte de políticos. En estos años la gran figura nacional de Luis Ossio Sanjinés, que fue el vicepresidente que consolidó el rol de esa entidad republicana y modernizó la función pública. O al alcalde René Joaquino que trabajó para volver a su ciudad un lugar más acogedor, ordenado y turístico.
Mucho Potosí, y todavía lo que dará a la nación.
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