Si hay una mirada al pasado, no hay duda que el texto constitucional es un punto de llegada que exigió una larga lucha de sentidos y energías para dejar atrás el Estado monocultural y dar inicio a un Estado Plurinacional. Pero, desde el punto de vista del horizonte, la aprobación de la nCPE es un punto de partida para avanzar hacia un norte que no está plenamente definido.
Resulta ocioso discutir, por tanto, si en Bolivia hay una ampliación de la democracia o el riesgo de tendencias autoritarias. Ese es un elemento discursivo primario que impide atender lo que sucede en realidad: la disputa de las nuevas pluralidades por establecer nuevos puntos de equilibrio.
Ya no está en debate, por ejemplo, si la economía plural reconocida constitucionalmente debe o no formar parte de la especificidad de la formación social boliviana. Economía estatal, privada y comunitaria constituyen ámbitos dentro de los cuales se crean relaciones, potencialidades, contradicciones y limitaciones. Esas maneras de concebir la producción, el intercambio, la circulación y el consumo están garantizadas. La duda es cuál será la llamada a jugar un papel predominante y cómo, constituido ese punto de equilibrio, establecerá su articulación con las otras, una nueva forma de pluralismo.
Lo mismo sucede con las otras pluralidades: política, territorial, jurídica, institucional y ética. Sería ingenuo pensar que esas articulaciones, que sí se darán, se desarrollarán armoniosamente, sin tensiones, contradicciones y resoluciones permanentes.
Ahora bien, la resolución de estas contradicciones estarán determinadas por las relaciones sociales y de poderque se vayan configurando en todos los campos de la compleja realidad, lo cual no solo implica considerar las condiciones objetivas sino también el carácter de la intersubjetividad que logre cohesionar o dispersar las fuerzas sociales.
Esto implica reconocer que el proceso constituyente, que hoy parece en estado de reposo por la situación de fragmentación y confusión del sujeto que lo impulsó, no ha concluido todavía. La nCPE es el resultado de una etapa de ese proceso, pero la pugna entre el momento constitutivo —creación de un nuevo orden estatal y societal— y el momento reconstitutivo —preservación del orden vigente o retorno de lo que se quiso superar— está lejos de terminar y quizá se deba reconocer que se está en una transición cuyo puerto de llegada no está claramente definido. Y al no estar precisado el horizonte tampoco están determinada las formas y las herramientas para hacerlo.
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