FUSIÓN Como sucede en muchos países latinoamericanos, múltiples tradiciones culturales y musicales de los afrodescendientes se fueron fusionando con ritmos locales.
De África a Bolivia, del mundo hacia el país. Representantes de ocho países se unieron el pasado fin de semana en Coroico en el Segundo Festival Internacional de la saya, símbolo de la música afroboliviana.
El grupo africano Mandala cruzó el mundo para llegar a los Yungas para unirse a la fiesta y contribuir, con sus ritmos y tambores, al sensual baile de la saya, en una unión de culturas que por segundo año consecutivo se lleva a cabo en esa región.
Además, el cantautor Marco Esqueche y Sangre Nueva, de Perú, Cumbia de Colombia, Batucada del Brasil, la Bomba de Puerto Rico, la Marimba de Ecuador, el Candombé de Uruguay y la danza de orisha de Cuba, contribuyeron con sus notas al éxito del festival.
Como sucede en muchos países latinoamericanos, múltiples tradiciones culturales y musicales de los afrodescendientes se fueron fusionando con ritmos locales. En la saya, el acompañamiento de tambores y guanchas y las coplas entre solista y coro surgen de las raíces africanas mientras la vestimenta adoptada por las mujeres se asemeja al traje de las mujeres aymaras.
Bolivia, junto a sus “socios” africanos, el resto de los países americanos y varias comunidades yungueñas hicieron bailar a Coroico. Pese a una insistente lluvia, los ritmos hermosos de la música afro se bailaron y sintieron con la sangre y el corazón.
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