Las bolivianas gozaron de tres momentos estelares como representantes de la belleza urbana nacional. El primero le tocó a la paceña Mónica del Carpio, una muchacha de mediana estatura, con un cuerpo perfecto y un rostro precioso. Quedó entre las quince finalistas del Miss Universo hace cuatro décadas por sus propios méritos; nada le debía al cirujano plástico, nada era soplado con silicona y tampoco tenía padrinos de misteriosa naturaleza.
El segundo lo tituló una cochabambina, aunque de sangre oriental, Rosario Rico Toro, quien también quedó entre las más bellas del planeta luciendo su herencia original. Representó al tipo de la mujer valluna que tantos poemas y canciones merece en la historia del embrujo femenino local: exótica, piernuda, de rasgos bien marcados.
El tercero, el más reciente, lo protagonizó una cruceña, la más popular de todas: Desire Durán, a la que le sobraron piropos mundiales. Además de estar seleccionada entre las mujeres más hermosas del nuevo siglo, tuvo méritos adicionales. Inteligencia y viveza que lució en entrevistas con la prensa internacional logrando descolocar a presentadores tan experimentados como Jorge Gestoso. Su defensa de la maternidad, de optar por la vida por sobre el figurín, despertó aún más simpatía.
¿Por qué nos ocupamos de este tema que parece ser frívolo y ausente de las páginas de opinión? Porque aunque vanidoso también se relaciona con delegaciones que llevan el nombre de la patria, de Bolivia. Y porque, como otros asuntos de mayor trascendencia, está impregnado de escándalos y falta de transparencia.
Hace unos años, una hermosa cruceña, acompañada de su señor padre, se atrevió a denunciar que entreverados con concursos, sesiones de fotografías y viajes, se insinuaba la prostitución disfrazada de invitaciones, de compañías a empresarios asiáticos. Después del alboroto ganó el silencio, aunque quedó la duda para siempre y la idea que sólo personas ingenuas creen que esos concursos están libres de los Berlusconi.
Este año, en medio de tantos gasolinazos, videos soborno y narcoenvíos, quedó como noticia sin importancia la denuncia sobre la falsificación de la edad de la actual miss Bolivia, que supone indicios de delito con más de un cómplice.
¿Qué pasó? ¿Por qué se continuó con lo que ya la prensa internacional calificó de la Miss Mentira? ¿Por qué esa dama, muy linda por cierto, mantiene su titulo si no cumple las reglas? El asunto más peculiar es el referente a los organizadores del certamen. Por lo menos no conocemos desmentidos, explicaciones, disculpas.
También sorprendió la actitud de la empresa de Gloria Limpias contra la representante beniana. ¿Por qué negarle la titularidad? Más aún, llama la atención el manejo de secretismo que acompaña a los contratos de las bellas con dicha empresa. ¿Obligadas a callar? ¿Por qué?
¿Cómo se manejan estos asuntos? ¿Existen compromisos previos al concurso? ¿Por qué gana la que gana, casi siempre cruceña? ¿Por la belleza?
El Estado Plurinacional de Bolivia mostró su interés en organizar el concurso de Miss Universo por la perspectiva de atracción turística que supone, pero, ¿con esos antecedentes de quienes tienen la franquicia local, valdrá la pena?
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