Contra el feminicidio

El lugar más peligroso para las mujeres del país sigue siendo su propio hogar




El asesinato de mujeres motivado por el desprecio, discriminación u odio hacia ellas es conocido como feminicidio, y es un mal de la sociedad mucho más extendido de lo que quisiera admitirse. En Bolivia, sólo en los primeros cuatro meses de este año, 34 mujeres murieron de forma violenta por esta causa, tres de cada 10 de ellas fueron, además, violadas.
Mañana se celebra el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, motivo que inspiró al Observatorio Manuela del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (Cidem) a publicar el dato señalado, llamando la atención sobre el hecho de que el feminicidio es, o debiera ser, un asunto de preocupación primordial para la sociedad, pues la violencia de género afecta en promedio a ocho de cada 10 mujeres.
Según el informe divulgado días atrás, de las 34 mujeres muertas por feminicidio en lo que va del año, 10 fueron asesinadas después de un ataque sexual, cuatro eran niñas, 17 murieron a manos de sus parejas, dos por otro miembro de su familia y una por ejercer su profesión. Hasta aquí se puede observar, con meridiana claridad, que el lugar más peligroso para las mujeres sigue siendo el propio hogar, pues los potenciales asesinos son la pareja o algún otro familiar.
El mismo informe revela que las cuatro principales causas que motivaron los casos de feminicidio registrados son violación, discusiones violentas, celos y negativa de ellas a seguir con la relación de pareja; nuevamente se observa que estas causales son típicas del entorno familiar y conyugal. Aquí corresponde, entonces, denunciar a la familia, núcleo de la sociedad, como el origen de parte de los males de ésta.
Pero hay más: según las investigadoras del Observatorio Manuela, los casos contabilizados son apenas una muestra de esta cruda realidad, pues ciertamente muchas otras muertes por feminicidio ni son denunciadas ante la Policía ni son informadas a través de los medios de comunicación. Y, en efecto, se sabe que si bien ocho de cada 10 mujeres están expuestas a alguna forma de violencia de género a lo largo de su vida, sólo el 20% de ellas denuncia esta situación.
Una posible explicación a este dato está en que, pese a las muchas campañas y actividades de diversas instituciones públicas y privadas para llamar la atención sobre la verdadera dimensión, personal y social, de la violencia contra las mujeres y para comprometer a las autoridades de Estado y a la propia sociedad en esta lucha, todavía se asume como normal que las mujeres sean discriminadas, excluidas y castigadas. Y, se sabe, no hay peor violencia que la que ejercen contra ellas mismas las mujeres que optan por callar.
Es evidente, hay todavía mucho por hacer, y nada será efectivo mientras la sociedad no asuma que el primer paso es adoptar una actitud intolerante con la violencia hacia las mujeres.

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