Como ocurrió con muchas personalidades descollantes del arte, Sonia Martínez descubrió su vocación de pintora en la madurez. La necesidad de manifestarse en el lienzo permaneció latente a lo largo de una vida que despierta ahora con intenso compromiso, al mundo expresivo de los colores, las texturas, las figuras, las luces y las sombras.
Luego de realizar estudios de pintura, escultura y cerámica en la Universidad Nur, se aventuró a presentarse ante una convocatoria lanzada por la Alianza Francesa que reconoció las virtudes de su obra y la premió con la oportunidad de mostrarla al público cruceño en una exposición que estará abierta hasta el 2 de agosto próximo.
En esta primera experiencia, Sonia busca su lenguaje propio con colores primarios, vibrantes y emotivos que se alojan en el lienzo con pinceladas firmes y elocuentes por momentos pero dubitativas y algo ingenuas en otros. Representa figuras que discurren serenas y apacibles entre evocaciones de velos sutiles y ligeros que se entrelazan, burbujas coloridas que se acomodan en un orden aleatorio, flamas ígneas que entrelazan pasiones y afectos, siluetas vegetales de sensuales texturas y húmedas superficies, acaso marinas, acaso pluviales.
Sonia ha escogido no bautizar sus lienzos para no condicionar la percepción del observador y dejarle a él, en una particular búsqueda interior, la tarea de descifrar su significado y su trascendencia.
Como hizo toda personalidad descollante, Sonia deberá recorrer un largo camino de perfeccionamiento hasta pulir sus habilidades y encontrar su mejor encarnación.
Como hizo toda personalidad descollante, Sonia deberá recorrer un largo camino de perfeccionamiento hasta pulir sus habilidades y encontrar su mejor encarnación.
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