Ayuda no logra frenar hambruna

Las agencias de ayuda humanitaria no consiguen paliar la hambruna que provocó la sequía del Cuerno de África en las zonas más rurales de la región de Turkana, en el noroeste de Kenia, donde gran parte de la población se alimenta únicamente de frutos silvestres desde hace meses.
Es el caso de la localidad de Kalokutanyang, en Turkana Central, donde desde hace meses el engol, de textura y consistencia similares a las de la madera, es la base de la dieta de sus habitantes, que tienen que caminar hasta tres kilómetros para encontrarlo en las orillas del río más cercano.
Los lugareños también tratan de calmar el hambre con el fruto edapal, que recogen de pequeños arbustos en las cercanías del poblado pero que deben hervir durante un mínimo de 12 horas y drenar numerosas veces para eliminar su intenso sabor amargo.
La sequía afecta a la zona hasta el punto de que el colegio de educación primaria Nasiger, a escasos kilómetros de Kulokutanyang, tiene ahora un 25 por ciento menos de alumnos que a finales del año pasado. Según el director del centro educativo, Nguna Losuwat, numerosas familias de la zona están migrando hacia áreas menos áridas para poder alimentar al ganado.

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