y democrático como es el boliviano, no corresponden porque atentan a un principio básico de este sistema: los miembros de la institución castrense, al tener el monopolio de la fuerza, en cuanto tales no pueden deliberar y su obligación no es defender o adherirse a las propuestas y políticas de los gobernantes de turno, sino garantizar su estabilidad mientras se cumplan los preceptos constitucionales.
Recordar ese principio fundamental es más importante aún si se recuerda el papel que las FFAA han cumplido en varios períodos de nuestra conflictiva vida política, circunstancias en las que, con un elevadísimo costo humano, económico, político y social inconmensurable, las FFAA se otorgaron –precisamente por tener el monopolio de la fuerza-- la misión de dirigir los destinos del país al margen del orden constitucional establecido o sentirse la institución “tutelar” de la patria.
Fue precisamente la conversión de esta entidad en una especie de partido político, en el que una reunión de comandantes determinaba quién sería el dictador de turno, lo que la condujo a su descrédito. Y fue la decisión de la ciudadanía de recuperar los valores fundamentales del sistema democrático, la que hizo que los miembros de las FFAA retornaran a sus cuarteles desde 1982 y lo hicieran en forma pacífica, pero dejando una huella de dolor y frustración muy grande.
Si bien desde entonces, los sucesivos mandos de la institución castrense han sido respetuosos del ordenamiento jurídico, lamentablemente no hubo capacidad de crear una doctrina militar acorde a los nuevos tiempos, deuda que hasta ahora se mantiene, con la agravante de que dada la simpatía personal de los mandos con el Gobierno en funciones, están acatando algunos símbolos y expresiones de proyectos políticos nada afines con el sistema democrático.
En ese contexto, que el Primer Mandatario haya afirmado que “los únicos que pueden garantizar una revolución profunda son los movimientos sociales y las FFAA”, parangonando a los movimientos sociales –que son el sustento político del Gobierno del MAS-- con las FFAA, las coloca, con el aparente beneplácito de sus actuales mandos, en una posición sometida a un determinado proyecto político y no a la Constitución Política del Estado. A ello se debe agregar un nuevo intento presidencial de levantar cargos en contra de las FFAA por su participación directa en gobiernos dictatoriales, atribuyendo a una presunta oligarquía y el imperialismo la culpa de esa intervención.
La consecuencia de esta visión —como también ha sucedido en otros períodos históricos— es que se abre un resquicio para que los miembros de las FFAA comiencen a participar en la vida política del país, como se desprende de la inmediata respuesta de lealtad programática lanzada por el actual Comandante en Jefe al anunciar la adhesión plena de las FFAA no a la Constitución sino al proceso de cambio dirigido por el presidente Evo Morales.
Es de esperar que lo que se comenta no pase de ser sólo un efecto retórico en el Día de las FFAA y en la realidad todos nos esforcemos para que las FFAA sigan cumpliendo el papel que la Constitución Política del Estado les asigna. Ni más ni menos.
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