La misión de las manos


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- "Quien Cultiva su tierra, se hartará de pan; quien persigue sombras, es un imbécil", Proverbios 12-11.

No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos.

Cuando el Dios de la historia venga, nos mirará las manos. El hombre de la tierra no tiene el poder de suscitar la primavera. Pero tiene la oportunidad de comprometer sus manos con la primavera.

Y es así que la primavera lo encuentra sembrando.

Pero no sembrando la primavera; sino sembrando la tierra para la primavera. Porque cada semilla, cada vida que en el tiempo de invierno se entrega a la tierra, es un regalo que se hace a la primavera. Es un comprometer las manos con la historia.

Sólo el hombre en quien el invierno no ha asesinado la esperanza, es un hombre con capacidad de sembrar.

El contacto con la tierra engendra en el hombre la esperanza. Porque la tierra es fundamentalmente el ser que espera.

Una cadena ininterrumpida de manos comprometidas, ha hecho llegar hasta sus manos comprometidas; esa vida que ha de ser pan.

Si comprometemos nuestras manos con el odio, el miedo, la violencia vengadora, el incendio de los pajonales; el pueblo tendrá sólo cenizas para alimentarse.

Porque la única noticia auténtica de la siembra, la da sólo la tierra y la historia, y se llama cosecha. En las mesas se llama pan.

Si amamos nuestra tierra, que la mañana nos encuentre sembrando.

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