Siria vive un día sangriento con la muerte de ocho niños

Siria vivió ayer una nueva jornada sangrienta marcada por la muerte de una treintena de personas, entre ellas ocho niños, por los disparos del Ejército, a pesar de la petición de Turquía para que se detengan las operaciones militares.
En su reunión en Damasco con el ministro de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, el presidente sirio, Bachar al Asad, justificó la represión contra los civiles al acusar de nuevo a hombres armados de estar detrás de las protestas contra su régimen. "Siria no titubeará en perseguir a los grupos terroristas armados para preservar la estabilidad de la patria y la seguridad de los ciudadanos", subrayó Al Asad, en declaraciones recogidas por la agencia oficial Sana.
Ajeno a las advertencias turcas, el régimen sirio continuó con su hostigamiento contra varias zonas escenario de las protestas, entre ellas la provincia de Hama, uno de los principales focos de la ofensiva .
Un portavoz de los Comités de Coordinación Local, Omar Edelbe, cifró en 25 el número de fallecidos y explicó a Efe que sólo en Hama y sus alrededores fallecieron doce personas, cinco de ellas en la zona de Tayeba al Imam, tres en Halfaya, dos en Soran y dos en la capital.
Las cinco víctimas de Tayeba al Imam son niños de una misma familia, que perecieron al disparar las fuerzas de seguridad y los francotiradores contra la calle en la que ellos jugaban.
Por su parte, la Organización Nacional Siria de los Derechos Humanos , encabezada por Ammar al Qurabi, elevó la cifra de víctimas sólo en la provincia de Hama a 25 y también confirmó la muerte de varios hermanos y primos.
La ofensiva contra esta zona coincide con el anuncio de las autoridades sirias de que el Ejército se había retirado de la ciudad.
Según la agencia oficial de noticias SANA, las unidades del Ejército que se encargaban de "proteger a los habitantes" en Hama se retiraron de allí después de haber perseguido a miembros de grupos terroristas y haber detenido a algunos de ellos.
Hama tiene un alto valor simbólico, ya que fue escenario de una masacre en 1982 perpetrada por Hafez al Asad, padre del actual presidente, quien reprimió un levantamiento islamista en esta ciudad con una operación que se saldó con entre 10.000 y 40.000 muertos.

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