La Paz (ABI). – Walter Solón Romero es uno de los artistas plásticos bolivianos más destacados del siglo XX, no sólo por su obra pictórica sino por su compromiso por la igualdad social, su aporte contra toda forma de opresión y su militancia en favor de los derechos humanos.
En la defensa de esos tres principios fue perseguido, apresado, torturado y exiliado.
Solón fue dibujante, pintor, muralista, restaurador, investigador y teórico del arte, pero sobre todo fue el artista plástico que vivió gran parte de su vida produciendo obras alrededor de las luchas sociales del siglo XX.
Su obra, que palpita en los muros de la Fundación Solón en La Paz, donde hay un museo con su trabajo, interpela al modelo desde varias miradas y frentes: el arte, el vídeo, la investigación, la promoción de los derechos humanos, los derechos de las mujeres, la lucha contra la injusticia.
Y es que Solón nunca pintó para entretener o distraer a la población.
Su objetivo fue interpelar sobre el goce pleno de los derechos humanos, incluyendo el derecho a la creatividad y a la rebeldía, y por ello se planteó, poco antes de sus muerte, crear un espacio de miradas críticas que contribuyan a la utopía de un mundo diferente, justo y solidario.
El artista nacido en Uyuni le dejó a la Fundación que lleva su nombre tres grandes símbolos que constituyen sus cimientos: la imagen del Quijote que lucha incansablemente por la justicia, el símbolo de la piedra que en el imaginario de Solón representa la memoria del pueblo y el dibujo de Anteo que es un pintor con alas quien para poder volar tiene sus pies bien enraizados en la tierra, en la realidad.
La Fundación Solón nació en 1994 para preservar, promover y recrear la obra, el pensamiento y el espíritu del muralista Walter Solón Romero (1923-1999) que pregonó en las paredes, los lienzos, los tapices, los grabados y retablos un arte de compromiso social para contribuir a la práctica de la humanidad por la humanidad.
La institución, en casi tres décadas de trabajo, ha centrado sus esfuerzos en recuperar las voces de los sectores discriminados que cuestionan las grandes inequidades sociales y que reclaman una transformación social urgente.
El 8 de noviembre de este año se cumplirá 100 años del nacimiento de gran maestro y hoy su obra está en innumerables murales que pintó a lo largo de su vida.
No por nada él mismo se consideraba ante todo un muralista y relacionaba esta actividad con el compromiso en la lucha social boliviana, denunciando el hambre, la opresión, la desigualdad y la tortura.
Walter Solón Romero Gonzáles. Foto portal Casa Museo Solón
Más de 2.000 obras
Desde su primera exposición en 1946, Solón fue prolífico en su producción artística. Durante su vida creó más de 2.000 obras de varios tipos de materiales y experimentó con diversas técnicas: grabados, murales, textiles, pinturas, retablos.
Experimentó con diversas técnicas como murales, amates, retablos y dibujos reflejando sus profundas inquietudes por la injusticia social.
Un ejemplo de las técnicas innovadoras fue el uso de moldes mezclando cemento con el aceite del árbol de molle que le permitió hacer miles de copias de grabados de la serie “Pueblo al Viento” sin perder calidad.
Solón es más conocido por sus murales que reflejan las ideas y cambios después de la revolución de 1952.
Con algunos amigos fundó el Grupo Anteo, un corriente de intelectuales y artistas comprometidos con el cambio social en Bolivia.
Sus series de Quijotes llamaron a la desilusión y al mismo tiempo a la resistencia popular frente a la opresión de las dictaduras.
Sus Quijotes –El Quijote y los perros, por ejemplo– lo llevaron a la cárcel por su crítica expresiva a los regímenes militares.
Su obra plástica no se reduce al mural sino que también incluye el tallado en maderas, el tejido, los retablos, grabados, tintas, acuarelas, temperas, oleos, dibujos y pinturas.
En todos ellos el artista no cesa de perseguir todas las posibilidades de la expresión plástica y lo hace a través de un personaje que parece que le persigue y que siempre anda junto o muy cerca de él: Don Quijote de La Mancha.
«En la figura del Quijote encontraba la palabra que no hallaba en mi garganta», decía Solón Romero.
Desde sus orígenes la obra del artista no pregonó el arte por el arte, sino la recuperación, recreación y transformación de la realidad. Por eso en la obra del maestro muralista se encuentran pocos cuadros decorativos frente a una multitud de trabajos que no se cansan de reclamar por una existencia para los seres humanos en este rincón de la tierra.
La obra de Solón no cesa de denunciar el hambre, la tortura, la servidumbre, la injusticia y la impunidad.
Sus trabajos se entrelazan con los postulados de la Declaración Universal de los derechos Humanos (1948) de la misma forma como el viento acompaña a las montañas.
A la muestra pictórica de Walter Solón Romero, dijo en su momento Elizabeth Peredo, quien dirigió la Fundación, “no se puede acudir con la idea de distanciarnos como en un cine, sino que debemos ingresar en ella como al ambiente solemne de una biblioteca donde tenemos que estudiar, conocer y aprender cosas nuevas. Ingresar con la seguridad de que nos encontraremos frente a la desnudez del pensamiento puro para tratar de comprender al artista”.
García Meza quiso amputar las manos de Solón
Después de una apertura democrática conseguida por la huelga de hambre de cuatro mujeres mineras contra la dictadura de Hugo Banzer, Walter Solón retornó al país.
Ilusionado por una «nueva democracia» retomó su trabajo, expuso flores y paisajes en una galería de arte de La Paz y volvió a dictar cátedra en la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Mayor de San Andrés.
En su auto biografía el propio artista cuenta que “en la carrera de Artes pintábamos un mural sobre Juana Azurduy de Padilla y la Guerrillas (…) y desafortunadamente volvió nuevamente la noche negra de las dictaduras”.
Luis García Meza, a nombre de la “Reconstrucción Nacional”, tomaba a sangre y fuego el mando de la nación.
El mural “Juana Azurduy de Padilla y la Guerrillas” quedó inconcluso y el nuevo dictador lo consideró subversivo.
Solón fue detenido y los militares le comunicaron que le amputarían las manos por su mural, “para que nunca más pinte obras subversivas”.
Gestiones internacionales lograron que pueda exiliarse en Perú y salvar la vida.
En ese país nació la difusión de la serie el «El Quijote en el Exilio» y sirvió de pretexto para denunciar su detención y los vejámenes que sufrió cuando fue detenido en la Sección Segunda del Gran Cuartel de Miraflores.
Arte y compromiso
Walter Solón Romero Gonzáles nació en Uyuni, Potosí, el 8 de noviembre de 1923. Se graduó como profesor de Arte y Dibujo de la Escuela Nacional de Maestros de Sucre y asistió a la Escuela de Bellas Artes de La Paz y Sucre.
Desde 1944, cuando realiza su primera exposición en el Salón del Aficionado de Sucre va cultivando un arte social que pone en primer lugar la denuncia y la necesidad de expresar los sufrimientos y las demandas del pueblo.
Fundador junto a otras artistas del Grupo “Anteo”, es autor de reconocidos murales y frescos.
Sus Quijotes son al mismo tiempo los símbolos de Solón en el tiempo, su serie de grabados son un testimonio de la resistencia a las dictaduras y la imposición autoritaria.
“El Quijote y los Perros” concebida durante la dictadura de Banzer (1971) como una denuncia ante la desaparición de José Carlos Trujillo, su hijo mayor, “El Quijote en las minas” (1976) cuando la intervención militar a las minas y “El Quijote en el Exilio”, cuando es exiliado luego de su detención por parte de la dictadura de los 80.
Años más tarde, entre 1986 y 1990, crea la serie “El Quijote y los Ángeles” como un aguda crítica a aquellos políticos de la época que usurpaban la democracia.
Al recuperarse la democracia en Bolivia, Solón pinta flores y paisajes, pero cuando ésta muestra sus insuficiencias por la miseria, el desempleo y olvido, el autor realiza la obra “El Retrato de un Pueblo” (1985–1989).
En el período 1986-1999 crea obras aplicando diversas técnicas como murales, amates, retablos y dibujos reflejando sus profundas inquietudes por la injusticia social.
Fue nombrado Gran Premio Nacional de Arte en Bolivia (1967), fue Doctor Honoris Causa de la Universidad Mayor de San Andrés (1998).
En 1994 comienza a construir la Fundación Solón y dona su casa taller para esta enorme tarea. Solón muere en Lima el 27 de julio de 1999 y hoy sus cenizas descansan en la Fundación que lleva su nombre.
Convenio
Con el propósito de promover actividades culturales para conmemorar el centenario del nacimiento de Walter Solón, la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB) y la Fundación Solón suscribieron un Convenio de Cooperación Interinstitucional.
Entre las actividades está la publicación de la biografía del maestro, que formará parte de la Biblioteca Biográfica rumbo al Bicentenario.
El director de la Fundación e hijo del artista, Pablo Solón, expresó su agrado por el convenio, que representa un homenaje más allá de centenario de su padre.
0 Comentarios