A cinco meses del desastre, el ofrecimiento de viviendas quedó en el olvido.
A casi cinco meses del deslizamiento de magnitud registrado en Huanu Huanuni, zona de Bella Vista, que dejó sepultadas alrededor de 72 casas y a 118 familias afectadas; además de repercutir a otras tantas que estuvieron en peligro de desplomarse, EL DIARIO pudo comprobar que aún se escucha el reclamo y los dramáticos relatos de los vecinos que continúan viviendo en carpas de la cancha de Buena Vista.
El intenso frío de la mañana y la noche, característico en esta época de invierno, afecta la salud de este grupo de personas que aún continúan viviendo en espacios improvisados.
En aquella oportunidad (cuando ocurrió el desastre), varias autoridades de Gobierno y departamentales se hicieron presentes para expresar su solidaridad y comprometieron el desembolso de dos millones de dólares para la construcción de nuevas viviendas a favor de las familias damnificadas.
El presidente, Evo Morales, dijo: la Alcaldía de La Paz sólo debería garantizar el terreno “y nosotros vamos a hacer un proyecto y desembolsaremos financiamiento para la construcción de las casas. Calculamos por lo menos dos millones de dólares que vamos a invertir a favor de las familias damnificadas”.
Posteriormente, la Alcaldía remitió al Gobierno nacional información completa sobre cinco alternativas de terrenos para realizar el plan de viviendas para las 135 familias afectadas.
De las cuales fue elegida la alternativa de Irpavi-Urbanización Peña Azul con superficie disponible del terreno de 9.494,8 metros cuadrados. Al ser este sector una zona de conflicto con comunidades colindantes, el afán por conseguir viviendas para estos damnificados quedó prácticamente relajada y en nada.
Los vecinos que aún quedan en el lugar ayer pidieron a las autoridades acordarse de las promesas hechas en el momento.
La dirigente de la Comisión de Damnificados , Claudia Achocán, anunció que “iniciaron trámites para reunirse con autoridades de la Subalcaldía de la zona Sur”; “lamentablemente Janeth Ferrufino, subalcaldesa, hasta el momento no tiene tiempo para atendernos”, dijo.
Por su parte, Janeth Ferrufino, la aludida subalcaldesa, comentó a EL DIARIO que “se está gestionando el tema directamente con el Gobierno central y sugirió a los damnificados que tengan paciencia”. “Esto no se puede solucionar rápido. Es parte de un largo y angustioso proceso”, afirmó.
TESTIMONIOS DESPUÉS DE CINCO MESES
Claudia Achocán:“Continuamos aquí”
“En los módulos estamos los propietarios. Tenían que entregar otros también al sector de los inquilinos, pero los vecinos no lo permitieron. Se opusieron a la construcción de las casas prefabricadas y entonces quedaron en carpas. Ellos también son damnificados y sufren como nosotros. Los que tienen niños pequeños son los que más padecen.
En cuanto a las casas que nos ofreció la Alcaldía, quedó en nada porque el lugar elegido tenía muchos problemas con los comunarios que nos advirtieron con agredirnos si íbamos a quedarnos en ese lugar. Estamos preocupados por nuestros hijos”.
En cuanto a las casas que nos ofreció la Alcaldía, quedó en nada porque el lugar elegido tenía muchos problemas con los comunarios que nos advirtieron con agredirnos si íbamos a quedarnos en ese lugar. Estamos preocupados por nuestros hijos”.
Martha Hilari:“Pedimos una vivienda no un condominio”
“Yo también he perdido mi casa y ahora estamos esperando lo que nos ofrecieron. Pido a la Alcaldía que cumpla con los terrenos. Nosotros no podemos ir a Irpavi porque nos amenazaron con agredirnos. No pedimos condominios, sino una casa como con la que contábamos. Pagábamos nuestros impuestos. Pido a la Alcaldía que se ponga la mano al pecho y que piense en nosotros. Que no se prolongue más esta agonía porque ya son cinco meses. Sería bueno que piensen en la posibilidad de ofrecernos la zona de Caliri”.
Victoria Zúñiga:“Estamos sufriendo”
“Nosotros estamos pasando frío. Figuramos en calidad de inquilinos y no nos cumplen con lo que ofrecieron. El Gobierno dijo que nos daría módulos, pero hasta ahora nada y no sé qué vamos a hacer. Estamos pasando las noches frías. Necesitamos las casas prefabricadas para evitarlo, pero no todos las tenemos. No tenemos dónde cocinar y nuestros hijos están a la intemperie. Estamos con lo que nos donaron, pero también nosotros trabajamos y llevar adelante una rutina en estas condiciones de vida, es muy difícil. Yo lo perdí todo”.
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