Una luz al final de socavón

Cifras recientes sobre el valor de las exportaciones durante los cinco primeros meses del año en curso, muestran un aumento del 28%, con relación a similar periodo del año 2009. La extracción de minerales pasó de 472 a 779 millones de dólares, es decir un aumento del 65%. Es interesante hacer notar que las anteriores cifras no incluyen, entre otros, los valores del estaño y el oro metálico, que figuran en el rubro de industria manufacturera. Queda claro que la actividad minero metalúrgica está bastante cerca de los valores que representan nuestras exportaciones de hidrocarburos, que ocupan el primer lugar.

“La minería ha muerto” sentenciaron los liberales en 1985, y empezaron el proceso de excluir al Estado de su participación en la actividad de este importante segmento productivo. De una importante cantidad de críticos que hoy escriben en contra de las políticas mineras que se están implementando, la mayoría de ellos fueron funcionarios gubernamentales de ese triste periodo histórico (1985-2005), donde el sector minero estatal quedó reducido a su mínima expresión. COMIBOL por ejemplo, gracias al código minero aprobado en ese periodo, quedó reducida al triste papel de administrador de contratos. De ser una de las empresas mineras más importantes del planeta, pasó por obra y gracia de sus propios creadores a portero de las empresas privadas que se apoderaron de sus mejores yacimientos.

Durante largos 20 años intentaron copiar un modelo que para ellos era el ejemplo de lo que deberíamoshacer en minería, el modelo que siguieron en Perú y parcialmente el que siguió Chile. Fracasaron rotundamente, porque ni con códigos, leyes y decretos serviles a la actividad monopólica privada, lograron los resultados que esperaban, que las inversiones llegaran a raudales y constituyera una nueva minería. Los resultados están a la vista, el sector minero durante ese largo periodo quedó anquilosado y sólo se beneficiaron las empresas del expresidente Sanchez de Lozada, empresas que adquirió dolosamente en contra de los intereses del Estado.

Pero nuestros oscuros socavones han vuelto a iluminarse, y las cifras con las que empezamos el artículo son un ejemplo de ello, la minería boliviana no estaba muerta, se convierte nuevamente en un elemento esencial en el desarrollo productivo nacional. Por supuesto que el camino que debe recorrerse es largo para que se aprecie el cambio que se espera, más aun en una actividad donde los proyectos tienen largos periodos de maduración. Se suman a las dificultades las anacrónicas reglas que aún tenemos en materia de legislación, y que deben modificarse con la nueva ley minera que debe aprobarse en la presente gestión.

La Constitución Política del Estado y el Plan Nacional de Desarrollo marcan la ruta que hoy debe transitar el sector minero. Partimos de que todos los bolivianos somos los legítimos propietarios de los recursos naturales, y que es el Estado plurinacional el administrador de los mismos. La pretensión de fraccionar esta administración quedó como uno de los últimos intentos que realizó nuestra extraviada oposición, en el afán de seguir mercantilizando la tierra y el subsuelo. Todo el territorio nacional es Reserva Fiscal, respetando los derechos preconstituidos; los operadores deberán migrar a contratos con el Estado.

Continuamos con el reconocimiento explícito de los sectores que deben contribuir al desarrollo del sector: minería estatal, minería privada, minería cooperativa, todas dentro del marco de la economía plural que hoy buscamos consolidar. Se desecha la posibilidad de ejercer monopolios, todos tenemos cabida si queremos contribuir respetando nuestras particularidades, pero sobre todo las leyes que hoy enmarcan la construcción del nuevo Estado.

Uno de los pilares fundamentales de la actual política minera, es el referido a lograr dar valor agregado a la producción minera. Deberíamos en 5 años tener la capacidad de fundir la mayor parte de esa producción minera. Es decir no deberíamos exportar minerales o concentrados. Es el primer paso para pensar luego en constituir industria básica que tenga como base la variedad de metales que Bolivia estará produciendo en un lustro. Se han dado pasos concretos en esta perspectiva. Los contratos con Jindal Steel para el hierro del Mutún y con Kores para el cobre de Corocoro, especifican como productos finales, acero en el primer caso y cobre metálico en el segundo. La próxima licitación de refinerías de zinc (el mineral más importante que producimos en Bolivia), la esperada puesta en marcha de Karachipampa, fundición de plomo plata, son claros ejemplos de que la matriz minera actual cambiará hacia una de mayor valor agregado.

La diversificación, modernización y búsqueda de nuevos prospectos, también son objetivos que deben ejecutarse. El proyecto del litio, y su gran contenido de soberanía, debe desarrollar paralelamente la industria química básica. El nuevo horno Ausmelt en Vinto y la nueva planta concentradora en Huanuni mejorarán sustancialmente nuestra producción estañífera. Las inversiones aún modestas en materia de prospección y exploración ya han presentado resultados en el caso del cobre que permiten vislumbrar nuevos proyectos en el futuro.

El apoyo al sector cooperativo se ha plasmado directamente en un apoyo efectivo al sector con la implementación de varios proyectos. Queda mucho por hacer en un sector que se vio empujado a trabajar en minas marginales sin ningún soporte técnico. La formalización del sector es una tarea pendiente, que debe basarse en el esfuerzo de los cooperativistas, esfuerzo al que están habituados en su tarea cotidiana.

Las comunidades rurales, antes ignoradas y marginadas, no pueden estar al margen de este renacer del sector minero. Durante años sólo recibieron contaminación y migajas de la riqueza extraídade su territorio. En la nueva realidad que vivimos y que algunos aún se niegan a aceptar, la participación de ellas es imprescindible, no sólo para recibir una parte de las regalías mineras, sino para integrarse plenamente con sus capacidades productivas y su rica historia comunitaria, dentro de la construcción de un Estado Plurinacional con economía plural.

Las inversiones en minería, tanto pública y privada han crecido significativamente. Los agoreros repiten incesantemente que la falta de seguridad jurídica y la falta de una política minera están ahuyentando la inversión; nuevamente las cifras se estrellan contra sus deseos. Es sólo coyuntural concluyen, cuando los precios se derrumben arrastrarán tras de sí a todo el sector predicen.Ignoran que el repunte del sector no sólo obedece a una coyuntura favorable de cotizaciones, sino también al efecto de un incremento sustancial de los volúmenes de producción, esfuerzo en el que cuentan todos, el sector estatal, el cooperativizado y también el privado.

Las dificultades que atraviesa el sector, seguramente persistirán. Los tiempos y la eficacia aun son debilidades que debemos superar. No cabe duda sin embargo que el aporte que ya hoy brinda la minería a la economía nacional, se incrementará a medida que los proyectos enumerados vayan materializándose con esos plazos que a veces son incomprensibles para otro tipo de actividades, pero que en el caso de la minería son insoslayables.

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