China Navidad

Hay quien en el país exporta juguetes de gran calidad; echémosle una mirada


“Trabajar como chinos”, reza la frase que con simpatía, no discriminación ni mofa, alude al esfuerzo realizado por los habitantes del gigante asiático para lograr lo que hoy tienen: un país de posibilidades infinitas. Políticamente las libertades siguen coartadas, pero, en la dinámica comercial bajo los cánones de la globalización, el crecimiento potencial de la economía china, vaticinado hace algunos años, se ha vuelto incontenible.
Esa imponente presencia se manifiesta a sus anchas en épocas tales como la Navidad, cuando, para cumplir con la tradición de los regalos de Papá Noel, el dinero aflora de las baldosas aun en países cuya pobreza es determinante para la calidad de vida de las personas.
En China, paradójicamente, la Navidad no se celebra al estilo occidental, en el sentido cristiano del nacimiento del Niño Jesús. Allá, como acá, aunque por lo menos en Sudamérica sobreviva el significado religioso del 25 de diciembre, impera lo comercial: el regalo por sobre todas las cosas. En definitiva, aquel lejano país se potencia cada año con los réditos económicos que le depara una fiesta completamente ajena.
Pero nada es casualidad en pleno siglo XXI. Mientras el aguinaldo de los bolivianos y sudamericanos en general pareciera ir camino a convertirse en yuanes, el poderío chino se traduce, poco a poco, en una contante y sonante colonización comercial.
Vestimenta, relojes, celulares, zapatos, carteras y los archiconocidos restaurantes, entre otros, se han instalado no ahora, sino hace años, a cada paso en los centros comerciales de la región, sin que la producción nacional pudiera ser una competencia seria.
El mejor ejemplo del liberalismo actual, con una apertura de mercado sin igual, probablemente sea el de China, la nación más grande del mundo que está siendo gobernada, sí, por el Partido Comunista. Sus juguetes se ganan cada año el rótulo de “la novedad” para los medios de comunicación y el 25, por extensión, el ‘Made in China’ termina acompañando al arbolito de Navidad por obra y gracia de la dádiva de Papá Noel.
Es difícil escapar a la tentación de la publicidad y no está mal que los padres quieran que sus hijos disfruten de la magia del producto importado, pero, de vez en cuando, echémosle una mirada a la producción artesanal de manos bolivianas. Por ejemplo, a la de Anatina Toys, exitosa firma que, al buen estilo chino, exporta juguetes nacionales de gran calidad.

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