Para cualquier observador de la evolución de la política mundial debe evidenciarse el carácter vertiginoso de la dinámica unipolar propia del protagonismo dominante de EE UU y su alianza europeo-nipona transnacional. Al mismo tiempo que no deja de ser evidente a su vez, la precipitación en la crisis general de su centro financiero (especulador) a pesar de inéditas medidas de sostén que apenas han tenido algún éxito que no sea el empeoramiento paulatino de sus causas estructurales originarias.
Después de un episódico ”milagro económico”, fruto de una inclusión desigual de culturas y economías desiguales y asimétricas, algunos de los píses estandartes del modelo económico neoliberal ahora bordean el abismo de la ruina. Obligados a retrotraer mecanismos de fiscalización humillante a cargo de los que en gran parte son cómplices del desastre: FMI, Banco Mundial etc.
Hace un buen tiempo que, culminado casi el festín grotesco con la opereta del tatcherismo cínico y criminal llevado hasta sus últimas consecuencias por administraciones dóciles y serviles del mercantilismo depredador, vivimos en el viejo mundo como en los confines y recovecos de un museo cultural y socialmente agonizante o bien muerto. No se vive sino el mundo en degradación cuando la miseria social deambula en las calles y plazas a la par que el consumo exacerbado hurta hasta el último centavo mediante operadores de crédito implacable y parasitario. Este mundo ya lo conocemos de memoria, nos lo recuerdan diariamente los acreedores y la escasez permanente, la industria de entretenimiento con su neurótica repetición hipnótica y la mentira de nuestros gobernantes, descarada, irrespetuosa e impune, desde las tribunas de su administración mercenaria y burocrática.
No importa mucho si esta experiencia se desarrolla en lo que era el primer mundo porque en cualquier esquina de Londres o Barcelona coexisten ínsulas, manchas urbanas de tercer o cuarto mundo a cada paso, por no decir que a veces se puede integrar paisajes de un otro esbozo desnaturalizado del mundo en el que convivimos: Zombies, ex humanos, yupies, neoliberales en un nuevo planeta compartimentado según los ingresos.
Al parecer, ya está decidido que sin importar una nueva búsqueda de alternativas mas democráticas (que significan ”gasto”) se acelere al extremo la explotación de plusvalía, se empeoren las condiciones de subexistencia de la humanidad, se continúe con la destrucción de la economía y la ecología, se continúe con la depredación y el derroche simplemente arrinconando la tugurizacion social y cultural fuera de los límites de las murallas diseñadas para proteger a la ”inteligencia creativa”, sus burocracias ricas y sus tesoros mal habidos, sus palacios y sus lujos y condominios, fuera del alcance de los bárbaros plebeyos ”sin iniciativa”. Un nuevo despotismo feudal en pleno siglo 21, un futuro digno de la ciencia-ficción.
Hay mucho para pensar como testigos del estancamiento de la productividad mundial y la extensión de esa influencia a todos los campos de la experiencia social y cultural. Ni qué decir de la falta de un proyecto estratégico que oriente la vida y la historia de lo que escasamente se vislumbra como futuro para la generación de hoy y las que vendran. La replicación retrospectiva y contínua de todos los aspectos de la realidad fetichizada, reduciendo la contextualidad y las perspectivas de la conciencia hacia el análisis de los fenómenos históricos, como destino angosto, única via restante en el mundo falsificado para el desarrollo de la dinámica social, económica y cultural, es uno de los obstáculos mas grandes, semejante a una nueva, omnipresente e infranqueable muralla de Berlín solo que esta vez quizá eterna e indestructible. El amurallamiento se realiza todos los días cerrando los caminos a la vida y el entendimiento. Abriendo nuevos feudos de colonización y hegemonía, clausurando los campos de la soberanía y la libre determinación.
Sin embargo, la realidad siempre compleja y contradictoria contiene sus propias determinaciones. En los antípodas de la decadencia occidental se va constituyendo una fuerte raigambre anticolonial que busca una vez mas la salida emancipadora y definitiva. Los pueblos originarios de América del Sur resistieron con tenacidad cinco siglos de dominio colonialista y neocolonialista, creando una tradición de lucha que alimentó la guerra libertaria y después los heroicos proyectos revolucionarios (Cuba heroica y ejemplar), en los que se inmolaron los mejores estudiantes, líderes sindicales, combatientes guerrilleros. Líderes políticos que con su sangre realimentaron a su vez la estrategia del proyecto de construcción socialista y comunista latinoamericana.
En los confines de la opresión se generaron las condiciones históricas que hicieron posible un líder como Evo Morales Ayma replanteándose nuevas perspectivas de lucha con destellos de auténtica esperanza. Después del fracaso mundial de la tragedia política, social y económica que significó el neoliberalismo para todos los pobres y desposeídos del mundo quedaron a lo largo y ancho del planeta los testimonios de la rapiña depredadora; restos semidestruidos y hacinados en tugurios de poblaciones cuya vida se degradó paulatinamente para abaratar costos productivos. Tradiciones y hábitos culturales raquíticos y debilitados por la opresión alienante del consumismo; economías subsidiarias de limosnas, desmovilización y perdida de las mínimas libertades y derechos políticos y sindicales; miseria, enfermedad y muerte social de un lumpen cada vez mas extenso esparcido en las gigantescas barriadas de desocupados que no pueden ser orgullo de nadie.
El jefe sindical cocalero asumiendo una gigantesca responsabilidad histórica, un desafío que ha demostrado poder responder con altura. Con las cualidades que expresan la identidad patriótica de su ancestro mas preclaro, un desafió que no pudieron enfrentar todos los gobiernos y los líderes ocasionales que tuvieron la oportunidad para ello, fuera de todas las ventajas de clase, educación y fortuna, (las mas de las veces mal habida). Nuestro presidente, jefe de un nuevo estado y un nuevo país ha mostrado ser el líder de un pueblo que quiere ser digno y libre y que tiene toda la fuerza para lograrlo creando conductores como él de cada uno de los bolivianos de buena leche que hayan comprendido que la tarea confiada a ellos es de su propia envergadura, gigantesca como su herencia histórica.
0 Comentarios