La 'actitud' de las cebras ilustra valores como el respeto a los demás y al bien común
Y es precisamente ése el problema que ni un ejército de cebras puede resolver, pues no se trata de incrementar el control, sino de que todas las personas adopten para sí la ‘actitud cebra’, que por ser respetuosa de la norma no necesita de vigilancia.
Para celebrar este aniversario, el Gobierno Municipal de La Paz ha iniciado un programa llamado "cebra por un día", en el que todos los lunes personajes de notoriedad pública vestirán el disfraz y brindarán en las calles su aporte a la necesaria tarea de educar a las personas en materias de comportamiento vial.
En la primera jornada, el lunes último, el propio Alcalde de La Paz, junto a su homólogo de Tarija, Óscar Montes, además de cuatro conocidos personajes de la televisión, vistieron el emblemático traje. Probablemente han tenido el Alcalde y sus compañeros de aventura ocasión de sentir en carne propia las diversas manifestaciones de violencia que sufren las cebras a causa de sus consejos y reproches por infracciones de la norma, pero también, seguramente, el aliento y la gratitud de quienes se benefician de su actitud respetuosa y solidaria. La experiencia, por eso mismo, debería inspirar ajustes, enmiendas y mejoras en la política pública.
En una ciudad donde el respeto a las normas básicas de convivencia urbana es la excepción y no la regla, donde se mira con desdén a quien cumple con las medidas y señales de tránsito, respeta los semáforos en rojo, incluso cuando "nadie viene" por la otra calle y, en fin, observa el derecho de los demás a circular libremente y con seguridad, la función que cumplen las cebras es tan valiosa como valerosa, y demostradamente necesaria, pues su 'actitud' ilustra valores, lamentablemente escasos, tales como el respeto a los demás y al bien común.
La situación en la mayoría de las ciudades del país, y no hablamos sólo de capitales, es similar; precisamente por eso, en algunas de ellas, tanto las autoridades como sectores de la población desean imitar el ejemplo paceño para introducir educación vial en sus calles y avenidas.
La pregunta, sin embargo, es: si las cebras del municipio paceño y su discurso son tan bien recibidos por la población, ¿por qué cambia tan poco en los hábitos urbanos? Tal vez la respuesta está en que antes que enseñar el contenido de la norma, hay que promover el respeto de ésta en todos los ámbitos, pues ése y no otro es el más severo déficit de la sociedad boliviana en general.
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