Un luthier boliviano fabrica charangos de papel

TRABAJO Adrián Villanueva recupera material desechado, como papel y madera, para darle vida en nuevos instrumentos.




    Fotos: Wara Vargas / Página Siete
    Fotos: Wara Vargas / Página Siete
    El músico y luthier Villanueva con las obras de su creación, las cuales forman parte de la colección privada de charangos.
    Un charango de papel y que acústicamente suene bien parece una fantasía, aunque en las manos y la creatividad del músico y luthier Adrián Villanueva, es posible. El artista lo demuestra interpretando una canción con su charango -previamente afinado con un aparato electrónico- en cuya caja acústica lleva una foto del conocido charanguista Ernesto Cavour. La caja está hecha con papel periódico usando la técnica artesanal china llamada “papel maché”, el resto del charango es de madera. Esta última de tantas innovaciones, la fabricó para participar en la Feria y Festival Nacional del Charango que se realizó en Aiquile, Cochabamba, en 2010. “Aprendí a reciclar de mi madre”, recuerda. Ella hacía aguayos de pedazos de telas. “Es una forma de dar respuesta al calentamiento global, evitar que se talen más árboles”, reflexiona. Lamenta que el jurado del certamen de Aiquile no haya valorado su trabajo, pero está satisfecho ya que otros músicos y periodistas le dieron valor, como pasó en Chile. Con el huayño Chacarawi como música de fondo, continúa la conversación con Villanueva, quien sueña con formar un grupo musical con músicos que usen sólo instrumentos de papel. “Llevaríamos un mensaje ambiental para cuidar el planeta. Sería interesante hacer una gira tocando con un bombo o una guitarra de papel”, dice con ánimo. Mientras trabaja para lograr ese sueño, actualmente se dedica a crear nuevos instrumentos, principalmente charangos de madera. “Voy probando con una y otra clase de madera”, dice, a tiempo que enseña uno hecho de bambú que lleva un fino acabado. Tiene más de 40 charangos fabricados “para su colección”. Entre ellos, uno que muestra al Che y otro que tiene una cobra tallada en madera. En uno de sus viajes a Europa, recuerda que un policía quiso decomisar ese charango. “Está prohibido usar animales silvestres disecados”, me dijo, aunque luego se dio cuenta que era de madera. Consciente del problema ambiental que representa utilizar los caparazones del quirquincho y ahora la madera, este luthier compra los trozos de madera, que por lo general son desechados, para crear sus obras de arte: charangos de materiales de desecho que suenen bien. “Rescato los trozos para darles nueva vida. No importa el tamaño ni el tipo de madera”, dice y enseguida muestra un maletín de donde extrae un pequeño charango electrónico que no tiene más de 50 centímetros. “Es profesional”, afirma. 

    40

    charangos de colección creó Adrián Villanueva desde que se dedica a este arte.
    Dejando su pequeña sala donde alberga una cantidad considerable de discos de vinilo y en cuyas paredes expone fotos y cuadros que resumen su vida musical como quenista en los grupos Kallawaya y Rumillajta, lo vemos trabajar en su taller. Comparte ese espacio artístico con el experto tallador Julio César Choque, con quien da forma a sus diseños. Villanueva se inició en la música a los ocho años, siguiendo a su padre Celso quien, según recuerda, se fabricaba sus propios instrumentos. “Mi primera quena la hice de palo de escoba”, dice. En las giras con su grupo Kallawaya visitó talleres de los pueblos donde intercambió conocimiento y experiencia en la construcción de instrumentos. Desde entonces no ha dejado de crear y tiene aún varios proyectos por realizar. Para el experimentado charanguista Ernesto Cavour, el trabajo de Villanueva es reconocido porque es un músico de amplia trayectoria. El charanguista afirma que un charango suena bien en cualquier tipo de material no sólo en madera, y que puede valer desde 200 bolivianos hasta 200 dólares. “Cualquiera puede sonar bien, depende del cariño que le ponga el constructor y la suerte del ejecutor”, resalta Cavour.

    Sobre el charango

    • Charango Instrumento que posee cinco pares de cuerdas dobles aunque hay variaciones con menos o más cuerdas.
    • Luthería El charango más difundido, entre cejuela y puente, tiene una distancia de 37 cm. Existen también charangos muy pequeños (walaycho, maulincho, chillador) y charangos grandes (ronroco, khonkhota, charango mediano o mediana).
    • Partes Caja acústica, mástil, clavijero, cuerdas de nylon y/o de metal.
    • Caja acústica Hay varios tipos: de armadillo, de madera ahuecada (llunk’eado) y de madera laminada. Tradicionalmente estaba hecha con el caparazón de un quirquincho (especie de armadillo típica del altiplano de Oruro y Potosí, Bolivia hasta Puno y Cusco, Perú).
    • Madera Ahuecada Es una caja redonda como la del quirquincho, pero hecha de madera dura o semidura. El charango se construye de una sola pieza de madera (la caja, mástil y clavijero), no son partes separadas.
    • Laminada Creada en Perú, es una caja construida de manera idéntica a la de la guitarra.


Nota : Pagina Siete

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