Hugo Rodas Morales*
El retroceso masista a posturas conservadoras del populismo de derecha, también en el ámbito internacional, parece irreversible: al desnudamiento casi infantil de su política económica antipopular (“gasolinazo”), para facilitar la explotación de nuestros recursos energéticos de carácter estratégico, siguen y suman posicionamientos que desmerecen la dura historia de lucha democrática de los trabajadores bolivianos, con burlas del Presidente y Vicepresidente sobre las demandas salariales y la creciente movilización antigubernamental.
Sumándose a la institucionalización del Foro Social de Dakar en la línea del ex obrero metalúrgico Lula Da Silva y el hiperbólico sociólogo portugués Boaventura de Souza, esto es, en una alianza de presidentes nacional-populistas y ONG´s afines Evo Morales declaró que la “rebelión de los pueblos de los países árabes (es) contra el imperialismo norteamericano”, a lo que siguió una comunicación última de la Cancillería boliviana al gobierno libio, en la que pide negociar “desechando la violencia”, después que Gaddafi ordenara masacrar a su pueblo.
El protagonismo fingidamente neutral de la intelectualidad masista (y el MSM), añadirá en breve, Vicepresidencia mediante, un nuevo “apoyo crítico” al “proceso de cambio”: Esperando a Žižek podría llamarse el próximo divertimento clasemediero. El telón de la claudicación con los intereses de los trabajadores y la impunidad obsequiada a los aparatos represivos del viejo Estado liberal, podría caer durante este periodo terminal (tercero de la coyuntura en curso) del nacional-populismo masista.
Sumándose a la institucionalización del Foro Social de Dakar en la línea del ex obrero metalúrgico Lula Da Silva y el hiperbólico sociólogo portugués Boaventura de Souza, esto es, en una alianza de presidentes nacional-populistas y ONG´s afines Evo Morales declaró que la “rebelión de los pueblos de los países árabes (es) contra el imperialismo norteamericano”, a lo que siguió una comunicación última de la Cancillería boliviana al gobierno libio, en la que pide negociar “desechando la violencia”, después que Gaddafi ordenara masacrar a su pueblo.
El protagonismo fingidamente neutral de la intelectualidad masista (y el MSM), añadirá en breve, Vicepresidencia mediante, un nuevo “apoyo crítico” al “proceso de cambio”: Esperando a Žižek podría llamarse el próximo divertimento clasemediero. El telón de la claudicación con los intereses de los trabajadores y la impunidad obsequiada a los aparatos represivos del viejo Estado liberal, podría caer durante este periodo terminal (tercero de la coyuntura en curso) del nacional-populismo masista.
Anacronismo de la fábula del “mandar obedeciendo”
En la actual escena política boliviana, la impostura gubernamental del “mandar obedeciendo” (constructo teórico-político del neozapatismo mexicano) se trastoca en diversas legitimaciones discursivas de esforzada factura y dudosa conciliación con la realidad actual. En un primer plano cabe mencionar el discurso oficialista a cargo de las principales autoridades del Estado Plurinacional, notablemente simbólico en la “risa” que le provocaría al Presidente, Vicepresidente y algunos ministros, las movilizaciones de los trabajadores contrarias a la política económica antipopular del gobierno del MAS y reclamando una nivelación salarial acorde al incremento de precios resultante del “gasolinazo” de diciembre pasado.
En un segundo plano podría situarse a la legitimación del poder ejercido o del instrumento encargado de ello: “Gobernar obedeciendo al pueblo” (funcionarios jesuitas como Xavier Albó) o mediante el partido instrumento de los movimientos sociales, el que “manda obedeciendo” (a decir del funcionario del Banco Mundial y periodista Rafael Archondo, en La Razón, 20.02.11).
En un tercer nivel, no menos discursivo porque supone subjetivamente posible tornar secundario el papel del Vicepresidente Álvaro García en favor del “proceso de cambio” (Raúl Prada) o para estimular la “autonomía social de productores y ciudadanos” (Roger Cortéz), se afirma que devolviendo la iniciativa a los movimientos sociales se podrá superar la tendencia a reproducir las prácticas de poder tradicionales que encabeza el “último jacobino” (alusión al Vicepresidente por Prada, sin nombrarlo; en Bolpress, 19.02.11 ) o relegarlo a él y sus operadores “en nuestra atención al secundario lugar que legítimamente ocupa cuando de resolver problemas se trata” (escribe Cortéz sin mencionar tampoco al Vicepresidente, en La Razón, 20.02.11).
En todos los casos se trataría de fortalecer o a lo sumo “reconducir” el “proceso de cambio” y en general el “proceso de descolonización”, según el lenguaje de varios de sus admiradores internos e internacionales. Pueden leerse al respecto los fervientes textos de Pablo Stefanoni y otros periodistas latinoamericanos a los que hace eco la página www.rebelion.org, donde, por ejemplo, el chileno Marcos Roitmann sostiene desde México (originalmente en página del diario La Jornada) que el “gasolinazo” masista habría sido “Una decisión correcta, nunca impopular” (13.01.11) ilustrando cuán desinformado se puede estar sobre “el proceso de cambio” sin salir de América Latina y de lo que “la izquierda” latinoamericana entiende por democracia. A decir de Roitmann: “El gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) y su presidente Evo Morales, han dado una lección política democrática. Tras las protestas por el alza en el precio de la gasolina y el diesel se levanta un gran malestar social que lleva a un enfrentamiento violento entre partidarios y detractores. Se impone el diálogo. Las reuniones con actores destacados del proceso democrático, muestran una mayoría en contra. Razón suficiente para dejar sin efecto la medida. En boca de su presidente Evo Morales: Hemos decidido, en esa conducta de mandar obedeciendo al pueblo, abrogar el decreto supremo 748 y los decretos que acompañan a esta medida. En otras palabras, siempre hay tiempo para rectificar y mostrar el compromiso ético con el proyecto democrático para una vida plena y con dignidad. No cabe otra interpretación de los acontecimientos. Por ello, en este caso, no se puede hablar de crisis, de pérdida de apoyo social o debilidad. Al contrario, ha prevalecido el sentido común y no la obstinación. Un ejemplo que dirigentes de todo el mundo deberían seguir”. (Cursivas mías).
No menos significativo de la irreflexividad discursiva favorable al “descolonizador proceso de cambio”, es el elogio de Evo Morales para la posteridad por Rafael Bautista, situándolo por anticipado al nivel de “pensadores y filósofos revolucionarios y marxistas” como Martí, Mariátegui o el subcomandante Marcos, en el voluminoso Historia del Pensamiento Filosófico Latinoamericano, del Caribe y "Latino" (1300-2000) de Enrique Dussel, Eduardo Mendieta y Carmen Bohórquez (eds.), México, CREFAL/Siglo XXI, 2009, p. 804.
En un segundo plano podría situarse a la legitimación del poder ejercido o del instrumento encargado de ello: “Gobernar obedeciendo al pueblo” (funcionarios jesuitas como Xavier Albó) o mediante el partido instrumento de los movimientos sociales, el que “manda obedeciendo” (a decir del funcionario del Banco Mundial y periodista Rafael Archondo, en La Razón, 20.02.11).
En un tercer nivel, no menos discursivo porque supone subjetivamente posible tornar secundario el papel del Vicepresidente Álvaro García en favor del “proceso de cambio” (Raúl Prada) o para estimular la “autonomía social de productores y ciudadanos” (Roger Cortéz), se afirma que devolviendo la iniciativa a los movimientos sociales se podrá superar la tendencia a reproducir las prácticas de poder tradicionales que encabeza el “último jacobino” (alusión al Vicepresidente por Prada, sin nombrarlo; en Bolpress, 19.02.11 ) o relegarlo a él y sus operadores “en nuestra atención al secundario lugar que legítimamente ocupa cuando de resolver problemas se trata” (escribe Cortéz sin mencionar tampoco al Vicepresidente, en La Razón, 20.02.11).
En todos los casos se trataría de fortalecer o a lo sumo “reconducir” el “proceso de cambio” y en general el “proceso de descolonización”, según el lenguaje de varios de sus admiradores internos e internacionales. Pueden leerse al respecto los fervientes textos de Pablo Stefanoni y otros periodistas latinoamericanos a los que hace eco la página www.rebelion.org, donde, por ejemplo, el chileno Marcos Roitmann sostiene desde México (originalmente en página del diario La Jornada) que el “gasolinazo” masista habría sido “Una decisión correcta, nunca impopular” (13.01.11) ilustrando cuán desinformado se puede estar sobre “el proceso de cambio” sin salir de América Latina y de lo que “la izquierda” latinoamericana entiende por democracia. A decir de Roitmann: “El gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) y su presidente Evo Morales, han dado una lección política democrática. Tras las protestas por el alza en el precio de la gasolina y el diesel se levanta un gran malestar social que lleva a un enfrentamiento violento entre partidarios y detractores. Se impone el diálogo. Las reuniones con actores destacados del proceso democrático, muestran una mayoría en contra. Razón suficiente para dejar sin efecto la medida. En boca de su presidente Evo Morales: Hemos decidido, en esa conducta de mandar obedeciendo al pueblo, abrogar el decreto supremo 748 y los decretos que acompañan a esta medida. En otras palabras, siempre hay tiempo para rectificar y mostrar el compromiso ético con el proyecto democrático para una vida plena y con dignidad. No cabe otra interpretación de los acontecimientos. Por ello, en este caso, no se puede hablar de crisis, de pérdida de apoyo social o debilidad. Al contrario, ha prevalecido el sentido común y no la obstinación. Un ejemplo que dirigentes de todo el mundo deberían seguir”. (Cursivas mías).
No menos significativo de la irreflexividad discursiva favorable al “descolonizador proceso de cambio”, es el elogio de Evo Morales para la posteridad por Rafael Bautista, situándolo por anticipado al nivel de “pensadores y filósofos revolucionarios y marxistas” como Martí, Mariátegui o el subcomandante Marcos, en el voluminoso Historia del Pensamiento Filosófico Latinoamericano, del Caribe y "Latino" (1300-2000) de Enrique Dussel, Eduardo Mendieta y Carmen Bohórquez (eds.), México, CREFAL/Siglo XXI, 2009, p. 804.
Circunloquios y silencio de los “gramscianos” locales
No es una novedad, pero puede haberse olvidado, uno de los abusos que la historia documenta del notable pensamiento marxista de Antonio Gramsci, extrapolado por la socialdemocracia internacional, en especial europea (por las raíces generacionales del MIR) a favor del discurso de lo nacional-popular en Bolivia (René Zavaleta) que ideológicamente es nacional-populista, tributaria del policlasismo del MNR y el “entronque histórico” con la Revolución Nacional de 1952. Explícitos discursos del Vicepresidente reivindican desde el primer periodo de gobierno del MAS al caudillo histórico y tecnocrático del MNR, Víctor Paz Estenssoro como modelo de estadista; no pocos de los miembros del grupo Comuna, militantes intelectuales del MSM y que legitiman el “proceso de cambio” nacieron a la práctica política como juventud del viejo MIR de Paz Zamora y Juan del Granado entre otros, aliado de la UDP de los años 80 (Luis Tapia, Fabián Yaksic y amigos) y en rivalidad explícita con el PS-1, desde principios de los 70. La “izquierda nacional” y la “izquierda socialista” nunca coincidieron por razones programático-ideológicas obvias.
Raúl Prada, que ha ocupado altas funciones públicas y de representación popular por el gobierno del MAS no adhirió ni a las corrientes socialistas del pasado, ni a las de la socialdemocracia sino a versiones del anarquismo y es un intelectual fundador del grupo Comuna que contrapone el discurso de la “descolonización” al ala estatalista del entorno del Vicepresidente Álvaro García, que resguarda a su vez la imagen del “Presidente indígena” Evo Morales. Como resulta evidente, la responsabilidad por el poder desde el 2005 incumbe a los grupos que hoy se enfrentan al interior del MAS, resultado previsible de la deliberada e intrumentalizada ambigüedad ideológica del masismo. Mientras la pugna al interior del MAS no se había desplazado a la clase media, comprometida invisiblemente con el proyecto gubernamental reformista, los discursos del nacional-populismo (oscilantes entre el “capitalismo andino” y el “socialismo comunitario”) podían simular ser plurales. Actualmente, el rápido desarrollo de las contradicciones intrínsecas al proyecto del MAS evidencia una abierta competencia que ha fracturado al propio grupo Comuna en una simulada diferencia entre ex aliados y hoy rivales electoralistas, la que existiría entre el MAS y el MSM. Esta es la apariencia, en los hechos significa la competencia por espacios de poder bajo el mismo techo llamado “proceso de cambio”.
A cada discurso del Vicepresidente (miembro casual del grupo Comuna, no histórico, recordemos que Álvaro García proviene de una guerrilla indigenista que revisó su posición revolucionaria en la cárcel) le sucede en el actual periodo (segundo) del nacional-populismo masista, otro de Raúl Prada, que oficia como voz de los demás miembros del grupo que suelen guardar un prudente silencio. El “último jacobino” y el “Gramsci latinoamericano” (atribución desafortunadamente “colonizadora” que correspondería a Boaventura de Souza) pretenden diferenciarse ambos de la “izquierda tradicional” en la que en efecto no han militado, pero a la que no superan sino cronológicamente y no ideológicamente, si observamos que el gobierno actual (no el poder económico, como reitera el Vicepresidente cada tanto, tradicionalmente oligárquico e intocado por el MAS) se asienta en la legitimidad que le procuran precisamente esos grupos tradicionales: el PCB, el PCML, fracciones o individuos del ELN y otros grupos de la guerrilla guevarista, variedades del MIR (MSM y restos del MIR-NM), ex militantes del desaparecido PS-1 histórico, entre otros. La vieja UDP (derrotada por sus contradicciones y que legitimó por defecto el neoliberalismo que le sucedió mediante el MNR pazestenssorista de 1985), más socialistas que no adhirieron al gonismo (MNR neoliberal), restos de la guerrilla guevarista y versiones indigenistas sin partido. Es decir, la “izquierda tradicional” sin programa de los 80, que llegara tarde a la insuficiente y efímera distribución burocrática del gobierno de la UDP (1982-1984) sin alterar el poder del corrupto y decadente Estado del ´52.
Del Vicepresidente nos hemos ocupado en más de una ocasión. Cabe atender los argumentos de Raúl Prada respecto a la supuesta diferencia de su postura “descolonizadora” con la “izquierda tradicional”. Dado que Prada ha ensayado además, de modo no muy distinto al del Vicepresidente, un discurso marxista relativo a una análisis de las contradicciones principales y secundarias en curso (discurso tradicional por donde se lo lea y que se comenta en el último apartado), veamos si en su discurso sobre el “proceso de cambio” existe congruencia y diferencia con el que oficialmente sostiene el grupo vinculado al Vicepresidente. Bastará citar algunas frases con cursivas mías: “Las conquistas logradas por el pueblo boliviano en el ciclo de las luchas de los movimientos sociales del 2000 al 2005 abrieron el horizonte descolonizador del Estado plurinacional, dando lugar a la asunción del gobierno por el primer presidente indígena (Evo Morales), iniciándose así el proceso de aplicación de la Agenda de octubre (y que) se sintetiza en la nacionalización de los hidrocarburos.” (Prada y Arkonada: “En defensa del proceso de cambio y del pacto de unidad”, Rebelión 19.01.11). El “gasolinazo” de diciembre del 2010 es denominado: “Medida de suspensión de la subvención de los combustibles para el mercado interno” y luego reconocido, admitiendo la diferencia entre gobierno y movimientos sociales: “Tanto el gobierno como las organizaciones sociales tienen una tarea pendiente, buscar soluciones alternativas al gasolinazo”. Concluye quitando la dirección del proceso político al MAS y otorgándosela a los movimientos sociales indígena-campesinos: “En el momento crucial que estamos viviendo, el Pacto de Unidad (sindicatos campesinos y pueblos indígenas) debe convertirse en el motor de la reconducción del proceso de cambio”.
Diez días antes y confesando no tener una idea crítica definida, había escrito Prada que fueron el Presidente y el Vicepresidente quienes acordaron “subir el precio de los combustibles” (“La crisis del gasolinazo”, en Rebelión 09.01.11) y que según Isabel Rauber también en Rebelión, el “gasolinazo” sería “bienaventurado (sic)” si lograra “revertir la creciente tendencia superestructural gubernamental a decidir desde arriba sin contar con los de abajo”. Pero, ¿cómo podrían los de abajo avalar el incremento con tendencia inflacionaria en la “canasta familiar” de precios? Rauber por supuesto espiga el discurso para defender al “proceso de cambio”, pese a las decisiones de los máximos dirigentes del MAS. Prada dice como parte del gobierno, después de reprimidas las primeras protestas y movilizaciones populares: “Espero que no hayamos cruzado la línea, que nos encontremos del otro lado de la vereda, enfrentando al pueblo (sic)”. Y añade: “Creo que no se ha sido honesto, se ha ocultado al medida (del “gasolinazo”) al pueblo, no se le ha consultado, se lo ha tratado como enemigo como en los mejores momentos (sic, por “peores momentos”) de los gobiernos neoliberales” y califica la crisis de diciembre del 2010 como muestra de una “restauración neoliberal” a la vez que insiste a favor del MAS: “¿Quién ha ganado? Otra vez el pueblo (…) la movilización que reclama la consulta al pueblo”.
En un artículo posterior sobre deslindes respecto a la “izquierda tradicional”, Prada escribe que ésta (presente en el apoyo al gobierno del MAS, a excepción del POR trotskista) habría intentado las vías insurreccional, guerrillera y democrática y dice que el MAS seguiría “la huella dejada por el socialismo” pasado (el de Quiroga Santa Cruz mediante el PS-1) pero formando “parte de la nueva izquierda más bien ligada a los movimientos sociales” (en “Diferencias con la izquierda tradicional”, Rebelión 10.02.11). El MAS y los movimientos sociales aparecen indiferenciados: se distinguirían de la “izquierda tradicional” por haber triunfado políticamente (electoralismo) y lograr la hegemonía de los movimientos sociales (el MAS sería un “gobierno de los movimientos sociales”, lo que no es posible sino bajo una subsunción de unidad estrictamente ideológica). Las preguntas subsiguientes son, por decir lo menos, nada serias: “¿Cómo evitar que el poder te tome en vez de que tomes el poder?”.
Raúl Prada, que ha ocupado altas funciones públicas y de representación popular por el gobierno del MAS no adhirió ni a las corrientes socialistas del pasado, ni a las de la socialdemocracia sino a versiones del anarquismo y es un intelectual fundador del grupo Comuna que contrapone el discurso de la “descolonización” al ala estatalista del entorno del Vicepresidente Álvaro García, que resguarda a su vez la imagen del “Presidente indígena” Evo Morales. Como resulta evidente, la responsabilidad por el poder desde el 2005 incumbe a los grupos que hoy se enfrentan al interior del MAS, resultado previsible de la deliberada e intrumentalizada ambigüedad ideológica del masismo. Mientras la pugna al interior del MAS no se había desplazado a la clase media, comprometida invisiblemente con el proyecto gubernamental reformista, los discursos del nacional-populismo (oscilantes entre el “capitalismo andino” y el “socialismo comunitario”) podían simular ser plurales. Actualmente, el rápido desarrollo de las contradicciones intrínsecas al proyecto del MAS evidencia una abierta competencia que ha fracturado al propio grupo Comuna en una simulada diferencia entre ex aliados y hoy rivales electoralistas, la que existiría entre el MAS y el MSM. Esta es la apariencia, en los hechos significa la competencia por espacios de poder bajo el mismo techo llamado “proceso de cambio”.
A cada discurso del Vicepresidente (miembro casual del grupo Comuna, no histórico, recordemos que Álvaro García proviene de una guerrilla indigenista que revisó su posición revolucionaria en la cárcel) le sucede en el actual periodo (segundo) del nacional-populismo masista, otro de Raúl Prada, que oficia como voz de los demás miembros del grupo que suelen guardar un prudente silencio. El “último jacobino” y el “Gramsci latinoamericano” (atribución desafortunadamente “colonizadora” que correspondería a Boaventura de Souza) pretenden diferenciarse ambos de la “izquierda tradicional” en la que en efecto no han militado, pero a la que no superan sino cronológicamente y no ideológicamente, si observamos que el gobierno actual (no el poder económico, como reitera el Vicepresidente cada tanto, tradicionalmente oligárquico e intocado por el MAS) se asienta en la legitimidad que le procuran precisamente esos grupos tradicionales: el PCB, el PCML, fracciones o individuos del ELN y otros grupos de la guerrilla guevarista, variedades del MIR (MSM y restos del MIR-NM), ex militantes del desaparecido PS-1 histórico, entre otros. La vieja UDP (derrotada por sus contradicciones y que legitimó por defecto el neoliberalismo que le sucedió mediante el MNR pazestenssorista de 1985), más socialistas que no adhirieron al gonismo (MNR neoliberal), restos de la guerrilla guevarista y versiones indigenistas sin partido. Es decir, la “izquierda tradicional” sin programa de los 80, que llegara tarde a la insuficiente y efímera distribución burocrática del gobierno de la UDP (1982-1984) sin alterar el poder del corrupto y decadente Estado del ´52.
Del Vicepresidente nos hemos ocupado en más de una ocasión. Cabe atender los argumentos de Raúl Prada respecto a la supuesta diferencia de su postura “descolonizadora” con la “izquierda tradicional”. Dado que Prada ha ensayado además, de modo no muy distinto al del Vicepresidente, un discurso marxista relativo a una análisis de las contradicciones principales y secundarias en curso (discurso tradicional por donde se lo lea y que se comenta en el último apartado), veamos si en su discurso sobre el “proceso de cambio” existe congruencia y diferencia con el que oficialmente sostiene el grupo vinculado al Vicepresidente. Bastará citar algunas frases con cursivas mías: “Las conquistas logradas por el pueblo boliviano en el ciclo de las luchas de los movimientos sociales del 2000 al 2005 abrieron el horizonte descolonizador del Estado plurinacional, dando lugar a la asunción del gobierno por el primer presidente indígena (Evo Morales), iniciándose así el proceso de aplicación de la Agenda de octubre (y que) se sintetiza en la nacionalización de los hidrocarburos.” (Prada y Arkonada: “En defensa del proceso de cambio y del pacto de unidad”, Rebelión 19.01.11). El “gasolinazo” de diciembre del 2010 es denominado: “Medida de suspensión de la subvención de los combustibles para el mercado interno” y luego reconocido, admitiendo la diferencia entre gobierno y movimientos sociales: “Tanto el gobierno como las organizaciones sociales tienen una tarea pendiente, buscar soluciones alternativas al gasolinazo”. Concluye quitando la dirección del proceso político al MAS y otorgándosela a los movimientos sociales indígena-campesinos: “En el momento crucial que estamos viviendo, el Pacto de Unidad (sindicatos campesinos y pueblos indígenas) debe convertirse en el motor de la reconducción del proceso de cambio”.
Diez días antes y confesando no tener una idea crítica definida, había escrito Prada que fueron el Presidente y el Vicepresidente quienes acordaron “subir el precio de los combustibles” (“La crisis del gasolinazo”, en Rebelión 09.01.11) y que según Isabel Rauber también en Rebelión, el “gasolinazo” sería “bienaventurado (sic)” si lograra “revertir la creciente tendencia superestructural gubernamental a decidir desde arriba sin contar con los de abajo”. Pero, ¿cómo podrían los de abajo avalar el incremento con tendencia inflacionaria en la “canasta familiar” de precios? Rauber por supuesto espiga el discurso para defender al “proceso de cambio”, pese a las decisiones de los máximos dirigentes del MAS. Prada dice como parte del gobierno, después de reprimidas las primeras protestas y movilizaciones populares: “Espero que no hayamos cruzado la línea, que nos encontremos del otro lado de la vereda, enfrentando al pueblo (sic)”. Y añade: “Creo que no se ha sido honesto, se ha ocultado al medida (del “gasolinazo”) al pueblo, no se le ha consultado, se lo ha tratado como enemigo como en los mejores momentos (sic, por “peores momentos”) de los gobiernos neoliberales” y califica la crisis de diciembre del 2010 como muestra de una “restauración neoliberal” a la vez que insiste a favor del MAS: “¿Quién ha ganado? Otra vez el pueblo (…) la movilización que reclama la consulta al pueblo”.
En un artículo posterior sobre deslindes respecto a la “izquierda tradicional”, Prada escribe que ésta (presente en el apoyo al gobierno del MAS, a excepción del POR trotskista) habría intentado las vías insurreccional, guerrillera y democrática y dice que el MAS seguiría “la huella dejada por el socialismo” pasado (el de Quiroga Santa Cruz mediante el PS-1) pero formando “parte de la nueva izquierda más bien ligada a los movimientos sociales” (en “Diferencias con la izquierda tradicional”, Rebelión 10.02.11). El MAS y los movimientos sociales aparecen indiferenciados: se distinguirían de la “izquierda tradicional” por haber triunfado políticamente (electoralismo) y lograr la hegemonía de los movimientos sociales (el MAS sería un “gobierno de los movimientos sociales”, lo que no es posible sino bajo una subsunción de unidad estrictamente ideológica). Las preguntas subsiguientes son, por decir lo menos, nada serias: “¿Cómo evitar que el poder te tome en vez de que tomes el poder?”.
La “infame noción de modernidad alternativa” desde Žižek
Se trata del poscapitalismo erróneo, que teoriza el director de CLACSO y admirador del grupo boliviano Comuna, Emir Sader; algo que alcanza al movimiento antiglobalización o altermundista ya referido en relación al Foro Social reciente (realizado en Dakar y en el que la “mesa de los movimientos sociales” a nivel internacional fue la más concurrida, cerca de 3.000 participantes se indica en medios de información diversos). Slavoj Žižek lo ha señalado sin duda, citando un libro de Boltanski y Chiapello (2005) relativo al nuevo espíritu del capitalismo: “Sucumbe a la tentación de transformar una crítica del capitalismo mismo (…) en una crítica del imperialismo” de modo que se externaliza al enemigo como hace el discurso del MAS, no importa el titular que lo firme, en cada uno de sus propios pasos hacia atrás aliándose a cualquiera; desde los que Žižek llama “violentos antimodernidad islámicos” o “el obsceno régimen de Lukashenko en Bielorrusia” al que buscara el presidente venezolano Hugo Chávez el 2006. Žižek, que al parecer no se ha ilustrado aún con el “capitalismo andino” o los símiles del “socialismo comunitario” del grupo Comuna que han encandilado a los intelectuales latinoamericanos articulados corporativamente en su mayoría por CLACSO, concluye que se trata de “otra versión de la infame noción de ´modernidad alternativa´: en lugar de la crítica del capitalismo como tal, de enfrentarse a su mecanismo básico, con lo que nos encontramos es con la crítica del ´exceso´ imperialista, con la noción (tácita) de la movilización de los mecanismos capitalistas en un marco distinto, más progresista´”. (Véase toda su introducción a escritos escogidos de Mao, denominada “Mao Tse-Tung, el señor marxista del desgobierno”, Madrid, Akal, 2007, p. 11).
El actual Vicepresidente y el ex Viceministro del MAS, Álvaro García y Raúl Prada, han intentado responder retóricamente (repitiendo un lenguaje maoísta ortodoxo) a las contradicciones entre discurso y práctica del nacional-populismo masista, adulterando con tinta local el estilo bolchevique o gramsciano logrado en la historia concreta de su tiempo. Visto ante la emergencia de improvisar una respuesta mediática, el Vicepresidente acudió a términos de los escritos de otro miembro de Comuna (Luis Tapia) para aludir a la “velocidad” del cambio en medio de “turbulencia política” y los aderezó aleccionando a la Asamblea Plurinacional sobre las contradicciones “fundamentales y antagónicas” (pueblo vs. imperialismo) y “secundarias y no antagónicas”(campo vs. ciudad), anunciando “tensiones creativas” en el proyecto masista de “modernidad alternativa” arriba citado: “Lo que estamos haciendo nosotros es potenciar el Estado para beneficio de los más pobres”. (Álvaro García en Bolpress, 22.01.11). Este fue el antecedente discursivo del “gasolinazo” que el mismo Vicepresidente expondría por los medios de información oficiales y que ante la protesta popular movilizada intentaría justificar por esos mismos canales a principios de enero de este año.
Por su parte, Prada escribió dos días después remitiendo a Mao entre los años 30 y 50 del siglo pasado (”El mapa de las contradicciones”, 24.01.11), señalando que las contradicciones al interior del “proceso de cambio” sólo podrían evaluarse en función de lo avanzado realmente y que en este sentido, lo que cabía era “transferir la toma de decisiones a los movimientos sociales, las naciones y pueblos indígenas originarios, las organizaciones de trabajadores, las juntas de vecinos de las ciudades, al pueblo y a la gente” puesto que lo que no se había logrado era la democracia participativa. Era el antecedente de su reciente texto “El último jacobino” en el que es el Vicepresidente el responsable de la usurpación de lo que antes llamaba el desarrollo de la Agenda de Octubre del 2003.
En ambos casos, la pregunta para el supuesto de que Žižek (su argumentación teórica) que debe llegar a Bolivia invitado por el MAS, no eluda al auditorio boliviano con malabarismos discursivos, es si por encima de la abstracta cortesía políticamente correcta (descortesía con el concreto movimiento obrero y popular boliviano), describirá cómo, entre las alternativas de izquierda que disputan al interior de su anfitrión y sus aliados (MAS y MSM), todas las salidas realmente existentes son de derecha populista, esto es, simuladamente anticapitalistas, y todos los aliados internacionales son cualesquiera, aquellos que convengan a la “infame noción de modernidad alternativa” del suicidamente risueño “proceso de cambio”.
El actual Vicepresidente y el ex Viceministro del MAS, Álvaro García y Raúl Prada, han intentado responder retóricamente (repitiendo un lenguaje maoísta ortodoxo) a las contradicciones entre discurso y práctica del nacional-populismo masista, adulterando con tinta local el estilo bolchevique o gramsciano logrado en la historia concreta de su tiempo. Visto ante la emergencia de improvisar una respuesta mediática, el Vicepresidente acudió a términos de los escritos de otro miembro de Comuna (Luis Tapia) para aludir a la “velocidad” del cambio en medio de “turbulencia política” y los aderezó aleccionando a la Asamblea Plurinacional sobre las contradicciones “fundamentales y antagónicas” (pueblo vs. imperialismo) y “secundarias y no antagónicas”(campo vs. ciudad), anunciando “tensiones creativas” en el proyecto masista de “modernidad alternativa” arriba citado: “Lo que estamos haciendo nosotros es potenciar el Estado para beneficio de los más pobres”. (Álvaro García en Bolpress, 22.01.11). Este fue el antecedente discursivo del “gasolinazo” que el mismo Vicepresidente expondría por los medios de información oficiales y que ante la protesta popular movilizada intentaría justificar por esos mismos canales a principios de enero de este año.
Por su parte, Prada escribió dos días después remitiendo a Mao entre los años 30 y 50 del siglo pasado (”El mapa de las contradicciones”, 24.01.11), señalando que las contradicciones al interior del “proceso de cambio” sólo podrían evaluarse en función de lo avanzado realmente y que en este sentido, lo que cabía era “transferir la toma de decisiones a los movimientos sociales, las naciones y pueblos indígenas originarios, las organizaciones de trabajadores, las juntas de vecinos de las ciudades, al pueblo y a la gente” puesto que lo que no se había logrado era la democracia participativa. Era el antecedente de su reciente texto “El último jacobino” en el que es el Vicepresidente el responsable de la usurpación de lo que antes llamaba el desarrollo de la Agenda de Octubre del 2003.
En ambos casos, la pregunta para el supuesto de que Žižek (su argumentación teórica) que debe llegar a Bolivia invitado por el MAS, no eluda al auditorio boliviano con malabarismos discursivos, es si por encima de la abstracta cortesía políticamente correcta (descortesía con el concreto movimiento obrero y popular boliviano), describirá cómo, entre las alternativas de izquierda que disputan al interior de su anfitrión y sus aliados (MAS y MSM), todas las salidas realmente existentes son de derecha populista, esto es, simuladamente anticapitalistas, y todos los aliados internacionales son cualesquiera, aquellos que convengan a la “infame noción de modernidad alternativa” del suicidamente risueño “proceso de cambio”.
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