“Transformers 3: hay robots gigantes, mujeres en calzones y golpes por dos horas. Es perfecta” resumió un amigo, quien me acompañó hace unas horas a ver la película. Para serles francos, mis expectativas no eran muy altas. Por supuesto, considerando las dos entregas previas y el estilo de Michael Bay, tampoco me esperaba un obra de arte. 160 minutos de metraje después, se corroboraron mis sospechas: un guión inconsistente, actuaciones flojas, con muchas escenas prescindibles e innecesariamente larga. Y a pesar de todo, me encantó.
Aunque cinematográficamente hablando no es una joya, tiene componentes que la hacen una cinta entretenida, divertida y trepidante. Bay sabe que lo suyo no es contar historias, sino ofrecer secuencias de acción sólidas, efectos especiales para quedar boquiabierto y explosiones por doquier; todo, remojado en altas dosis de testosterona y aderezado con estereotipos raciales. ¿El resultado? Un coctel tan inestable que es indispensable de ver, sea para halagarla o criticarla. Acá mis cinco razones para correr a la sala a mirarla:
1. Efectos especiales
Comenzaré por las virtudes del filme. Los efectos espectaculares son el sello de Michael Bay. Destrucción por doquier, máquinas que se ensamblan en segundos y ciudades en ruinas… Visualmente, tiene muchos aciertos. Yo fui a la sala a verla en 2D y salí bastante satisfecho; sin embargo, he quedado con ganas de mirarla en 3D por varios comentarios de mis amigos. Si en Transformers 2 criticábamos el poco esmero en ciertas escenas —a veces parecía que sólo veíamos fierro retorciéndose— en ésta Bay ha cuidado muchos los detalles. Los efectos son el fuerte del filme; ojalá Don Michael se dedicara sólo a eso.
2. Teorías de conspiración
Conspiraciones. NASA. Carrera Espacial. Encubrimientos del gobierno. La trama principal es un deleite para muchos geeks aficionados a estos temas. Hay que agradecerle a Michael Bay una secuencia inicial implacable; así como unos 40 minutos de lucidez en la dirección —debe ser un récord personal— que dibujan una trama atractiva. Desde el tráiler nos obsequian la misión a la Luna de 1969 como una pantalla para revisar una nave espacial averiada. Grandes referencias al inicio de la Guerra Fría, así como paralelismos de historia y ficción bien logrados (aunque no con el esmero, por ejemplo, de X-Men: First Class). Mención honorífica a la referencia a Chernóbil, no se la pierdan.
3. Peleas, peleas y más peleas.
De los 160 minutos de duración de la película, no exagero si afirmo que 90 ó 100 deben estar ocupados por escenas de acción. Por supuesto, ése es el punto fuerte de una película protagonizada por una raza alienígena de robots que se transforman en vehículos. Bay se ha lucido en especial con Shockwave, un Decepticon que ataca como un gusano perforador. Del lado de los Autobots, Bumblebee es el que mejor lo hace. La confrontación final, aunque corta, tiene ejecuciones dignas de un fatality de Mortal Kombat. Sangre (digo, aceite) y destrucción a cada minuto. Eso sí, si el filme es largo no es por las peleas, sino por la subtrama romántica. Si hacen una cuarta, que se ahorren los noviazgos y directo a los golpes, por favor.
4. Un gran mal elenco
Shia LaBeouf nunca ha sido de mi agrado como actor, pero me parece que es su actuación más sólida de la franquicia. Rosie Huntington-Whiteley es explotada sólo por su apariencia, sin ofrecer nada en el sentido histriónico (pero, bueno, no es que hayan elegido a una modelo de Victoria’s Secret por su talento). Patrick Dempsey es un villano patético, caricaturesco —en serio, díganle a McMeanie que lo suyo es la televisión o la comedia romántica—. Los secundarios sacan a flote el resto con actuaciones cómicas: Ken Jeong (The Hangover), Alan Tudick (Dodgeball), John Turturro (Cars 2) y John Malkovich (Being John Malkovich) tienen chispazos que consiguen un par de carcajadas. Juntos son un despropósito tan descomunal que los robots lucen aún más en pantalla.
5. Guiños, cameos y (¡muchos!) errores
Aunque no lo parezca, Transformers 3 está repleta de detalles para examinar. Por desgracia, la mayoría son errores. La más obvia es que Bay se ha pasado la continuidad de los filmes anteriores por el caño, especialmente con Megatron —¡y no diré más!—. En los cameos, se han anotado un excelente con la aparición de “Buzz” Aldrin, el segundo hombre en pisar la Luna. Para cerrar, yo me he encontrado con un guiño a los fanáticos de la serie original. No arruinaré la sorpresa, pero mucha atención la parte del encuentro entre Wang y Witwicky.
Así, advertidos quedan. Es un filme para desenchufarse del trabajo y sentarse a disfrutar de una obra repleta de acción y mucho sinsentido. Y si desean divertirse un rato, es una gran opción; si por el contrario, desean una película rica para destrozarse —y aún así, disfrutable—, ¡qué mejor! Vamos, que si de películas con camiones parlantes hablamos, es una mejor opción a la otra en la cartelera.
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