Decía la primera de las leyes de la robótica de Asimov que “un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño”, es decir, que la robótica debería ser una disciplina que ayude al ser humano. Dejando de lado la industria militar (que suele hacer todo lo contrario), la robótica ha contribuido enormemente a que nuestra sociedad aspire a vivir algo mejor gracias a su introducción en la cirugía, las producción industrial o en las prótesis ortopédicas. Precisamente, este fin de semana hemos conocido un caso en el que la robótica puede contribuir a mejorar la vida de las personas que sufren alguna discapacidad.
El laboratorio de robótica aplicada a la asistencia sanitaria del Instituto Tecnológico de Georgia junto con la empresa de robótica Willow Garage han desarrollado un proyecto, Robots for Humanity, con el que un robot podría ayudar a una persona con movilidad reducida.
El origen del proyecto se remonta a la emisión por TV de una entrevista a Charlie Kemp, responsable del laboratorio universitario, en la que comentaba las posibilidades del robot PR2 de Willow Garage, una especie de plataforma que permitiría desarrollar, y probar, software para el control de estos robots (abstrayendo a los investigadores de la construcción del hardware).
Tras ver esta entrevista, Henry Evans y su esposa se pusieron en contacto con Kemp y con Willow Garage. Henry Evans sufrió un infarto cerebral a la edad de 40 años que lo dejó tetraplégico y con la capacidad de mover parcialmente un dedo y la cabeza, por lo que su esposa contactó con el equipo de robótica para ver si el PR2 podría ayudar a Henry en su vida diaria, dado que el laboratorio había realizado experimentos con anterioridad para ayudar a personas con discapacidad. El robot PR2 se está convirtiendo en el asistente personal de Henry, consiguiendo rascarse sin necesitar a otra persona por primera vez en diez años. También, el PR2 ha logrado afeitar a Henry o depositarle objetos en un cajón.
Según comentó Willow Garage en su blog:
Estamos explorando distintas maneras en las que Henry podría usar un robot PR2 como ayudante. Cada día, la gente asume como simple el hecho de rascarse. Sin embargo, Henry sufre 2 o 3 veces cada hora algún picor que no puede rascarse. Con la ayuda de un robot PR2, Henry fue capaz de rascarse por sí mismo por primera vez en 10 años. Este es sólo un primer paso que demuestra cómo las personas con graves discapacidades físicas podrían utilizar robots personales para tener cierta autonomía. En otro ejemplo, Henry se ha podido afeitar la mejilla con la ayuda del PR2. Estamos investigando activamente otros usos para que Henry y otras personas puedan tener ayuda en su actividad diaria.
¿Y cómo funciona? El PR2 utiliza un sensor para detectar los movimientos de la cabeza de Henry Evans, de hecho, han hecho pruebas con el Kinect de Microsoft. Estos movimientos se traducen para operar las distintas partes del robot (cuerpo, cabeza, manos, etc), dando pie a las distintas actividades que puede llevar a cabo. De todas formas, dado el éxito del proyecto, el equipo considera que esto tan sólo es el principio y quieren dotar al PR2 de muchas más funciones de ayuda.
Ver el PR2 en funcionamiento y observar cómo ayuda a Henry en estas tareas es toda una alegría. Es un gran uso de la robótica que, ojalá, tenga futuro y en no mucho tiempo podamos ver cómo un robot puede ayudar a otras personas en sus tareas. De hecho, esta no es la única línea de trabajo abierta por el Laboratorio del Instituto Tecnológico de Georgia, también están trabajando en la aplicación del PR2 en la ayuda a personas mayores con movilidad reducida.
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