Las preocupaciones empiezan al conocerse los resultados del mencionado estudio, que claramente evidencian que sólo un estudiante de cada 10 práctica matemáticas con razonamiento lógico y entiende lo que lee.
Un 18 por ciento del total de los estudiantes de quinto de primaria tiene una valoración alta en la comprensión lectora, el estudio aclara que esos estudiantes lograron desarrollar capacidades que les permite utilizar toda una gama de estrategias para encontrar las claves de los textos y relacionarlas con la información previa que tienen ellas, logrando así una adecuada construcción del significado en la interacción lector-texto.
En la otra parte del nivel estudiado, el 21 por ciento de los estudiantes se ubica en un rango bajo, pues decodifica el texto y deja de lado una serie de procesos de mayor complejidad que les permitiría comprender el texto como un todo.
Ojalá que ese importante y valioso estudio sea el inicio de otros similares, tan necesarios en Bolivia; demuestra que el nivel de los estudiantes es muy bajo. Tratándose del área científica, apenas un 10 por ciento de los alumnos analiza y entiende las matemáticas, y el restante 90 por ciento no entiende y menos sabe de la materia.
En las otras áreas, en el caso de la lectura, sólo el 18 por ciento de los estudiantes entiende lo que lee y el 82 por ciento no sólo no entiende el texto, sino que al no comprenderlo deja de lado la lectura; así entra en el círculo vicioso de no leer y consiguientemente no entender ni comprender, que tanto daño hace a la formación no sólo de los estudiantes, sino de la población en general en su despreocupación por la lectura.
Es de esperarse que la OPCE siga realizando estudios sobre la calidad educativa en todos los niveles, incluyendo universidades, porque es cierto que tenemos muchas casas de estudios superiores, pero también es cierto que el nivel de formación y de profesionalismo es muy bajo.
El valor agregado que este tipo de estudios genera para la consideración del futuro de la población boliviana es altísimo, ya que a su vez permite la adecuada programación para ver en qué nichos de la educación debe volcarse el interés; por ejemplo, procurar que haya más estudiantes en ramas técnicas que en sociales, donde existe saturación.
Somos conscientes de que la educación en Bolivia es mediocre en todos sus niveles; no obstante, para poder ir mejorando, estudios como el analizado ayudarán poco a poco a buscar los mecanismos que nos permitan salir de la mediocridad.
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