Patria o Muerte, ¡Beberemos!


Hace algunos meses, el Ministerio de Defensa anunció la investigación sobre los pormenores de una foto, donde aparecía un miembro de las Fuerzas Armadas, con alto cargo público, en escena alborozada, junto a damas semidesnudas y a supuestos dirigentes sindicales.
El caso fue un ejemplo típico de la tenue línea entre lo privado y lo público cuando una acción personal y de libre albedrío puede afectar tanto la imagen de una autoridad como de una institución e inclusive de una entidad, sobre todo si el involucrado ostenta grado militar. Algunas publicaciones similares llevaron a la renuncia de candidatos presidenciales en Estados Unidos; en Italia volvieron más popular al Primer Ministro Silvio Berlusconi, hasta que, de tan lleno, el cántaro se rompió.
También existe la polémica sobre el tinte moralista que puede encubrir la difusión de alegres varones contemplando traseros de rubias jovencitas. ¿Es sólo una diversión? En el caso que nos ocupa, ¿había además algo más, relaciones de uniformados con líderes sociales con algún fin político partidario? ¿Qué beneficio buscó quién copió las instantáneas?
No lo sabremos hasta que el Ministro del ramo entregue el informe prometido que, después de tantas semanas, estará pronto para responder al público. El asunto quedó semi olvidado por otros temas, como el rescate de Minor Vidal.
En todo caso, parece difícil de relacionar a coroneles y generales que ahora levantan la consigna: ¡Patria o Muerte, Venceremos! con estas tentaciones. Es su derecho, claro está y de ello sólo tienen que responder a sus familiares, a sus íntimos. Pero, ¿podemos imaginar situaciones similares entre quienes defendieron la consigna de Patria o Muerte, Venceremos?
¿Cabe un Ernesto Che Guevara aturdido por el baile cadencioso de una morocha? ¿Podemos reconocer a Camilo Cienfuegos en un prostíbulo? ¿O a Miguel Enríquez en un cabaret? Carlos Fonseca Amador fundó el Frente Sandinista con ideales sociales y también con valores morales; parte de la decrepitud del FSLN está relacionada con los extravíos sensuales.
Tampoco conocemos el resultado de la investigación anunciada por el Senado para establecer responsabilidades por los daños a un vehículo público chocado por el defensor de "Patria o muerte, ¡beberemos!". Fidel Surco no duda en levantar el puño izquierdo en alto, pero también lo alza para empuñar el vaso burbujeante.
No es el único en la actual administración pública. Hay una lista de autoridades locales y nacionales con una inclinación permanente por el traguito descolonizado, aún cuando ello culmine en accidentes de tránsito, con muertes incluidas. Un caso extremo fue el reemplazo de un funcionario doctor en economía, por el dueño de un boliche de tragos y chicas.
El Presidente Evo Morales ha llamado la atención a más de uno de sus cercanos colaboradores y colaboradoras (demos gusto al lenguaje feminista) por esos tropezones, según relatan fuentes bien informadas. Primero porque les impide trabajar con eficiencia, pero también por razones de seguridad. No es sólo un tema de imagen, sino de palabras: muchas cosas dicen borrachitos y borrachitas, que más tarde ni recuerdan.
Si se busca al Hombre Nuevo, es difícil encontrarlo entre brebajes gringos y coristas teñiditas.

Fuente : Ahora Bolivia

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