Es difícil comprender por qué el gobierno central y sus medios de comunicación afines preparan con tanto entusiasmo la consulta, posterior, referida a la carretera que parte en dos al TIPNIS, cuando cualquier resultado se convertirá en un revés para el Movimiento al Socialismo (MAS).
Una derrota innecesaria. Mientras el Presidente Evo Morales recibe masivos apoyos en sus visitas al área rural, prueba última el recorrido por Coroico, las decisiones referidas al Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure le restan aliados a lo largo y ancho del país.
La planeada consulta no podrá ser ganada por el gobierno. Primero porque no es previa. Segundo porque surge como impuesta desde arriba. Tercero porque la organizará un desprestigiado tribunal electoral. Cuarto, si gana el sí, surgirán las dudas sobre la transparencia del resultado. Quinto, si gana el no, será sólo para reafirmar el rechazo que ya fue expresado.
¿Por qué insistir en esta acumulación de errores desde junio del año pasado? Las hipótesis no convencen: ¿Ampliar la frontera para los cocaleros a un precio tan alto? ¿Pagar favores a empresas extranjeras? ¿Un modelo de desarrollo capitalista?
En el campo de batalla quedaron más heridos en el lado oficialista que entre los marchistas. Están fuera del gabinete ministros que tuvieron un pasado combativo y calificaron como personas no gratas para el movimiento indígena; ministros que quisieron ser represores y fracasaron. Perdieron sus puestos de mando comandantes policiales; salieron viceministros otrora combatientes guevaristas, directores, funcionarios. ¿Cuántos más caerán por la insistencia en cortar con cemento el bosque amazónico?
Renunciaron ministras y otras funcionarias: "Así no, señor Presidente". Antiguos militantes del proceso de cambio, incluso fundadores del instrumento político hace 20 años, cuestionando la conducta represiva del gobierno central. Figuras claves de la Asamblea Constituyente se opusieron a la política oficial, sumándose a la desilusión expresada por los dirigentes indígenas de Santa Cruz, Beni, Pando.
Quedaron en la otra orilla organizaciones sociales que expresaron abiertamente su oposición al accionar del gobierno contra los nativos del Beni, algunas de las cuales llegaron al sacrificio, como los dirigentes de aymaras y quechuas de La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca. Se enfrentaron organizaciones no gubernamentales y fundaciones que hasta el 2010 marcharon militantes al lado del MAS y del gobierno.
Por el TIPNIS, el gobierno perdió aliados entre los artistas que antes cantaron en sus festejos plurinacionales. Solistas, cuartetos de música de protesta, quintetos de música tradicional, le dijeron no al gobierno: "no maltraten de esa forma a los indígenas". Ni qué decir de los gráficos, de los plásticos, de los caricaturistas. Cochabamba fue un activo centro de difusión de esa resistencia urbana.
Se opusieron instituciones de poder fáctico como la Iglesia Católica, la prensa organizada, cadenas radiales, programas televisivos, redes sociales, portales. Jesuitas, antropólogos, historiadores nacionales y extranjeros, sociólogos, feministas, también se manifestaron contrarios a la política pro carretera.
¿Cuántos más aliados quiere perder el gobierno?
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