inglés de propiedad del magnate Rupert Murdoch, obtenían “primicias” y que ha obligado a cerrar el medio, puede constituirse en un hito en la necesaria reflexión sobre la siempre conflictiva relación entre la política y el periodismo y la necesidad de establecer marcos de acción que impidan que ninguno de estos rubros entremezclen intereses.
No está demás recordar que la naturaleza de ambas actividades hace que la relación no sea fluida. El poder requiere, siempre, del secreto; en cambio, el periodismo persigue, por sobre todo, develar el secreto en función del bien común. De ahí que a lo largo de la historia de esta convivencia generalmente compleja y confrontacional, se han ido dando pasos –y contra pasos- intentando establecer un espacio de pacífica convivencia. No ha sido fácil. Es posible afirmar que con la aparición del primer folletín comenzaron también los intentos de censura, pero, con el avance de la vigencia de los derechos humanos, se ha gestado la convicción de que una condición sine qua non de un sistema democrático es el pleno respeto a la libertad de información y opinión, de la misma manera que una de las principales características de un gobierno autoritario es eliminar esa libertad. Nuestra historia es rica en ejemplos de esta naturaleza.
Sin embargo, se presentan casos como el que estamos viendo con el News of the World, que muestran el lado oscuro del ejercicio periodístico al concebir que el poder que otorga el manejo de un medio hace que en muchas –tal vez demasiadas-- oportunidades éste sea utilizado como un mero instrumento de poder político o económico, y no como un servicio, percepción que devalúa mucho la actividad periodística y permite que, como sucede en otras latitudes, renazcan posturas que plantean la alineación ideológico-política del periodista, pues se entiende el periodismo como un instrumento de lucha de algunos sectores en contra de otros y, en ese combate, la libertad individual debe estar sometida al interés del gobernante de turno, porque, se asegura, éste sabe hacia dónde conduce a la nación.
¿Qué hacemos quienes consideramos que el papel del periodismo es dotar a la ciudadanía de la información que le permita adoptar decisiones, convencidos de que mientras mejor informado esté el ciudadano, mejores opciones adoptará y tendrá mayor capacidad de participar en la vida nacional? Además de perseverar en esa forma de concebir el periodismo como un servicio a la ciudadanía, seguir debatiendo, más allá de posiciones ideológico-partidarias sectarias, sobre cómo cumplimos nuestro papel en la sociedad, cómo ponemos diques de contención tanto al embate de los poderes como a nuestra relación con éstos y sobre nuestra misión de informar de la mejor manera que podamos a la ciudadanía sobre el día a día del mundo.
Es decir, debemos generar las condiciones para revalidar los principios periodísticos de servicio a la comunidad, idoneidad profesional, libre albedrío y buena fe.
0 Comentarios