Macacha para decirme, emocionada, que había escuchado que el vicepresidente de la República, Álvaro García Linera, anunciaba que llamaría a todos los arquitectos del país para que proyectaran un nuevo Palacio Legislativo en la parte posterior, que es de estilo griego y romano y no condice con la Bolivia actual. La noticia me encantó, y así se lo dije a mi pariente espiritual, aunque yo no soy arquitecto, pero ella se opuso al proyecto vicepresidencial aduciendo razones económicas y financieras, manifestando indignada que nuestro atrasado país y sus gobernantes deberían construir más escuelas y hospitales en vez de pensar en nuevos palacios de estilo tiwanakota para regocijo de nuestros asambleístas. Lo que Macacha dijo es razonable, pero yo continuaba fascinado por la audacia imaginativa del segundo hombre del país, diciendo a mi comadre que si los egipcios hubieran pensado como ella no habrían sido construidas las Pirámides de Egipto. Aceptando el hecho de que siempre fui un hombre soñador, la cochabambina me preguntó qué ganaría nuestro Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico con el Palacio Legislativo que se construiría atrás, respondiéndole que con esa nueva edificación, nuestros senadores pensarían mejor y no aprobarían mamarrachos de leyes que sólo sirven para cercenar nuestras libertades o meterse a cambiar hasta nuestras habituales costumbres en materia de bailar y emborracharnos moderadamente.
Ella escuchó respetuosamente algunas de mis ideas, aunque me pidió citar qué otros beneficios nos traería el nuevo Palacio Legislativo Trasero. Acudiendo a mi magín dije a mi comadre: Construiría en una de sus plantas una escuela nocturna para los legisladores y algunos ministros que no hubieran gozado de la suerte y la oportunidad de ser bachilleres. Idea que mi comadre aplaudió manifestando que nunca es tarde para adquirir nuevos conocimientos y que el saber no ocupa lugar. Agregué a mi proyecto: También, en otra planta, un gimnasio para que nuestros legisladores conservaran la fuerza muscular de sus brazos para seguir levantando sus manos para aprobar los proyectos de leyes que envía el Poder Ejecutivo. Esa idea aumentó el entusiasmo de la cholita cochabambina, lo cual me dio mayores bríos para mencionarle mi máximo proyecto con relación al nuevo Palacio proyectado por el hombre que leyó más libros en Bolivia.
Se trata de aprovechar los trabajos para la construcción de un gran túnel subterráneo que uniría al Palacio Legislativo con el Palacio Quemado, donde algunos días trabaja el presidente Evo Morales, pues los otros se encuentra viajando por el país y el extranjero. Un túnel comunicante entre ambos palacios que sería sumamente útil y significativo, pues demostraría la independencia de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, separados aunque unidos, como debiera ser.
Después de esa charla tan constructiva, mi comadre y yo nos dirigimos a cenar a “Las Cholas” y degustar unos anticuchos.
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