Tamaña estupidez

En los diferentes rankings mundiales, sea de universidades o de nivel de educación en colegios, aparecen únicamente México, Colombia y Chile, y eso que se encuentran
en los últimos lugares. Sin necesidad de estar en dichos rankings, solo en los regionales, Bolivia está sin lugar a dudas en los últimos puestos.
Otro elemento que llama la atención es que pueden tener más o menos los mismos días lectivos de clases. La diferencia se presenta en la calidad de aprovechamiento que se tiene en esas clases.
A escala mundial está definido que la única manera razonable de encarar el progreso de los países es a través de la educación. Esta debe exigir como mínimo estudiar, investigar, innovar e inventar. Para eso se necesita preparación, profesores y laboratorios, pero fundamentalmente voluntad del que quiere aprender. En los países que están dejando de ser emergentes, justamente por el desarrollo tecnológico y académico, como China, la India o Singapur, no toda la población alcanza altos niveles de estudios; de la masa poblacional surgen aquellos que se esfuerzan más, estudian más y se preparan de mejor forma. Desde el colegio se presentan las diferencias; de las siete horas normales de estudio, un alto porcentaje sigue otras tres horas con cursos de ciencias y tecnología y otras horas más para aprender otros idiomas.
Los principios básicos de la pedagogía exigen preparar a los alumnos en creatividad, formar líderes así como darles confianza a través de su preparación.
Es una realidad irrefutable que las personas, especialmente en la niñez, son ‘esponjitas’ que todo absorben y lo siguen haciendo en la adolescencia y juventud, que es cuando el estudiante adquiere hábitos y costumbres que después le servirán durante toda su vida. Es en la etapa de la educación colegial donde debe empezarse con las exigencias de estudio, hábito de lectura e investigación y preparación que vayan más allá de los pobres programas académicos. Es obvio que en nuestro país, con la mediocre formación que se da a los profesores, es demasiado pedirles que sean exigentes con sus alumnos, cuando ni siquiera ellos lo son de manera personal.
Un país puede tener limitaciones de toda índole, su esfuerzo por superar las mismas hace la diferencia. Si esas limitaciones, en lugar de atenuarlas o superarlas, más bien las agravamos, debemos pensar que algo está muy mal y será cada vez más difícil salir de nuestro atraso y subdesarrollo.
Es incomprensible e inaudito que el Ministerio de Educación, instancia encargada de uno de los principales pilares de una sociedad, hubiera emitido una disposición legal prohibiendo a los colegios, directores y profesores dar tareas a los alumnos para que las vacaciones de invierno, bajo graves sanciones económicas como multas sobre los ingresos de los colegios o descuentos por cinco días de haber para aquel maestro que se le hubiera ocurrido -¡oh pecado!- pedir a sus alumnos que aprovechen el tiempo para mejorar en el futuro.
La explicación es que los estudiantes, en lugar de aprovechar esas horas de vagancia en aprender otros idiomas, adquirir el hábito de la lectura, participar en cursos de investigación o mejorar, por último, sus conocimientos en ciencia y tecnología, por instrucción gubernamental se dediquen a chatear, a los juegos electrónicos o simplemente a no hacer nada. ¿Tal vez para que de esa manera sean mejores dirigentes políticos en el futuro?
No es negativo el ocio, siempre que sea creativo. Nos falta mucho para pensar en un cambio que mejore el futuro.


* El autor es abogado

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