Buenos Aires lucha por salvar bares que cimentaron su cultura


    Los bares de Buenos Aires que frecuentaban escritores como el argentino Jorge Luis Borges, el español Federico García Lorca, el italiano Luigi Pirandello o el cantante argentino Carlos Gardel arriesgan su desaparición, pues su distinción de “Bar Notable” es insuficiente para protegerles de un cambio de rubro.

    Esa calificación es “sólo una declaración, un registro dentro de los archivos del Gobierno de la ciudad. Pero no es una protección contra un cambio de uso”, dijo a ANSA el diputado porteño Eduardo Epszteyn.

    Epszteyn es uno de los impulsores de la medida que la semana pasada declaró como sitio histórico a la confitería Richmond, de 1917, envuelta en una polémica por su cierre repentino para instalar allí un local deportivo de la firma Nike.

    Además del autor de El Aleph, también Alfonsina Storni frecuentaba esa confitería del microcentro porteño. Su declaración de sitio histórico ahora la protege de un cambio de rubro, que deberá ser autorizado por el Ministerio de Cultura de la ciudad.

    La situación de Richmond, cerrada desde esta semana, desnuda algunas incongruencias: un vacío normativo, una interpretación sui géneris de la ley y acaso también un incumplimiento de las normas.

    Desde 1999 existe un régimen de protección del patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires que establece que se consideran protegidos “todos aquellos bienes culturales registrados en organismos del Gobierno de la ciudad”.

    Por medio de una ley, se estableció la creación de una Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires, integrada por sectores público y privado.

    Esa comisión tiene la tarea de determinar qué bares son notables, llevar un registro que les otorga aquella distinción, y por lo tanto un alto grado de protección patrimonial. De ese modo, todos los bares deberían quedar a salvo, como ocurrió dos años atrás con el Bar Británico y El Gato Negro, cuando estuvieron al borde del cierre.
    “Pero esa comisión jamás se creó”, reveló a ANSA la diputada María José Lubertino (Encuentro Popular para la Victoria).

    “Es un descubrimiento reciente”, dijo, al que llegó a partir de su investigación para este caso, para el que presentó un amparo contra el gobierno de la ciudad de Mauricio Macri por incumplimiento de los deberes de funcionario público.

    “Existe una carencia normativa”, sostuvo Epszteyn, tanto para la defensa del patrimonio urbanístico como para los propietarios de los bienes declarados de interés cultural, y dijo: “Nada se prevé para darles a cambio sustentabilidad a los propietarios de esos bienes, a los que se les impide venderlos o alterarlos”.

    La suerte de Richmond, epicentro del clan literario conocido como Grupo Florida (Borges, Giraldes, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal), puede tocar también a algunos de los otros 60 bares notables de la capital porteña.


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