Después de que el verano pasado los esfuerzos de los azulgranas por sumar a sus filas al reciente campeón del mundo con la selección española resultasen infructuosos, la reticencia de Wenger a la marcha de Cesc volvió a prolongar este año el culebrón de su fichaje hasta el último minuto.
Su traspaso se hizo oficial después de varias semanas en las que el FC Barcelona, por medio de su vicepresidente, Josep María Bartomeu, fue acercando su oferta a los 45 millones de euros que pedía el Arsenal.
El propio jugador rebajó sus pretensiones económicas para facilitar su regreso al Barcelona, de donde partió hacia Londres en 2003, a los 16 años, y finalmente ambos clubes cerraron un acuerdo por una cifra cercana a los 39 millones de euros, una cantidad sensiblemente inferior a las pretensiones iniciales del Arsenal.
El fichaje se hizo realidad a pesar de que Wenger, hace tan sólo unas semanas, afirmó que la marcha de Cesc supondría que el Arsenal dejaría de ser "un gran club" y que hace unos días dijese que no esperaba ninguna baja de última hora en su plantilla.
Cesc abandona el equipo londinense tras jugar 302 partidos oficiales con los "gunner", 62 en competiciones europeas, y haber marcado un total de 57 goles.
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