De todo el mejunje que se formó en torno a este tema, lo que me llama la atención es el uso insistente y mayoritario del adjetivo “indígena”.
Vea usted: se informa que quienes marchan son indígenas y que el Presidente que debió atender sus pedidos, y hasta ahora no lo hace, es un indígena. Pareciera, entonces, que el asunto se reduce a un problema entre indígenas.
El Diccionario de la Real Academia Española señala que “indígena” es “originario del país de que se trata” así que el uso de ese adjetivo es correcto. Sin embargo, habría que agregar que lo originario no sólo se aplica a las personas que se consideran descendientes de los primeros pueblos que habitaron América, sino a todos quienes nacen en un determinado territorio.
Por ello, tan indígena de Bolivia es Evo Morales como Gonzalo Sánchez de Lozada porque ambos nacieron en Bolivia, aquel en Oruro y éste en Cochabamba. Yo, que nací en Potosí, soy indígena de Bolivia al igual que usted, amable lector, si es que nació en este país.
El detalle es que el adjetivo “indígena” es utilizado hasta el cansancio para evitar otro, “indio”, cuyo significado es “natural de la India”, “perteneciente o relativo a este país de Asia” e “indígena de América, o sea de las Indias Occidentales, al que hoy se considera como descendiente de aquel sin mezcla de otra raza”.
Como se puede ver, el adjetivo apropiado para quienes se consideran descendientes de las culturas ancestrales de América es “indio” pero se evita su utilización quizás porque las absurdas teorías racistas del coloniaje consideraban que los nativos eran una raza inferior. Tan hondo caló esa estupidez que “indio” adquirió características peyorativas, a tal punto que hasta se evitó su uso al referirse a los nacidos en la India y se lo sustituyó por “hindú”. Lo que los racistas no tomaron en cuenta es que “hindú” no sólo es “natural de la India”, sino, específicamente, “partidario del hinduismo o adepto a él”. Es preciso recordar que en la India no sólo hay hindúes —practicantes del hinduismo— sino también cristianos, musulmanes, sijs, budistas y de otros cultos así que llamar hindúes a todos los nacidos en la India es igual que llamar musulmanes a todos los nacidos en Líbano, donde también existe gente que comulga con otras religiones.
En Bolivia, el asunto se reduce a una mera cuestión de racismo. No nos gusta usar el adjetivo “indio” porque para nosotros tiene una enorme carga negativa así que abusamos de “indígena” igual que se abusa, desde diversos flancos, de quienes participan en la marcha por el Territorio Indígena Parque Nacional Isidoro Sécure que, a propósito, también incluye en su largo nombre la dichosa palabrita.
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