Los “Doctorcitos” de Toro

En la página 2 de la edición de “Correo del Sur” de fecha 4 de agosto del 2011 y con el título de “Fundaciones Excluyentes”, el articulista Sr. Juan José Toro Montoya se permite publicar con mucha trivialidad y ligereza, seis opiniones históricas gravemente erróneas, y así dice:
1º.- Sobre la fundación de Bolivia, que fue ¡resultado de elucubraciones de los políticos y no de un proceso histórico! El verbo transitivo lucubrar tiene dos sentidos: a); trabajar con ahínco en obras de ingenio, y b) divagar, imaginar. Decimos que el señor Toro se expresa en el de éste último, por su rotunda y categórica negativa a que la fundación de nuestra patria fuera resultado de un proceso histórico. ¿Qué fuimos entonces, como comunidad política, antes y durante los últimos 186 años?; ¿Qué debimos ser, o no ser, o a quien pertenecer? Porque Bolívar se opuso a nuestra independencia no a favor de una comunidad sudamericana de países ¿liberados por él? cuyo proyecto ya era fracasado, sino, por no despertar los celos Rioplatenses cuidando los intereses de su Gran Colombia. ¿Debimos pertenecer al Perú, desde donde nos vinieron todas las calamidades en la guerra de la independencia?; ¿o a la Argentina, de la que no querían saber ni criollos, ni mestizos, ni indígenas Altoperuanos? Realmente Bolivia nació lucubrada por el genio de Olañeta, gran Doctor de Charcas, porque trabajó con ahínco y exitosamente, por el libre nacimiento de nuestra patria.
2º.- Dice Toro Montoya que el primer grito libertario de América no fue manifestado en Chuquisaca el 25 de mayo, sino que hubo otros que le antecedieron. Aunque este dislate ya ha sido definitivamente refutado por todos los historiadores serios, es necesario insistir en que la Gloria de Mayo no oscurece, sino que confirma e irradia la justicia de la causa de todos los movimientos sectorialmente “precursores”, como los señalados por Toro. La supuesta oposición o rivalidad de “primogenituras” entre la gesta del 25 de Mayo y otras, fue siempre fruto de intereses regionalistas mediocremente fundados o de mentalidades insidiosas, que no merecen mayor comentario. Alipio Valencia Vega, historiador preferido por Toro, en su obra: “El Pensamiento Político en Bolivia”, a pesar de su vocación paceñista, no pudo traicionar su intelecto y afirmó que “Fue en Chuquisaca donde se produjo el primer hecho revolucionario” (La Paz, Juventud, 1984, página 113).
3º.- Apoyándose en Valencia Vega sostiene nuestro articulista que aquel proceso libertario empezó y culminó en la variante ideológica derechista por haberse protagonizado por mestizos y criollos con innegable poder económico, llamados “doctorcitos de Charcas” por los más críticos, y que a la muerte de la mayoría de los héroes de las guerrillas la revolución cayó en manos de “gente como” Casimiro Olañeta y José Mariano Serrano. Es esta la más infeliz de las conclusiones del historiador Sr. Juan J. Toro Montoya, como también la más desafortunada en cuanto al uso minúsculo y peyorativo de las frases “doctorcitos de Charcas” y “gente como”, aludiendo a nuestros fundadores. En sentido histórico, moral y cívico, estas expresiones constituyen un verdadero delito de traición a la patria. ¿Doctorcitos los gestores de la idea revolucionaria de América?; ¿doctorcitos, así con minúscula, los campeones americanos de la pluma y de la espada libertarias?; ¿Doctorcito Zudañez, el gran prócer de Mayo y autor de las primeras constituciones americanas?; ¿doctorcitos Moreno, Castelli, Passo, Monteagudo, Medina, Michel, Miranda o Muñecas?; ¿doctorcitos los fundadores de las Repúblicas Americanas? Alipio Valencia Vega fue abogado, político, periodista e historiador paceño; ex trotskista, ex colaborador pursista y ex emenerista Presidente del Consejo Nacional de Reforma Agraria, cuya obra histórica y literaria se inspiró en la ideología y método “socialista científico”, léase comunista, con fuerte carga indigenista. Es frecuentemente citado por la extrema izquierda marxista-leninista; porque su interpretación de la historia de Bolivia es definitivamente correspondiente a su ideología y por tanto no es de extrañar que incurra –como tantos “materialistas históricos” – en el anacronismo de utilizar los calificativos “izquierda o derecha”, esquemas ideológicos que aún no se habían formulado en los tiempos de la independencia americana. Pero, ni como paceño, ni como comunista pragmático, encontramos en la lectura de Valencia Vega que éste autor hubiera descalificado tan trivial y paladinamente a los más grandes personajes de nuestra historia, sino, que, los exalta aún desde su visión extremadamente crítica. Valencia Vega en su obra: “Historia Política de Bolivia” (La Paz, Juventud, 1984, p. 292) califica a los Doctores de Charcas como una verdadera élite revolucionaria y a los estudiantes de Chuquisaca como portadores de una ideología liberal insurgente, sólida y llena de convicción.
4º.- Repitiendo peyorativamente lo de “doctorcitos de Charcas” dice Toro que habiendo convencido Olañeta al Mariscal Sucre para que convocara la asamblea deliberante que sólo debía “deliberar” pero no “fundar”, se desobedeció a Bolivar quien habría concebido formar un solo y poderoso país y no uno pequeño, al tamaño de los que quisieron seguir mandando en él. ¿Tan poco inteligente era el Gran Mariscal de Ayacucho para ser convencido por un simple “doctorcito de Charcas”?; y ¿Deliberar para no resolver nada? ¿Deliberar por puro gusto o por deporte? ¿Deliberar para someter lo deliberado al Perú, a la Argentina, a Bolívar? No señores, todos sabemos que la asamblea deliberante de 1825 a pesar de la oposición de Bolívar, fue soberana, fue constituyente, declaró la independencia y fundó Bolivia; y precisamente con este nombre, para halagar la vanidad e inhibir la persistente negativa del libertador.
5º.- Se excluyó –dice– mediante condiciones rígidas para ser diputado de la asamblea, tal que sólo los “platudos” accedieron a ella evitando que se cuele ningún “intruso”. Los “platudos” de entonces (1809-1852) eran hombres con intereses y con capacidad para satisfacerlos, pero forjados en grandes ideales y principios, al grado de que en su mayoría dejaron familia, fortuna y comodidades sacrificándolas en aras de la patria. Y no pudieron “colar” a la asamblea los “intrusos” porque sencillamente no reunían los requisitos del voto calificado, que por entonces era el más común, sino el único mecanismo del voto democrático.
6º.- En esta su visión, dice Toro Montoya que coincide con el actual gobierno que afirma que el país nacido el 6 de agosto de 1825 fue excluyente y oligárquico; así como es excluyente el Estado Plurinacional emergido el 22 de enero del 2006 que “no fue mejor” (¿ni peor?), señalando que si la exclusión de 1825 fue contra los pobres, los indios, los mestizos, y las grandes mayorías; ahora no se toma en cuenta a todos, incluidos los opositores. Al decir “no fue mejor” pone en pie de igualdad a ambos procesos; el fundacional auténtico de 1825 y el constituyente populista del 2006, sin mayor sindéresis, inclinándose subliminalmente a favor de este último que sí habría, más bien, incorporado a los pobres, los indios, los mestizos, y las grandes mayorías, aunque no a “todos”. No es la primera ni la única vez que se publican falsedades históricas sobre nuestro pasado, lo que nos obliga como bolivianos y chuquisaqueños -siempre que nos enteremos que alguien montó ya una nueva historieta sobre los “Doctores de Charcas”-, a tomar prontamente al toro por las astas y reivindicar nuestra gloriosa historia.

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