LA PAZ (AP y France Presse).- El presidente Evo Morales afronta multitudinarias protestas callejeras, en la peor crisis política desde enero, debido al violento desalojo de indígenas amazónicos que protestaban por la construcción de una carretera.
Morales reconoció que las protestas son una "profunda llamada de atención" a su gobierno y aclaró que él no dio la orden de desalojo, ocurrida en días pasados.
"Nunca podría instruir que se realice una violencia como ha visto el pueblo boliviano. A las familias víctimas que me disculpen", señaló Morales.
También convocó a los indígenas a dialogar y criticó a la prensa, pues consideró que los medios de comunicación bolivianos exageraron.
Los indígenas de la Amazonia que defienden una reserva natural amenazada por la construcción de una carretera reanudarán hoy su marcha hacia La Paz desde la localidad de Quiquibey cuando hayan resuelto "algunos temas logísticos", confirmó el dirigente Rafael Quispe.
La Central Obrera Boliviana (COB), ex aliada del gobierno, llamó a una huelga en rechazo a la represión de los indígenas. El paro fue acatado en las principales ciudades y acompañado con masivas marchas, las mayores desde enero cuando el mandatario decretó un aumento en el precio de los combustibles que después derogó.
Anteayer miles de manifestantes se volcaron a las calles, en su mayoría sectores populares que antes apoyaban al mandatario y ahora se muestran desilusionados.
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